Capítulo 4

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Buenas noches, te hablamos de el Centro de rehabilitación para enamorados, queremos informarte que tu solicitud fue aceptada. Debes acercarte al salón 357 el 1 del mes que viene (pasado mañana) luego de clases, exactamente a las 2:15 p.m ni un minuto más, ni un minuto menos. En caso de no poder concurrir debemos eliminarte de la lista de miembros. Te solicitamos que NADIE se entere de dicho encuentro, así como tampoco de que ahora eres parte de nuestro equipo, ya que esto también sería una razón para la eliminación. Te esperamos, y será un placer compartir momentos contigo. Un saludo, el equipo de CDRPE.

Observé a Frida leer una y otra vez el mensaje que me había llegado la noche anterior y que había visto recién a la mañana. Mi amiga frunció el ceño, como si lo que estuviera leyendo no lo terminará de creer y sus ojos me observaron con asombro. Luego, su vista volvió a recaer en el teléfono y pareció notar algo que la hizo estallar en carcajadas.

Me incliné hacia un lado, sobre el posabrazos de mi pupitre e hice una mueca sin entender su repentina actitud. Para nuestra suerte, la primer hora era libre por falta de la profesora de matemáticas, así que decidí aprovechar la soledad del salón para contarle la gran noticia.

Los cabellos rubios de Frida se movieron con agilidad ante sus fuertes movimientos debido a la risa que tenía, mientras se inclinaba hacia adelante sosteniendo su estómago con la mano libre. Le arrebaté mi celular de las manos y golpeé su brazo con fuerza.

—No entiendo lo gracioso —dije con indignación.

Frida me observó con los ojos llorosos y una sonrisa enorme, la ví intentar contenerse y secar unas pequeñas lágrimas con el dorso de su mano. Un poco de su delineador para ojos color azul se había corrido, pero no pensaba decírselo hasta que pasara al menos una hora, sería mi venganza por burlarse de mi.

Cuando su risa hubo cesado un poco, llevó su mano y la puso sobre la mía, con una mirada de quien le da el pésame a alguien, ladeó la cabeza y con total tranquilidad, soltó: 

—Te mandaron el mensaje a las 11:59 p.m —volvió a dejar escapar unas cuantas risas —Te... te... oh por dios, es tan gracioso... fuiste como la última opción, dijeron "Ay nos queda un lugar, a quién metemos?" "Oh dejemos que la chica rara ingrese y luego la sacrificamos primero"

Casi no podía hablar, pero bien que le había dado para hasta hacer diferentes voces en esa conversación que se inventó.

—Te odio —solté, pero si me causo risa.

Era cierto, también había notado que el mensaje había sido enviado un minuto antes de que se cumplieran los cinco días. Había corrido con suerte, aunque quizás simplemente esa gente había tenido tanto trabajo que  no habían tenido el tiempo suficiente para enviar los mensaje a tiempo. De todas formas, aquello no iba a quitarme mi buen humor. 

Volteé al escuchar la puerta del salón ser abierta y ví entrar a Jonathan con unas carpetas, este me observó con una sonrisa amable, su mirada se desvió y la llevo hacia mi amiga para observarla divertido, ella aún no advertía su presencia por seguir riendose de mi, pero a pesar de que merecía una venganza más cruel, decidí irme sin avisarle y dejar sola a los tortolitos. Frida no solía abrirse con facilidad, a decir verdad era toda una ecuación de matemáticas. A pesar de nuestros años de amistad, ella era muy cerrada respecto a sus sentimientos y pensamientos, y era la primera vez que la veía ser tan abierta ante sus sentimientos por un chico. 

Me deje caer en el césped, frente a la fuente con dos delfines en el patio trasero del colegio y decido tomar un poco de sol allí. Solté mi cabello de la coleta en la que estaba, me quité chamarra de hilo fino dejando solo un blusa de tiritas e hice lo mismo con los zapatos, utilicé la chamarra de almohada y me acuesté allí cerrando los ojos. Había olvidado mis audífonos, así que coloqué una canción por el altavoz pero lo suficientemente baja como para no perturbar a otros pocos estudiantes que se encontraban por allí.

Centro de rehabilitación para enamorados (Completa) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora