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Cuando desperté, estaba bajo las sabanas. Así que me destape y vi como la luz entraba por los ventanales. Me dolía un poco la cabeza y aún estaba media adormecida.

Cuando me senté sobre el colchón, que por cierto era muy cómodo, me doy cuenta que llevaba puesto una remera negra con un gato dibujado en ella. También tenía unos bóxer que me quedaba bastante grande de un color verdoso. Tenía unas medias de hombres largas casi hasta mis rodillas ahora huesudas.

-Despertaste. Pensé que habías caído en un coma.

Reí y lo miré con suma ternura. Estaba vestido con una remera manga larga y unos pantalones grises que le quedaba grande. Su cabello estaba alborotado y bostezó.

-¿Sabes lo que te paso? Caíste desmayada en el baño. Espero que no te moleste que te haya vestido. Juro que no te vi ni toque ni nada.-Dijo mostrándome las palmas de sus manos.-Te golpeaste la cabeza contra el suelo.

-Esta bien. Te creo.

-Y vas a matarme pero atendí tu móvil. Le dije que era un amigo tuyo que estaba cuidando de ti. Que necesitabas pensar pero volverías cuanto antes.

-¿Cómo reacciono?

Me paro sobre el colchón y camino hacia él. Pongo mis manos en la cintura.

-Se puso como loca, comenzó a llorar. Pero la convencía de que estabas bien y la calme. Le jure que volverías y se quedo tranquila. La torpe lloraba.

Puso los ojos en blanco.

-Es mi madre de la que hablas.

-Oh, perdóname. Pensé que la odiabas.

-La odio. Pero una parte de mi no quiere verla sufrir.

-Esta bien.-Entonces me abraza. Apoyo mi cabeza sobre su hombro y este besa mi cabeza.

-Vi tus navajas-Dije sin pensarlo. Él me soltó de apoco.

-Siempre las dejo ahí por si me estreso o la ansiedad me ataca. Ellas me escuchan me entienden.

-No te lastimes. No vale la pena.

Tome su mano y le levante la manga de apoco mientras nos miramos fijamente.

Pero entonces cuando estoy por bajar la mirada quita su brazo y comienza a besarme.

Sus besos eran perfectos, suaves y lentos. Eran sus besos lo que me hacían sentir reconfortada, contenta, relajada. Me sentía como era verdaderamente yo.

-A mi me hacen felices las navajas. Aunque suene loco, así es.

-Eres hermoso. No dañes tu piel.

-Eres hermosa, sigue bajando de peso si a ti te gusta. Pero no mueras.

Dijimos entre susurros. No entendí muy bien que es lo que quería decir, pero no importaba.

Me tomo de la cabeza y cintura, arrojándome al colchón. Beso mis labios mientras me quitaba la remera. Acariciaba sus costillas, metiendo mis manos bajo la remera. Así que yo también le quito la remera. Besó mis clavículas y mi ombligo. Entonces se acostó a mi lado.

Suspiro. Y apoyo su cabeza en mi pecho.

-Tu corazón late deprisa.

-Es por tu culpa.

Acaricie el suave cabello de Benjamín. Levanto su brazo. Su pálido y flacucho brazo estaba lleno de lunares. Pero también de quemaduras y cortes. Además cicatrices viejas y nuevas. Las acaricio. Entonces con mis dos dedos voy de un lunar a otro.

♣Adolescentes destruidos☩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora