Ocho: Electricidad.

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Gerard ya no sentía el ardor en sus huesos producto del frío, llevaba opuesta la ajena chaqueta con motivo militar sobre su poleron negro. La verdad se sentía muy cálida y no sólo porqué era una chaqueta forrada y muy gruesa, sino porqué era la de Frank, el pelinegro sentía que el avellana no lo había dejado de abrazar y el olor a pinos impregnado en la tela lo hacía tomar grandes caladas de aire debes en cuando.

Frank hablaba un montón de cosas que Gerard había dejado de escuchar por concentrarse en mirar su sonrisa, el avellana llevaba consigo su bmx, detrás de ellos iba Bob sosteniendo las manos de Mikey, guiando el andar, porqué apenas se equilibraba sobre la patineta. El menor salió obstinado, le insistió tanto al rubio que el cedió sin necesidad de que Mikey hiciera un berrinche. Y luego de lo sucedido entre Gerard y Frank, habían decidido acompañar a casa a los hermanos.

El esmeralda apreciaba la sonrisa de Frank y rogaba a Dios que no le preguntara algo sobre el tema que le iba hablando, porqué la verdad no lo estaba escuchando.

No recordaba tan bien el rostro de Frank, y a decir verdad había cambiado bastante a cuando era pequeño, excepto por esos ojos avellanas tan peculiares que no volvió a ver jamás en nadie. Lo observó detenidamente, su cuello tenía un tatuaje de un escorpión con siete patas, llevaba un piercing en la parte izquierda de su labio inferior, uno en parte derecha de su nariz, en el lóbulo de su oreja llevaba una expansión de no más de cinco milímetros, se preguntó si en el otro lado también la tendría. A pesar de todo lo rudo que podía lucir el avellana, tenía ese no sé qué angelical en su rostro que a Gerard le angustiaba, le angustiaba porqué tenía ganas de no volver a dejarlo jamás, era así como una esperanza, Frank siempre fue su esperanza.

- ¿Tú que opinas, Gee? - la pregunta que no quería escuchar salió de esos labios adornados por una joya platina.

- ¿Qué? Oh... Sí, sí, toda la razón - rió nervioso y bajó su mirada tratando de esconder el color rojo que tomaban sus mejillas.

- ¿Eh? - preguntó Frank extrañado -. No estabas escuchando ¡Gerard! - Frank rió - ¿Qué era más importante qué escuchar mi teoría sobre Half Life?

- Disculpa Frankie, estaba apreciando el paisaje - sonrió -. Está cambiado, pero hermoso.

- Eso es mentira, te estaba mirando a ti - interrumpió Bob.

- Calla, idiota - Frank le regaló una sonrisa muy cómplice al esmeralda y siguió su camino en silencio, sin dejar de pensar que Gerard posiblemente lo había llamado hermoso.

Gerard hizo lo mismo, guardó silencio todo el caminó a casa, apreciando mucho mejor las sonrisas y miradas que le daba Frank de vez en cuando, es que sin duda tenían una conexión casi astral, universal, o qué sé yo, pero había algo que los conectaba y el hilo rojo del cuento chino se quedaba corto.

~🌻~

- Iré este fin de semana ¿Hablaste con tu madre? - preguntaba la voz detrás del teléfono.

- No he podido, Bert - suspiró -. Lo haré esta noche o a penas llegue de comprar - Gerard no dejaba de mirar a Frank como ayudaba junto a Bob a su pequeño hermano - ¿Por qué tanto apuro?

- Porqué te extraño, pequeño - rió - ¿Tú no a mí? - preguntó algo preocupado

- No

Bert lo interrumpió - ¿Cómo? - preguntó incrédulo

- Que n-no es eso - suspiró -. Claro que te extraño, pero creí que estarías ocupado.

Leucemia [×Frerard×] ~ TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora