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El teléfono sonó. Así que corrí hasta él y atendí.

-¿Sí?

-Emma. Soy Benjamín, estoy llegando. Estoy nervioso y ansioso.

-Vas a estar muy bien.

Mi hermano se quedo haciendo tarea y yo me coloque la campera y salí hacia la estación. Camine ligero, mientras en mi mano se consumía un cigarrillo. Debo decir, que me sentía demasiado débil, pero estaba bien contenta.

Cuando llegue a la estación, me senté en los bancos a esperar a Benjamín. Pasaron y vinieron tres trenes en total. Cuando en uno de ellos, bajan muy pocas personas, y entre aquella gente, él.

Arroje el cigarrillo a las vías y abrasé amorosamente a Benja. Él me estrujó contra él y beso mi frente.

-Que bonito se me hace volver a verte.

Me susurro al oído. Bese su fría y suave mejilla. Llevaba puesto unos jeans negros rotos, con un buzo negro también.

Nos tomamos de las manos y caminamos hacia a casa. En el camino fumábamos. Él era un gran adicto a ello.

-Estuve pensando en todo lo que iba decir y como actuar.

-Yo también pensé como iba a resultar esto. Pero estoy emocionada.

Sonríe mirando el camino por donde íbamos. Estaba nublado, como si se iba a largar a llover en cualquier momento. Así que caminamos rápido.

Abrí la puerta y le hice pasar primero. Así que se quedo de pie del lado de adentro, esperando que terminase de cerrar la puerta. Le tome del brazo y le acompañe hasta mi cocina-comedor-living.

Mi hermano levanto la vista y lo miró de arriba a bajo.

-Hola-Dijo Benjamín casi susurrando.

-Hola-Respondió mi hermano.-¿Tu eres el que se lleva a Emma siempre?

Él lo miro y asintió de mala gana. Claramente los niños no le gustaban.

Lo hice caminar hacia mi habitación, en donde se tumbo en mi cama y suspiro.

-Me agoto hablar con tu hermano.

Reí. Y me senté a su lado.

-Mi madre no llega hasta casi la noche.

-Bien. Me da más tiempo para recuperarme de la charla con tu hermano. Se parece a ti.

-Sí. Nos parecemos mucho.

Benjamín acaricia mi mejilla y me besa. Luego se recuesta y se acomoda sobre la almohada.

-Debe de ser horrible compartir el cuarto con tu hermano. Y encima pequeño.

-Sí. No puedo hacer nada. Lo bueno es que el no esta tanto tiempo en el cuarto encerrado como yo. Yo estoy todo el tiempo aquí dentro.

-Es como tu espacio. Donde puedes hacer lo que se te de la gana sin permiso.

-Exacto.

Me recuesto al lado de benjamín y él coloca su cabeza sobre mi pecho.

-¿Cuánto estas pesando? Cada día te veo más y más delgada.

-Cuarenta y cuatro, de cincuenta y cinco a esto.

-Pero eres hermosa. Me hipnotizas así. Pero no sigas bajando. Quédate asi mismo.

-No es fácil para mi comer ahora.

-Seguramente no lo es. Pero puedes. Tú lo puedes todo.

-Por ti. Si es por ti lo hago.

♣Adolescentes destruidos☩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora