- Gracias Christian - le dijo la mujer al taxista que hace dos semanas atrás la había salvado de la poca voluntad de sus vecinos –. Gracias por traernos y ver a Mikey estos días.
- Fue un gusto, Mikey es un buen niño - desordenó el cabello del niño.
- Tu eres un buen amigo - sonrió el de gafas.
- Bueno, debo seguir trabajando, cuídate Donna y me llamas si necesitas algo - Sonrió y miró a Gerard -. Cuídate mucho - el niño desvío su mirada colocando los ojos en blanco.
- Gerard - reprochó su madre y luego suspiró -. Adiós Chris, nos vemos.
- ¿Qué? - replicó el palido niño - ¿Podemos entrar ya? - bufó molesto
- Está bien, está bien - Tomó la pequeña maleta de manos.
- Yo te llevo, Gee - dijo Mikey tomando los mangos de la silla de ruedas dónde estaba su hermano mayor e intentando avanzar con él - ¡Estás muy gordo! Mamá, Gee esta muy gordo.
- ¿Es eso o no tienes fuerzas? - rió - . Mejor yo te llevo a ti, ven aquí - dió palmadas con ambas manos su regazo.
El pequeño rodeó la silla para quedar frente a su hermano, se subió a sus piernas y jugó con la mascarilla que cubría la boca del mayor. Donna acomodó la maleta en su muñeca y tomó la silla para llevar a sus hijos dentro de la casa.
~🌻~
Leucemia, eso era lo que escuchó decir a su madre mientras trataba de que sus lágrimas cayeran y le acariciaba su frente para acomodarle el cabello castaño y liso. Él no entendía bien sobre esa enfermedad pero si había visto morir a su pequeña prima Alice por ella, así que tenía miedo, pero un miedo que lo hacía fuerte a pesar de todo, necesitaba estar fuerte para su madre. Su hermano Mikey no entendía nada, sólo le dijo que si debía cortarse el cabello el también lo haría y que dejaría de temerle a las agujas para demostrarle que podía ser igual de valiente que su hermano mayor, el castaño simplemente lo rió y lo abrazó protegiéndolo en sus débiles brazos. Su cuerpo se llenaba de vida con esos abrazos.
Gerard le sonrió a su madre y le hizo espacio en el abrazo.
Donna estuvo durante semanas llamando a Donald para hablarle sobre el seguro médico, necesitaba cubrir los gastos del hospital y los exámenes que vendrían luego.
- Donald, por favor, es Gerard - le sonrió a su hijo que la miraba desde el sofá de tres cuerpo -. No, es nuestro hijo, no te estoy pidiendo dinero, sólo que no lo saques de tu seguro - suspiró - . Por favor... Esta bien, okay. Adiós - colgó - ¿Está todo bien, cariño?
- Quiero subir a mi habitación ¿Me ayudas?
- Sí - su madre de acercó y lo tomó en sus brazos -. El doctor Graves dice que pronto podrás subir las escaleras, correr y todo lo que quieras - subía hacía la habitación del niño.
- Está bien mamá, no tengo apuro - escondió su rostro en el cuello de su madre, los sollozos no tardaron en escucharse.
- Cariño, todo va a mejorar - acarició el cabello de su hijo -. Shh...
Aunque la verdad era qué siquiera ella sabía si todo iba a mejorar.
~🌻~
Había pasado por lo menos un mes desde su última visita con el Doctor Graves y estaba emocionado, en esa última visita había podido levantarse de su silla y caminar hasta la salida del hospital sin ayuda de nadie y sin agitarse, estaba realmente feliz.
A pesar de que su cabellara castaña ya no estaba y su piel estaba fría, pálida y seca, él tenía ánimos para todo, el cabello crecería y qué importaba lo demás, se sentía con lleno vigor.
Miró las fotos de su habitación y el dibujo del Halcon Milenario de Star Wars que había pintado con su padre antes de que se marchara, suspiró por los recuerdos y luego se levantó al ser interrumpido por risas chillonas que venían desde la calle. Caminó despacio, sosteniéndose con cuidado de los estantes que mantenían sus figuras de películas nerds, hasta que llegar al ventanal.
Al abrir la cortina el sol que estaba intentado esconderse entra las ramas sin hojas de los árboles llegó directo a sus ojos verdes, reflejándose en ellos como si de espejos se tratarán. Se detuvo a mirar de dónde venían las risas, eran las risas de sus amigos o al menos así les llamo antes de caer enfermo, pero había un chico nuevo con una bicicleta gris y stickers pegados en ella, no los distinguía bien. El joven llevaba un poleron negro de cierre y la capucha puesta, unos jeans oscuros y unas vans bastante rotas, el pelo lo tenía un poco largo y un mechón de cabello cubría sutilmente su rostro. Lucía bastante lindo.
Pensó en que una navidad antes de caer enfermo su madre le había regalado una bicicleta de color rojo con un asiento extra para llevar a su hermano menor, estaba emocionado por mostrársela a sus amigos y salir a andar en ella, pero no pudo usarla, antes de que pasara el invierno él ya estaba enfermo.
El ruidoso golpe de una piedra que dió en el ventanal lo sacó de sus pensamientos.
¿Por qué Bob había hecho aquello?
Eran amigos de toda la vida.Él se volvió a esconder detrás de las cortinas, contuvo sus lágrimas y una sensación que apretaba su garganta lo asustó, esa presión que no tenía nombre, o más bien que no lo conocía, llevaba meses invadiendo.
Las risas se detuvieron y volvió a abrir la cortina, esta vez un poco menos que antes, el chico nuevo no se había ido aún, quedó mirando en su dirección y le sonrió. Antes de tomar su bicicleta para partir levantó su mano para saludarlo, él imitó la acción y le devolvió la sonrisa ¿Podrá haber notado que sonreía tras aquella mascarilla? El niño se fue y Gerard lo vió irse, alejándose por el oscuro y desgastado cemento.
Cuando cerró la cortina creyó que había hecho un nuevo amigo y la verdad ya no se sentía tan mal como hace unos meses, tenía un poco más de fuerzas. Salió de su habitación y bajó las escaleras en busca de su madre.
- ¡Mamá! - caminó a la cocina -. Huele muy bien - olfateó como un cachorro el dulce aroma de las galletas de avena que su madre sacaba del horno desde el marco de la puerta donde estaba apoyado.
- Te hice unas galletas especiales, Cariño - le sonrió - ¿Sucede algo?
Él negó - ¿Puedo usar mi bicicleta? - preguntó entusiasmado.
- Oh...Gee, es complicado por ahora, pero ponto cariño - se acercó a él - . Esperemos que se enfríen para comerlas, esperame en el sofá e iré a buscar a tu hermano .
- Está bien pero hice un amigo desde la ventana, no sé como se llama pero andaba con los demás - caminó feliz al sofá.
- Eso es bueno cariño, pronto podrás salir, cuando el frío pase ¿Si?
- Está bien - sonrió asintiendo para luego sentarse - ¿Podemos ver Volver al futuro?
- Elige la película que tu quieras - su madre subió las escaleras en busca de su hermano menor.
La emoción invadió el pequeño y frágil cuerpo de Gerard ¿De verdad había hecho un amigo nuevo?