Un mes sin hablar con Gerard era suficientemente desgarrador, una tortura de calibre medieval y un refuerzo negativo más que destructivo. Ya no podía aceptar ser ignorado, las ganas de gritarle lo que sentía; decirle cuando lo extrañaba y cuanto le dolía haber soltado esas palabras sin pensar en qué lo dañarían. Era todo aún más difícil sin Gerard.
Frank sentía los pasillos de la escuela más fríos que nunca, las horas pasaban lentas, sobre todo en la clase de historia, dónde por obligación debía convivir con los desprecios del pelinegro. Y aunque sabía, por el brillo en sus esmeraldas, que tenía las mismas ganas de correr a sus brazos y esconderse dentro de ellos, el pelinegro no lo haría.
Aún pensaba en Bert.
Pero sinceramente ¿Cuánto más podría esperar Frank? El tiempo se agotaba, la vida es impredecible y esos casi siete años dolían en su memoria incluso más que las cicatrices de su espalda. El avellana no podía con esa angustia y debía perder el miedo.
La mañana del martes Frank encontró a Gerard sacando algunos libros de su casillero, lo notó tan débil y ojeroso que su pecho se apretó como cuando se enteró de que el esmeralda estaba grave y a kilómetros para un abrazo. Las manos temblorosas del pelinegro dejaron caer un libro azul de tapa blanda, él, frustrado por su torpeza, restregó su rostro con ambas manos y botó un largo suspiró, su garganta estaba apretada y su tes blanca se iba enrojeciendo a causa de la angustia que invadía su cuerpo.
A Frank le dolió. Caminó rápidamente hasta donde él y tomó el libro con ambas manos, Gerard no volteó. El olor a perfume de pinos y café negro invadió su nariz inmediatamente, no había dudas que era Frank.
- Ten - dijo el avellana -. No es necesario que me hables, pero tómalo. El pelinegro decidió voltear, miró los ojos de Frank, aquellos que le decían sinceramente quererlo, a pesar de su rechazo. Una mínima sonrisa se dejó ver mientras esa joya platina la adornaba. Siempre era sincera
- Gracias - suspiró, recibió él libro, lo apretó en su pecho y miró al piso, sin decir más nada
- Okay... - suspiró - Está bien - rió nervioso
Cuando intentó caminar, la mano de Gerard sostuvo su ante brazo, casi a la altura de su codo, sin levantar su mirada dejó ver los esmeraldas entre algunos mechones de cabello, recorrió el rostro de Frank hasta llegar a sus labios. El avellana siguió el movimiento ocular del contrario y notó donde se posaron.
Él también quería hacerlo.
Tomó la mano de Gerard, ayudándolo a dejar el amarre de su ante brazo, la soltó y luego tomó su rostro con ambas manos, lo levantó delicadamente. Con su pulgar izquierdo liberó una parte del blanco rostro del esmeralda, lo miró a los ojos y ambos pechos comenzaron a bailar al mismo tiempo; violentamente, subían y bajaban.
Frank acercó sus labios y a pesar de sentir algunas expectantes miradas, atentas a la situación de los jóvenes, él lo besó sin ningún problema, tal como sabía hacerlo, de manera experta, dulce y lento, delicadamente, acariciando en cada movimientos los partidos labios de Gerard, hidratandolos con calidez humana y enseñándole lo sanador que podía ser el amor verdadero.Gerard mantenía sus ojos cerrados, su respiración comenzaba a disminuir el ritmo y sus mejillas, esta vez tenían un calor mucho mejor bienvenido que el anterior. Jamás dejó de abrazar el libro, pero Frank soltó su rostro, llevó una de sus manos a su nuca y acarició el cuello del pelinegro con sus dedos, su otra mano fue a la cintura, sosteniendola delicadamente. Gerard dejó caer su cuerpo, apoyándose en los casilleros azules.
Esperaba que ese momento no terminara.
~🥀~
- ¿Cómo has estado? - preguntó el avellana mientras su mano delineada el cuerpo de la patineta de Bob, donde estaba sentado
- Mal - suspiró -. Bert está todo el tiempo en mi cabeza, y me duele demasiado - abrazó sus piernas, dejando las rodillas apoyadas en su pecho-. Es difícil aceptar que alguien así de importante no está - suspiró, su vista se perdió en su hermano, que estaba sobre su skate junto a Bob sosteniendole las manos -, más aún cuando sabes que él se quitó la vida
- Déjalo ir, Gerard - abrazó por los hombros al muchacho, el peli negro apoyó su rostro en el pecho de Frank. Escuchar los latidos tranquilos del avellana, ese tun tun lento y pasivo, lo hizo relajarse y cerrar sus ojos -. Mi abuela Bella, decía que debemos dejar ir a las personas incluso de nuestro pensamientos - acarició el cabello del joven -, mientras más les estemos pensando, más es difícil dejarlos
- Que buen consejo de Bella - suspiró
- Sí, yo ahora sólo pienso en ella cuando necesito sacarme una buena calificación - rió -, podría prenderle velas a sus santos pero prefiero creer en ella - Gerard rió -. Extrañaba tu sonrisa - besó su frente ntre los cabellos azabaches y suspiró sobre ella -. Yo te amo, Gerard - soltó sin temor
- Yo también te amo, Frank
Esta vez los latidos de Frank se aceleraron, pero al contrario de lo que podría hacerle sentir escuchar ese ritmo, Gerard se sintió aún más tranquilo. El tun tun de su corazón esta vez aseguraba lo sincero en sus palabras.
¿Pero por qué siempre sentía que era demasiado tarde para confesar las cosas?
- Mañana debo ir al hospital - Frank levantó un poco su rostro -, quiero que me acompañes, por favor - el avellana asintió en silencio
- ¿Sucede algo? - acarició el costado del rostro del pelinegro
- Sólo son los resultados de una biopsia - suspiró, sus ojos se apretaron para contentar cualquier lágrima -. En un mes pasan muchas cosas
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Este dibujo lo hizo Haru 🖤 se lo pedí y es hermoso 🥺
A ver si se dan cuenta que escena es 🖤