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Benjamín salió de debajo de las sabanas y encendió un cigarrillo. Me hice una especie de bolita bajo las sabanas y metí las manos bajo la almohada, entonces mi mano hizo contacto con una bolsa plástica, cuando la saque de debajo de la misma, me encontré con una droga específicamente. LSD.

-¿Benjamín?-Dije levantando la bolsita y poniéndola enfrente de mis ojos.-Vivamos el momento.

El se volteo y me miro sonriente.

-No quiero que te hagas más daño.

-Ya es tarde como para ser mejor persona. ¡A la mierda!

El se arrojó sobre el colchón y me beso la frente violentamente.

Saco uno de los cuadraditos, estos eran fucsias con caras sonrientes en amarillo. Saqué la lengua y él puso el pedacito de papel en mi lengua. Le sonreí y bese sus labios.

Entonces me puse otro cuadradito dentro de mi boca y besándonos le pase el papel.

-Rico-Dijo él.

Rápidamente comenzamos a marearnos. Así que seguimos besándonos, mientras reíamos. Tenía calor, y me sentía con sueño.

Todo se distorsionaba y parecía el lugar achicarse. Sentía las manos de Benjamín, sujetas a las mías.

-Te quiero Emma-Dijo con una debilidad en la voz.

-Yo más Benja.

Pero los efectos de la droga, aparecieron a medida que el tiempo transcurría. Comenzando son sombras, personas. Y lo que empezó como siendo algo divertido, se termino volviendo algo enfermo y temeroso. Las personas me tocaban, me maldecían y me decían cosas feas. Me miraba en el espejo y estaba gordísima. Todos me señalaban y escuchaba varias voces, acercándose y alejándose de mí.

Comencé a asustarme, la ansiedad apareció y perdí el control total sobre todo. Tenía paranoias y cosas malas parecían poseerme.

Benjamín, estaba igual que yo. Acurrucados en la cama, retorciéndonos al creer ver sombras malignas.

Abrí los ojos despacio, sentía como si dentro de mi cabeza hubiera una licuadora. Estaba mareada y tenía ganas de vomitar.

Benjamín estaba a mi lado, abrazado a la almohada fuertemente. Acaricié su espalda desnuda, cubierta de lunares perfectos.

Tomé el paquete de cigarrillos que estaba entre nosotros dos, así que encendí uno y me puse a caminar.

Llevaba puesta una camisa a cuadros rojos y azules, abierta. Revelando mi ropa interior negra. Fui al baño, y me encerré en él. Cada día tenía menos y menos cabello. Menos mal que tenía demasiado, lo que tardaría más en quedar... pelada.

Me quite la camisa y observe las heridas cerrándose en mi brazo. Se veían tan bonitas. Las acaricie, y un escalofrío me corrió de pies a cabeza.

Querría volver hacerlo, pero no, algo me detenía. Entonces la puerta se abre, Benjamín me miró sonriente y luego se sorprendió.

-Tu brazo.

-No sabía que hacia, puede ser porque no soportaba más todo lo que estaba pasando. 

-Ta has lastimado demasiado.

-No quiero matarme. Quiero vivir, pero me voy destruyendo poco a poco.

-Emma, no puedes morir. Tu me haces feliz Emma. No quiero perderte.-Y comenzó a llorar. Así que lo abracé fuertemente. Sus manos se aferraron a mi piel.

♣Adolescentes destruidos☩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora