Soy tú tormento, Alex

Que empiece en juego

Capítulo 7

Maratón 2/2

Los días han pasado como un torrente de agua en un rió sin control estos últimos 15 días.

Ver a Milagros todos los días ha sido una tortura que me ha estado consumiendo poco a poco ya que en momentos siento como si fuera Mileidy qué estuviera delante de mí.

Estoy consciente que es una locura, pero no puedo evitarlo. Sus gestos y hasta su forma de expresarse son idénticos-

Este suspira con anhelo y frustración a la vez.

Si tan sólo me hubiera dado tiempo cuenta antes de su inocencia, no habría cometido tantos errores. Y mi único objetivo hubiera sido hacerla feliz cuando tenía la oportunidad.

Ahora es tarde para mí, ya no estas a mi lado, no puedo demostrarte cuanto te amé ni cuanto seguiré amándote mi leidy.

Danis tuvo razón en decirme que no debía contratarla, pero yo de terco no le hice caso.

-Señor desea cenar de inmediato? - le preguntó el mayordomo como todas las noches.

-No joal. Y mi hija como esta.

-Ella se encuentra bien. Ahora se encuentra durmiendo.

-Gracias.

Se dirige a su despacho como ha estado haciendo desde que salió de aquel lugar de reposo en el que se encontraba.

Pasó más de una hora en el despacho para evitar salir tan rápido de aquella estancia.

Subió a su habitación como a las tres de la madrugada; al entrar su semblante decayó con solo ver la cama, sentir su aroma como si ella estuviera en ese lugar. Eso causo un dolor agudo en su corazón.

Todo en la casa le recordaba a ella. Debía reconocer que si este era un castigo de Dios por todo el daño que le había causado se lo tenía bien merecido.

La había destruido sin piedad sin darse cuenta que ella solo era una víctima más del juego perverso que les jugo el destino a ambos.

Aun así, nada justificaba sus actos ni la forma en que actuó durante estuvieron juntos.

Pasa de largo para darse una ducha larga para tratar de despejar los demonios que atormentan su alma y su mente.

Ese era su destino - piensa amargamente - ser atormentado por mis propios demonios.

Termina de ducharse e intenta dormir, pero él sabía que no lo conseguiría y así fue.

- Papi, papi. - entra corriendo Esperanza.

-Buenos días mi reina.

Alex toma entre sus brazos a su pequeña pelirroja que sonreía de oreja a oreja.

-Papi hoy me llevaras a la oficina.

-Hoy no mi vida. - la niña empieza a hacer pucheros para convencer a su padre.

Su hija era una niña encantadora, pero con un carácter fuerte y difícil nunca se rendía hasta que conseguía lo que quería.

-Mi vida no te pongas así. Hoy será un día muy ajetreado, no creo que pueda dedicarte el tiempo que te mereces.

-Papi tu dijiste que me llevarías hoy.

-Lo se mi vida, pero te llevare otro día vale.

- No yo quiero ir otro día quiero ir hoy - empieza a sollozar.

-No llores mi reina. Sabes que no me gusta verte llorar.

Ahora que hacía. No quería llevarla, no quería que ella sufriera al ver a la hermana gemela de la que ella aun considera su madre.