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Cogí su mano y la guié por las escaleras.
Volvía a sentir esa extraña adrenalina por todo mi cuerpo.

Una vez entramos a la habitación, cerré la puerta y encaré a Billie.
Sin decir ni una sóla palabra, las dos dimos un paso al frente y comenzamos a besarnos desesperadamente.

Sus manos se metieron bajo mi camiseta y se situaron en mi espalda mientras me apretaba más a su cuerpo.
Por Dios, volver a besarla era demasiado satisfactorio.
Su lengua se encontraba con la mía y sus labios eran tan suaves que me volvían loca.

No quise esperar más, no podía. Así que le quité la camiseta y me quité yo misma la mía bajo su mirada cargada de deseo.
Sus ojos se oscurecieron cuando repasó mi cuerpo lentamente.
Apoyé mis manos en sus hombros desnudos y la empujé suavemente a la cama, quedó sentada y me senté a horcajadas sobre sus piernas.

Volvió a besarme, enredé mis manos en su pelo y sus manos se encargaron de desabrochar mi sostén con rapidez.
Mis pechos quedaron a la altura de su rostro, y no tardó en llevarse uno de mis pezones a su boca.

Su lengua cálida hacía maravillas, y con mis manos en su nuca la apreté más contra mi.
Sus manos se fueron a mi trasero y con un hábil movimiento se puso de pié, se giró y me tumbó en la cama.
Dejó de besarme, nuestras respiraciones erráticas resonaban por toda la oscura habitación. Quitó mis pantalones y mis deportivas y me apoyé en mis codos sobre la cama.

La imagen de Billie quitándose sus pantalones frente a mi, arruinó de nuevo mi ropa interior. Volví a arruinarla cuando su cuerpo semidesnudo cayó sobre el mio, sintiendo todo su peso sobre mi.

-Joder, Billie... -gemí cuando sus labios comenzaron a besar mi cuello.

En ese momento, me dió absolutamente igual que volviera a dejar marcas.

-Me vuelves demasiado loca. -dijo subiendo hacia mis labios.

Su voz ronca inundó mis oídos.

Rodé sobre la cama y me senté sobre su pelvis, llevé mis manos a su espalda y la curvó para facilitarme el acceso al broche de su sostén.
Lo tiré por la habitación y me incliné hacia su cuello mientras sus manos se aferraban a mi trasero.

Nunca en mis dieciocho años de vida había sentido algo así, tanto deseo hacia alguien, tantas ganas de escuchar sus gemidos, sentirme deseada...

Quité su última prenda y quité la mía, y gemimos las dos a la vez cuando dejé caer mi peso sobre ella y nuestras zonas húmedas se rozaron.
Comencé a moverme sobre ella mientras la besaba con pasión.

-Cuando... ¿cuando llega... tu madre? -preguntó entre besos y suspiros.

-En una hora. -contesté bajando mis besos a su cuello.

Suspiró y enredó una de sus manos en mi pelo mientras que la otra permanecía en mi espalda baja.
Seguí bajando mis besos, y la boca se me hizo agua cuando tuve sus pechos a mi merced.
Con una de mis manos masajeé uno, mientras que en el otro comencé a jugar con mi lengua.

Succioné su pezón, lo mordí y mi mano dejó su otro pecho, comenzando a bajar por su abdomen.
Junté mi frente con la suya y tuve el honor de ver la expresión en su rostro cuando mi mano comenzó a masajear su zona.

-Me encantan tus visitas. -susurré.

-Creo... creo que vendré más amenudo. -contestó en medio de gemidos.

Introduje dos de mis dedos y comencé a embestirla lentamente.
La besé fugazmente y bajé mis labios hasta su abdomen, donde comencé a bajar hacia su zona con tiernos besos mientras sus manos se aferraban a mas sábanas.

Sus sonidos, su respiración y sus ganas, provocaron una corriente eléctrica por todo mi cuerpo.
Cuando mis labios llegaron a su zona, comencé a jugar con su botón mientras mis dedos augmentaban la velocidad.
Alcé la mirada y me encontré con sus profundos ojos azules. Por la expresión en su rostro y sus suspiros, supe que lo estaba haciendo bien.

Introduje un tercer dedo y augmenté la velocidad, estimulando a la vez su clítoris con mi lengua.

-Voy a... voy a... -balbuceó apoyándose en sus codos.

Sus paredes comenzaron a apretarse en mis dedos y no tardó en llegar al clímax. La miré mientras llegaba, y esas vistas quedaron grabadas a fuego en mi memoria. Todas las obras de arte del mundo deben de tenerle envidia, porque puedo jurar que ella es la obra de arte más preciosa.

Se dejó caer sobre la cama, su cuerpo tenía los últimos espasmos y su pecho subía y bajaba con rapidez. Escalé por su cuerpo mientras lamía mis labios, su sabor era ahora mi favorito en el mundo.
Llegué a la altura de su rostro y nos miramos a los ojos.

Una de sus manos se fué a mi mejilla y la acarició mientras una sonrisa aparecía en sus labios.
¿Podía ser más guapa esta mujer?
Incluso con el pelo revuelto y las mejillas rojas, estaba aún más guapa.

-¿Por qué me miras así? -susurré.

Augmentó su sonrisa.

-¿Así como? -contestó.

Negué con la cabeza y acerqué mis labios a los suyos, rozándolos lentamente. Pasé mi lengua por su labio inferior, lo succioné delicadamente y lo mordí.
Suspiró en mi boca y su otra mano se fué a mi otra mejilla, me acercó a ella y me besó.

Esta vez fué un beso lento, de esos en los que no tienes ninguna prisa.
Podría besarla hasta el cansancio, y lo peor es que nunca me cansaría de esos labios y ese sabor.
En ese beso tan lento y suave, llegué a la conclusión de que besara a quien besara, ningún beso podría compararse con ese.

Cuando nos separamos y abrí mis ojos, en sus ojos vi algo que no me gustó. ¿Miedo? ¿Tristeza?
Poco a poco se volvieron llorosos y apartó rápido la mirada.

-Tengo... tengo que irme. -dijo sentándose en el filo de la cama, de espaldas a mi.

La miré extrañada mientras veía como pasaba sus manos por su rostro, agoviada.

-¿Qué pasa? ¿He echo algo mal? -pregunté acercándome a ella y abrazándola desde atrás.
Dejé un beso en su hombro y otro en su cuello.

Negó con la cabeza.

-No, no es eso. -dijo seria.

Se levantó y buscó su ropa, poniéndosela mientras yo la miraba extrañada.
¿Qué había pasado?

-Billie. -dije levantándome de la cama.

Ella me ignoró y cuando reunió toda su ropa, comenzó a vestirse.

-Billie, espera. -dije poniéndome delante de ella, pero sus ojos no me miraban. -Oye... no sé que ha pasado, todo estaba llendo demasiado bien. Si quieres podemos habl...

-No. -interrumpió. -Nos vemos mañana ______, gracias por... bueno, gracias.

Bajo mi mirada triste se vistió con rapidez, peinó un poco su pelo, cogió su móvil y se fué sin ni siquiera mirarme.
Encendí la luz de la habitación y me senté en la cama.

¿Qué coño le pasaba? ¿Por qué ese cambio de humor tan repentino? ¿Vino sólo para eso?

En ese momento de debilidad y impotencia, vinieron a mi cabeza tres preguntas.

¿A dónde llegará todo esto?
¿Conocerla ha sido lo mejor que me ha pasado o el peor error de mi vida?
¿Por qué me afecta tanto la situación si entre nosotras dos lo único que hay es sexo?

Maldita sea _______.

I should've known || Billie EilishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora