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Había una leve llovizna que caía sobre la ciudad. Benjamín ya estaba despierto tomándose un café con medialunas. Yo estaba tapada hasta el cuello. Hacia frío y me encontraba demasiado cansada para salir de la cama.

-Mi bella durmiente amaneció.

Reí.

-Por Dios hace mucho frío.

-La verdad que la temperatura cambio notablemente.-El estaba vestido de pies a cabeza. Hasta tenía un gorro negro, que le cubría su cabellera. Se encontraba apoyado contra la mesada, jugando con algo entre sus dedos.

-¿Fuiste algún lado?

Niega con la cabeza y se muerde el labio inferior.

-¿Qué tienes ahí?-Me puse de pie y él respiró hondo. Cuando me acerque a él, en sus manos estaba una jeringa vacía.

-¿Te inyectaste?

-Un poco. No, no lo soporte.

-¿Cuándo pararas? No te hace bien.

-A ti tampoco te hace bien no comer nada y sin embargo yo no te lo reprocho.

Entonces comenzó a llorar, rompió el llanto y se abrazó a mí. Entonces lo sujete con fuerza y acaricié su espalda.

-Quiero dejarlo pero es difícil-Dijo.

-Lo mío también es difícil. Me acostumbre a no comer nada. Talvez alguna fruta pero...

Lloraba y se aferraba a mis hombros con sus huesudas manos. No era un momento muy bonito, más bien dramático y duro. Pero después de ello, me sentía más libre. Y recordé ese abrazo con un profundo afecto.

-Inyéctame.-Dije estirando el brazo.-¿Qué más da?

Entonces tomó la jeringa y después de unos segundos golpeteo mi brazo. Ahora estaba nuevamente llena de droga la jeringa, preparada para trasladarse por mi sangre, a todo mi cuerpo.

La aguja penetro en mí. Y me sentía mucho mejor.

Comenzamos nuevamente a reírnos de todo y de todos. A correr por el apartamento, y revolearnos almohadones. Besarnos y abrazarnos mientras nuestra mente estaba fuera de nuestro cuerpo. Su celular tomaba nuestros recuerdos en imágenes.

El efecto se nos fue llendo, estábamos los dos sentados, en el colchón, como indios. Llevaba puesto una remera blanca y unas medias celestes largas hasta las rodillas. Él estaba en bóxer marrón, con medias cortas y un buzo negro.

Nos miramos y sonreímos. Coloque mi cabeza en su huesudo hombro y suspire.

-Hace daño pero da placer-Dije casi en un susurro.

Cuando termine de bañarme, salí con una toalla gris que rodeaba mi cuerpo. Por el cabello se deslizaban pequeñas gotas de agua, distribuyéndose en el suelo. Benjamín estaba fumando en el balcón. Así que tomé un cigarrillo y lo encendí. Camine hasta los estantes llenos de libros, donde estaba mi bolso, y tomé ropa limpia.

Me coloqué los jeans grises rotos y mi camisa casi transparente bordo.

Seguí fumando hasta salir a tomar aire al balcón. Rodee con mis brazos la cintura delgada de Benjamín, y bese los huesos que sobresalían de su espalda.

Él se da vuelta y besa mi frente. Cierro los ojos y tomo aire.

-¿Sucede algo malo?

-Estoy preocupada por nosotros. Por lo que hacemos. Nos estamos destruyendo poco a poco. No quiero despertar muerta.

♣Adolescentes destruidos☩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora