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Estaba apoyada contra el árbol de manzanos, releyendo unas fotocopias de biología, fuera del instinto. El horario de clases había finalizado. Aunque era imposible concentrarse en la lectura, mi mente estaba en otro lugar.

Ya era miércoles, los días pasaban rapidísimo y yo aún estaba en el mismo lugar, sin avanzar. Solo retrasando casilleros.

Lucas se acercó a mí. Estaba sonriente, y en cierto modo me hizo sonreír a mí.

-Que cara más triste.

-No puedo sonreír en este momento.

-¿Por qué?

-¿No te das cuenta como estoy? Cada día más delgada, y eso me encanta. A punto de morir, pero no puedo comer. Es muy complicado. Me cuesta tanto salir adelante.-Dije casi llorando.

-Emma, no vas a morir porque vas a salir adelante. Vas a empezar a comer y todo estará más que bien.

-No quiero comer. Si lo como lo vomito. Me siento todo el día con sueño, no tengo fuerzas, se me cae el cabello, y tengo horribles moretones.

-Emma por Dios-Entonces me abraza, lo que me hace llorar. No podía sopórtalo más. Él me abrazó más fuerte.-¿Por qué no vas a terapia?

Entonces pensé en todo lo que decía Benjamín acerca de la terapia, de las personas, y de que tengo el control. No puedo ser débil, el no lo permitiría.

-La terapia es una mierda.-Tomó aire y me seco las lagrimas. Me corrí el maquillaje, y luego lo limpie.

-Te puede ayudar más de lo que crees. No sabes lo terrible que te ves.-Lo miró con ignorancia, el no sabe nada de mi. Quisiera que Benjamín estuviese aquí. El ya me hubiese hecho sonreír.

Entonces rebusque entre los bolsillos de mis pantalones blancos y saque la bolsita con éxtasis y LSD. La puse fuera del alcancé de Lucas y me di media vuelta para digerirla.

Así que tome una de las pastillas rosadas y la puse en mi lengua, inmediatamente la trague.

-¿Qué haces?-Lucas me tomó del brazo y me obligo a mirarle.

-Nada. Solo limpie mis lagrimas.

-¿Te pusiste algo en la boca?

-No, para nada-Miré el reloj de mi pulsera amarilla-Debo irme.

Evite a Lucas, y comencé a caminar rápidamente. Pero la droga empezó con sus efectos. Así que comencé a reír, alegrarme, y relajarme.

Me sentía mejor. Así que camina tambaleante y sonriente hasta casa, pero en el camino me crucé con varias personas que me miraban mal o me decían cosas. Pero no me importaban.

Hasta que unos chicos que venían fumando, me tomaron de los brazos y me pusieron frente a frente. Yo comencé a reírme. Eran dos. Y la vista me hacía verlos distorsionados.

-¿Estas drogada? Convídame un poco.-Dijo uno de ellos.

Los empuje débilmente.

Me reían y negaba con la cabeza torpemente.

Estaba mareada, pero alegre. La cabeza me explotaba.

-Te llevamos a casa, dinos donde vives.

-No puedo hablar con extraños-Y me reí.

-No soy un extraño. ¿No te acuerdas de mí?

Volví a reírme y negué con a cabeza.

-No soy tonta-Dije señalando mi cabeza.

Pero ellos me tomaron de los brazos y violentamente me escondieron entre arbustos, árboles y un paredón final.

Comenzaron a revisarme, entonces grité fuertemente y daba patadas al aire. Si ellos me tocaban, los empujaba o hacia daño. Pero no tenía muchas fuerzas.

♣Adolescentes destruidos☩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora