Capítulo 18

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Bostecé por quichisienta vez, quería evitarlo, pero lo cierto era que me importaba muy poco los problemas de Marcos para tener sexo virtual. Lo único que me entretenía ante aquello era la cara de Matías observandolo como si no creyera lo que escuchaba.

Este abrió los ojos y la boca mientras se inclinaba hacia atrás y luego se acomodaba en su silla, levantó su mano y suspiró.

—Marcos —lo llamó, a lo que Agustín y Paula solo sonreían —, nosotros no somos un grupo de ayuda sexual.

Marcos bufó molesto y se cruzó de brazos.

—No sirven para nada entonces ¿Tengo que ser una pendeja que sale con un tipo mayor que la manipula o un pelotudo que no supera a su ex novia de hace años?

Todos nos quedamos estáticos, aquella indirecta muy directa había sido para Karina y Ramiro sin dudas, y no era para nada agradecido con lo que estaban haciendo. Hacía treinta minutos estábamos escuchando sus problemas sobre cómo hacer que su novia usara ropa interior sexy, o le dijera cosas vulgares, o por qué ella se molestaba de que juegue a ligar con tipas por internet. En mi opinión era un auténtico hijo de...

Agustín asintió haciendo una mueca, como si no se creyera lo que acababa de escuchar y se inclinó hacia adelante apoyando sus codo en las rodillas.

—No pusiste esto en tu formulario, Marcos —dijo este con seriedad —. Si nos hubieras dado tu problema real, no hubieras sido aceptado...

—Por eso mentí —confesó este sin una pizca de culpa.

El rubio tomó aire y rió sin humor.

—Estás expulsado —comunicó al chico.

Marcos rió sin creerlo y se recostó en el respaldo de la silla.

—No, o todo el colegio se enterara de lo que pasa aquí dentro.

Todos estábamos callados, la tensión y adrenalina se podían sentir en todo el ambiente, y debía admitir que tenía ganas de ponerme de pie e insultar a Marcos hasta más no poder. Nicolás a mi lado me dio un leve golpe en el hombro y lo observé, este se mordió el labio como quien muere por comer lo que tiene delante y me hizo una señal hacia Agustín, evité reír ante aquello, pero me fue un poco imposible.

—Tú hablas y eres expulsado —llevé mis ojos a Paula, la cual se puso de pie mientras recogía su cabello colorado en un moño —, si algún rumor sobre las personas que están aquí se divulga, eres expulsado, si insinuas algo sobre nosotros, eres expulsado. Firmaste un contrato de confidencialidad, Marcos —se cruzó de brazos al terminar de peinarse —, no es un juego, cada contrato fue a parar a manos del director, y si lo incumples, eres expulsado. No es amenaza, es advertencia, y gracias por quitarle el lugar a alguien que realmente podía necesitar estar aquí.

Sin decir más se volvió a sentar y Agustín se dirigió hacia Marcos, mientras que Matías se ponía a revisar unos papeles que tenía en una mesa a su lado, y al detenerse en uno comenzó a escribir en él mientras acomodaba sus lentes en el puente de su nariz. Al parecer aquellos se habían transformado de uso habitual, ya que desde el sábado pasado no había dejado de usarlos. Le quedaban bien.

—O te retiras o llamamos a dirección —comunicó Agustín.

Marcos sonrió con asco y enojo, nos dio una rápida mirada a todos y tomo del piso su mochila para salir de allí sin siquiera despedirse. 

Agustín volvió a su lugar y junto a Paula nos sonrieron con amabilidad, intentando bajar la tensión del ambiente.

—Perdón por eso —se disculpó Paula —. No nos gusta actuar así, pero debemos cuidar el club, y haremos lo que sea necesario.

Centro de rehabilitación para enamorados (Completa) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora