Capítulo 42

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La voz de Frida al otro lado de la línea seguía siendo constante, podía escucharla enfadada e histérica repitiendo una y otra vez que le dijera dónde había visto a Jonathan por última vez, o como se me había ocurrido meterme en aquel lugar, pero no podía responderle.

Tras leer aquel mensaje que acababa de llegarme, segundos después lo hizo una foto, y por primera vez no supe que hacer. No podía escapar en tacos y correr cuadras y cuadras, no podía reír ante una novia mayor, no podía meterme en un baño de un local de comida rápida y vomitar, o perseguir al chico que días atrás me traía embobada, estaba acorralada. Las opciones visibles no eran buenas, solo un laberinto que me llevaría al mismo calabozo.

Con los dedos temblorosos corté la llamada de Frida y marque al número remitente de aquel mensaje, la persona al otro lado había sido clara, debía llamarlo.

Solo fue un tono, y una risa varonil se coló por mis oídos causando escalofríos en todo mi cuerpo.

—Que rápida eres cuando quieres, nena.

Tragué saliva con nervios.

—¿Dónde está?

Hacerme la difícil no era una buena táctica, pero escuchar la voz de Aldo solo me causaba un asco inevitable.

—Esas no son formas de pedir favores ¿Alexander sabe que tiene una novia tan incontrolable? —rió con sus propias palabras —No, ese no sabe ni como dejar de ser un idiota.

Mi respiración agitada hacía un ruido espantoso y las fuerzas con la que estaba latiendo mi corazón no me permitía pensar con claridad. No tenía idea de que buscaba ese tipo, jugar, asustarme, demostrar poder, ser un hijo de puta. Lo único que tenía claro era que Jonathan se encontraba en algún lugar golpeado y con toda la cara ensangrentada, y yo necesitaba encontrarlo.

—¿Qué quieres? ¿Por qué tienes a mi amigo?

—Lo encontré merodeando en los alrededores —respondió con simpleza —. Bueno, mis chicos lo encontraron y Benjamín reconoció que lo había visto contigo hoy ¿Hay algo que quieras decirme? ¿Estuviste aquí?

No sabía que sería peor, mentir y que quedara como que el metido había sido solo Jonathan, o decir la verdad y ponerme el la boca del lobo, pero sin dudas tenía muy claro en la forma que debía actuar.

—Él no tiene nada que ver —tomé el nuevo gas pimienta en forma de pato que Thony me había vuelto a regalar tras perder el anterior. No sabía que podría pasar —. Yo le pedí que me llevará para buscar a Alexander.

—¿Alexander sabe qué estuviste aquí?

—No —solté de inmediato —, me fui antes de verlo. Me arrepentí —gruñí —. Escucha, Ese chico que tienes ahí solo fue a acompañarme y seguro se quedó preocupado por el lugar por lo que debió volver a buscarme.

Esperaba haber sonado convincente, necesitaba haber sonado así. Esa gente ya me daba miedo, y si Aldo se había atrevido a hacer aquello y dar la cara, era seguro que estaba al tanto de mi conocimiento sobre el negocio de las fotos y demás. No dudaba que encontrar a Jonathan le haya servido de estrategia para mantenerme callada. Era una clara advertencia de "te metes conmigo y no sales ilesa"

—Yo no tengo a nadie aquí —aclaró —. Tu amigo ya debe estar de camino al hospital por una denuncia anónima de un chico de voz sexy. Así que en cualquier momento de allí llamarán a sus familiares, nos encargamos de dejarle todos sus documentos y teléfono. El dinero fue para unas cervezas, pero lo merecíamos por el trabajo realizado —rió y yo solo quería escupirle la cara —. No soy tan malo como crees ¿o sí?

—¿A qué juegas? —me atreví a preguntar —¿Qué quieres? ¿Si temes que los denuncie por las fo...

—Eres interesante, Naira Romero —me interrumpió con tono libidinoso —, y esa es la única razón por la cual tu amigo no recibió un tiro. Pero esto no te saldrá barato, recibirás noticias mías muy pronto —suspiró e hizo una pequeña pausa en la que no me atreví a objetar algo —. Cuando quiero algo, lo obtengo cueste lo que cueste... cueste quien cueste. Descansa esta noche nena, y sueña conmigo.

Centro de rehabilitación para enamorados (Completa) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora