Si mi vida fuera una novela, el capítulo de hoy se hubiera llamado "Cómo perder a tu crush en con dos palabras"
Suspiré y deseé convertirme en una minúscula bacteria, al menos así el sexy chico frente a mi no notaría como me aplastaba con su zapatilla.
*4 horas antes*
Salí del club peor de lo que entré, en vez de esa gran organización ayudarme, me había dado una causa por la cual no dormir en la noche.
Alexander Rivero.
A ver, no iba a hacerme la tonta y decir que no sabía que el idiota me atraía, pero de atraerte una persona a gustar de ella, era algo muy diferente. No podíamos encasillar los sentimientos en esas dos cosas, me parecía un poco absurda la idea de "Si pensaste en esa persona cuando estabas feliz es porque te gusta y si no lo hiciste es porque solo es costumbre" ¿Tan básico era todo? Debía dar mi opinión en la próxima reunión, los grises estaban muy permitiros, y lo que yo sentía era un gris oscuro... muy oscuro y confuso, pero gris al fin.
Acomode mi mochila y caminé con lentitud hacia la parada de autobuses, si me apresuraba llegaría para ver la novela mexicana que pasaban a las cuatro, mi padre estaría durmiendo y mi madre en su reunión por videochat con las otras vendedoras de productos por catálogo. Si, era ama de casa, pero había encontrado un pasatiempo... no podía llamar trabajo a aquello, de diez productos que vendía, siete los compraba ella. Por suerte eso significaba mucho maquillaje que pedir prestado, aunque no lo usara, a veces me daba la loca por probar cosas nuevas, algo que terminaba con mi cara como la de un payaso y Savia junto a Anthony complotandose para que uno me agarre EN CONTRA DE MI VOLUNTAD, para que el otro me tome fotos y las publique en su Instagram. Bendito sean las lacras que tenía de hermanos.
—¡Naira!
Me volteé al escuchar mi nombre salir de una voz masculina, Matías se acercaba a mi dando trotes, era rápido.
Lo observe atenta, esperando que dijera algo, pero este solo llego a mi lado y me observó con una media sonrisa, parecía un poco indeciso.
—¿Qué sucede? —pregunté, y juro que no quise sonar mal, pero al parecer si lo hice.
Matías hizo una mueca y dio un paso atrás.
—No quise molestar —aclaró serio —, pero como tomamos el mismo autobús creí que quizás podríamos tomarlo juntos.
Asentí, me importaba poco tomar el autobús sola, pero prefería tenerlo a él a mi lado que a los viejos que solían subir luego de estar en el bar a cinco cuadras del colegio y que varias veces me habían observado como si yo estuviera ofreciendo mi cuerpo bañado de chocolate.
Matí, ay, me gustaba decir Mati...
Concentrate Naira.
Bueno, Matías me hizo señal de que comencemos a caminar y así lo hicimos, por suerte la parada quedaba en frente al colegio, cosa que agradecía, salir cansada del infierno para caminar cuadras eternas, tomar un autobús lleno de gente y luego caminar las diez cuadras que debía hacer para llegar a mi casa, no era algo agradable.
Al llegar a la parada nos sentamos, el chico a mi lado estaba callado, cosa rara, ya que cada vez que se me acercaba me daba charla, quizás por eso me caía bien, me gustaba hablar, podría comenzar con "¿Crees en los extraterrestres?" y terminar imitando el orgasmo de una tortuga.
¡Dios! A veces estaba segura que al nacer había estado sin oxígeno por unos minutos.
—Hoy luego del baile te note extraña.
La voz de Matías me quito de mi transe estúpido y estuve a punto de aplaudirlo para agradecerle que haya sido el primero en hablar y me hubiera evitado romper el silencio, ya que podría decirle cualquier cosa como "¿Ves el papel luego de ir al baño?" y sinceramente no creía que esa fuera una buena charla.
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Centro de rehabilitación para enamorados (Completa) ©
Novela JuvenilNaira solo quiere paz, tranquilidad y conseguir la beca para la Universidad. Por eso decide crear el mejor artículo para el periodo escolar, y se infiltra al club anónimo de su colegio: El Centro de rehabilitación para enamorados. Cuando su mayor pr...