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Me senté en silencio en la orilla del río. Saque mi paquete de tabaco y encendí el primer cigarrillo que atajé entre mis labios. El río tenía un pequeño oleaje, y mis pies jugaban con el agua fría. Por eso llevaba mis jeans azules arremangados, y mi  pulover negro para protegerme del viento frío. También tome la lata de cerveza y al abrirla, el alcohol amargo paso por mi garganta. 

Una mano se apoyo en mi hombro, y sonreí instantáneamente. Al mirar sobre mi hombro, Benjamín se encontraba sonriéndome torpemente. Se sentó junto a mi, en la misma roca, y comenzó a fumar también. El humo que expulsaba por su boca chocaba contra mi rostro. 

-Nuestros mejores momentos vienen acompañados del tiempo nublado.-Comentó él, y volteo a verme. Miré al cielo, más allá de la distancia casi infinita del río, y las nubles grises se acumulaban. A lo lejos se oía algunos truenos. 

-Me gustan las tormentas. 

-Y mejor aun, cuando la disfrutas acompañado.-Benjamín acomodo un mechón de mi cabello tras mi oreja y llene mis pulmones de aire y de humo toxico, para expulsarlo por mi nariz. 

-¿Estas cansada?

-Estoy débil. 

-¿Agotada?

-Triste-Termine por decir, mirando al río. Entonces él cuerpo de Benjamín se apego al mío y sonreímos al mismo tiempo. Su cabeza se apoyo en mi hombro, y dejando la lata sobre la piedra, acaricie el cabello rubio de benjamín. Su mano se apoyó en mi rodilla. 

-No estoy triste cuando estas a mi lado. Estoy triste cuando nos separamos-Dijo el casi susurrando. 

-Estoy triste sin razón, o tal vez por los recuerdos. Por todo el pasado que dejo de pasar hace unas semanas. Es difícil. 

-Nadie dijo que fuese facíl, pasaron muchas cosas. Tantas en realidad... es hora de dejarlas atrás. Superarlas. 

Pero los dos guardamos silencio. Sonreímos nuevamente y el me beso de pronto. Nuestro beso se volvió eterno, delicioso y perfecto. Entonces sus manos se apoyan en mi cintura, y el pensamiento de: Benjamín debe de estar sintiendo la grasa de mi estomago y caderas, me hirió. Pero recordaba que estaba en tratamientos dolorosos para aumentar de peso, porque estaba súper delgada. Así que tal vez él no piense en mi mis kilos que voy recuperando. 

-Se lo que estas pensando, y estas bien.-Dijo él en un susurro. Pero ahí estaba el problema... estoy bien... no delgada. Bueno, no del todo delgada. 

-No puedo dejar de penzar en ello. Tal vez, jamáz logré salir adelante-Dije apartándome de sus labios y cogiendo otro cigarrillo, y con manos temblorosas el mechero largo chispas y mis pulmones se llenaron de humo. 

-No. No, dijimos que lo superaremos juntos. Tenemos que hacerlo. Lo estamos logrando, lo haremos. Dejaré de cortarme, comerás, no más drogas... no más.-El también comenzó a ponerse nervioso, la ansiedad inundó nuestras mentes. Nos ahogo con recuerdos. 

-Estamos... superándolo. No estaremos curados de un día para otro. ¿No?-Dije, entonces el tomo mi lata de cerveza y le dio un largo sorbo, un muy largo sorbo. 

-Si...-Dijo algo nervioso. Entonces cerró los ojos y suspiro-Es complicado. No dejo de pensar en mis navajas, en las pastillas... en... todo.

Me acurruque en su pecho, y sus largos brazos me rodearon, y nos mantuvimos pegados por un largo rato. Se escuchaba a los pájaros y al viento jugar con los árboles. Se olía el humo de los cigarros, y teníamos el gusto amargo de la cerveza. 

Bese su cuello y el beso mi frente. Nuestros corazones desaceleraron y estábamos tranquilos. Aunque demasiados pensamientos, y las ganas eternas de volver a esa vida llena de adicciones y dolor, mezclada con relajación. 

Entonces me puse de pie. Miré a Benjamín y me miraba con un brillo especial en esos ojos preciosos. Me quite el pulover negro y lo tiré sobre su regazo y el río. Quede con mi sostén azul de encaje y luego también me quite los pantalones. Y Benjamín se puso de pie, quitándose el buzo azulado y comenzó a besarme. Sus manos estaban rodeando mi espalda y mis manos estaban sujetadas a sus antebrazos cubiertos de diferentes tipos de cicatrices. Acarició mis clavículas y más tarde mi costillas, luego nos dimos un largo abrazo. 

-Te amo. Te amo tanto, tanto que me enloqueces, realmente me haces feliz, despiertas todas las emociones más bonitas del mundo y es todo muy diferente, me encanta... me encantas.-Me dijo riendo-Soy un idiota, pero eres mi droga. 

-Te amo.-Y lo besé.-Me haces feliz, y eso es todo lo que puedo decir, me haces feliz....Y eres lo que más me importa, interesa y maravilla en todo el mundo. Lo eres todo. 

Volvimos a besarnos, y una familia de cinco o seis personas comenzaron a gritarnos cosas como: 

-Vallan a otro lado, !hay niños!-Reímos nosotros dos y tomamos nuestras prendas y corrimos casi desnudos hasta el auto de Benjamín. Donde los dos nos metimos adentro, riéndonos y mirándonos maravillados. 

Desperté sobre el regazó de Benjamín y bostecé sobre el buzo de él. Este estaba en el asiento de conductor, y mi cuerpo contorsionado entre el asiento del acompañante y su cuerpo. Tome la manta a cuadros y la pase sobre mis hombros, destapándolo. 

-Despierta-Sacudí sus piernas y este abrió los ojos y sonrió. 

-Soñe contigo. 

.¿Por eso despertaste sonriendo?

-Más bien, porque dormí de maravilla.-Los dos sonreímos. 

Era de noche, y unas muy pocas estrellas titilaban en el cielo oscuro. Estiré mis brazos y enderecé mi columna vertebral, este hizó lo mismo y puso su cabeza en mis piernas. Comenzó a jugar con los hilos desfilachados de mis jeans y yo con su cabello. 

-Quiero que sea así por siempre... despertar juntos, dormir juntos.-Pensé en voz alta. 

-Así será... por siempre. 

-Me gustaría que la gente no rompiera sus promesas. 

-Te prometo, que nunca romperé mis promesas-Me miró muy fijamente, y asentí con la cabeza. 

-Eso espero-Bese sus labios.

-Eso espero.-Y el acaricio mis mejillas. 

Fin

♣Adolescentes destruidos☩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora