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Tomé el teléfono de línea y marqué el número celular de Benjamín, el cual me lo sabía de memoria.

-¿Sí?-Se escuchó del otro lado del teléfono.

-Soy Emma. Mi mamá rompió mi móvil. Así que agenda este número.

-Bueno. ¿Qué paso?

-Eh comido. No vomite. Y la verdad ahora que desperté me siento culpable y bien al mismo tiempo.

-Bueno. Estas avanzando. Vas bien.

-¿Cómo estas tú?-Pregunté, y escuche atrás de la voz de Benjamín el grito de un hombre. “Deja el móvil y ve a hacer algo útil estúpido” y un golpe, como el de una puerta al cerrarse.

-Lo habrás escuchado. Mi padre insoportable como siempre. Pero no importa.

-¿Siempre es así?

-Sí. A veces peor. Pero cuando no esta ebrio o drogado no se me acerca mucho. De algún modo me tiene miedo. Y cuando lo esta me dice cosas horribles. Entonces le encierro en su cuarto.

-Que vida eh.

-Ya fue. Es cuestión de esperar que las cosas cambien.

-Quiero que vengas a casa. Mi madre quiere conocerte.

-¿A mí? ¿Para qué?

-Quiere saber de ti. Saldrá bien.

-¿Tendré que inventarme alguna historia de vida?

-Bueno, no pretendo que ocultes tu vida o personalidad. Pero evitemos lo de las drogas o cigarrillos. Eso es nuestro secreto.

-Bueno. Esta bien. ¿Cuándo?

-Mañana. Vente en tren hasta aquí y te espero.

Cuando llegue al instituto como de costumbre, la directora se acerca a mí.

-Hola Emma.

Intente sacármela

 -Espera Emma. Quiero hablar de ti sobre tus notas. Eras una alumna excelente, ahora casi ni asistes al colegio. No entregas trabajos y las pruebas no superan el seis. Todo esto en dos meses.

-Estoy harta de ser la chica perfecta. Necesito respirar. Dejarme de presionar tanto.

-Tengo que hacer esto. Así que quiero que hagas terapia. Tu madre tiene que traer un certificado de que estarás asistiendo con un psicólogo. Ya hable con ella por teléfono.

-¿Puedes obligarme a asistir a un psiquiatra?

-Es solo un terapeuta, para que charles con él. Y si puedo obligarte. Además te veo mucho más delgada, de lo que eras.

Estábamos las dos paradas en medio del patio, cuando el timbre se activo. Así que le di las gracias de mala gana y me dirigí a mi salón.

Camine enojada. No me lo podría creer. Me sentía controlada por todos. Sentía que la gente hablaba de mí a mis espaldas, diciendo cosas malas. Pensando o apuntando cualquier cosa.

Era mi vida, y nadie tenía porque saberla. Son mis secretos. Mi lado oscuro que quiero que permanezca en silencio.

Así que cuando llegue a casa, me cambie de ropa y salí a correr. No almorcé, simplemente me coloque mis calzas negras, zapatillas y mi buzo celeste. Los audífonos, que me permitían ignorar a las personas y salí a correr.

♣Adolescentes destruidos☩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora