9. CONTUBERNIO

22 4 0
                                    

Izan

Sentado sobre una roca llana y rojiza apreciaba con melancolía las tierras olvidadas, el mejor que nadie conocía cuan atroz era para los exiliados sobrevivir en aquellas tierras donde su castigo era lento y agobiante. A pesar de los días transcurridos y de cómo había abandonado a su hija y a quienes debía su logro; nada de ello quedaba, el precio de su propósito le había costado todo cuanto tenía y construido durante toda su vida. A pesar de eso, no cambiaría de opinión.

—Te veo tan pensativo —expresó una mujer de cabello largo y amarrado por una cinta carmesí.

—Hay mucho que pensar. Lo menos que puedo hacer es llevar a cabo el segundo paso. ¿Cómo sigue tu herida?

Ella posó sus manos en el hombro izquierdo, luego bajó brevemente la mirada al suelo y habló con cierta preocupación.

—Izan, perdí mi brazo y un ojo como podrás ver. Era un precio que alguien tenía que pagar por lo que hicimos, mi gente muere de hambre, las enfermedades nos están matando, así que no me importa, valió la pena. Al menos estaremos mejor.

—No quiero que te conformes con esto. El resentimiento de los jóvenes que han nacido en estas tierras es hostil. Ellos ayudarán a tu causa si tú los persuades y les das un motivo para luchar.

—Es fácil decirlo. —expuso ella curvando ligeramente sus labios resecos—. No quiero que los reinos los estigmaticen más. Ha sido suficiente. Abandonaremos estas tierras para comenzar de nuevo. Iniciaste una rebelión, ahora termínala.

—Entiendo tus argumentos. Pero, ¿Cuánto estas dispuesta a soportar? ¿Y si caes? ¿Quién seguirá tu legado? Todo lo que defendiste se abra esfumado. Lluvia, es un largo camino, inspira a los demás y concibe la nueva era de los olvidados, —se detuvo antes de continuar—. Podrías acudir a tu hermana —dijo Izan con sarcasmo.

—¡Ja! ¿Crees que ha cambiado? Ella tendrá poder ¿y qué? Si la vuelvo a ver la mataré así que no, no ensuciare mis manos de nuevo para que al final me terminen por traicionar, a veces la familia se convierte en tu propio enemigo. Qué irónico creer en un vínculo ¿no? Pocos son leales hasta la muerte, el poder hace que la familia se mate y al final; acabar con una corona teñida de odio y sangre de vidas inocentes.

—No puedo contradecir lo que has dicho. Ya he cumplido mi parte, este es un adiós, espero que pienses mejor las cosas. No te arriesgues, busca a los otros líderes de las tierras olvidadas hay más de los que puedes imaginar, únete a ellos y vive...

—Lo haré por mi hija. Cuando la recupere alzaré la espada contra el que nos vuelva a separar. Te espera un largo camino Izan, todos ahora te ven como un desertor, aunque me gustaría saber cuánta verdad y mentira escondes detrás de tus actos.

—Mis propósitos son la verdad absoluta, no me importa manchar mi nombre, al final todos entenderán la razón de mi sacrificio, si es que no es tarde. Todo es por culpa de ellos... Los humanos son como plagas, destructivos, letales e inconscientes de sus acciones. Solo espero que la Tierra pueda descansar de ellos o lanzar su furia para demostrarles lo minúsculos que son ante ella y la forma cruel en la que han estado destruyéndola, también siente dolor y ahora esta muriendo... 

Una joven cubierta con una túnica gris y parchada llegó a interrumpirlos.

—Las niñas están listas, tienen a la chica adormecida con un conjuro. Y el chico aun no despierta...

Cuando se retiró se quedaron callados por varios minutos antes de que comenzaran a caminar.

—Ese chico estuvo todo el día preparando esas runas malditas. Es muy leal a ti. —reconoció ella aquella entrega de lealtad.

—El único que comprende la situación y está dispuesto a morir como yo. Pronto llevaré a cabo la primera extracción de energía libre de Eileen, dile a las jóvenes que se preparen. En cuanto a ti, espero que tu cuerpo resista la energía que depositaré en ella. Te enseñé lo necesario el resto depende de tus dones. En cuanto ocurra nos marcharemos de inmediato antes de que puedan detectar la energía vital de Eileen.

Pronto descendieron de la montaña, al bajar se encontraron con pequeñas aves muertas y varias ardillas chamuscadas por una apertura oscura. Los humanos... inconscientes de la destrucción causada por sus actos. Cuando por fin cruzaron un puente de madera vieja, Izan observó el rio que estaba bajo sus pies fluyendo con una intensidad sorprendente. Siguió a Lluvia con pasos acelerados.

Llegaron a la pequeña ciudad de los olvidados. Casas viejas y áureas, recorridas por un aire desconsolado y yermo. No merecían vivir de ese modo. Sin ganas de seguir observando persiguió su sombra entrecortada por los árboles secos. Se acercaron a la casa de Lluvia, un joven aguardaba su llegada.

Cuando ingresaron el frío de un corredor largo envolvió su cuerpo, llegó a la habitación donde Eileen se encontraba, estaba recostada sobre una roca ovalada las niñas estaban sentadas a su lado. Lain apareció con la cara pálida y sudorosa. Asintió con la mirada, levantó las mangas de su camisa dejando entrever unas líneas atravesadas por círculos unidos por unas flechas rojizas.

—Empecemos —indicó Izan acercándose a Eileen.

Lluvia dio la vuelta dejando caer parte de su ropa por debajo de la cintura. El joven la sostuvo por delante, mientras las niñas posaban sus manos sobre los brazos de Eileen. Izan extrajo una perla oscura dentro de un balde lleno de agua, la dejo caer sobre el cuerpo. Pronto una bruma negra emergió a su entorno, la oscuridad oscilante devoró los pequeños rastros de luz, luego pronuncio:

Sucesión maldita surge ante el poseedor de las cadenas de la vida, libérate ante tu nuevo dueño. —las palabras recitadas en un idioma conocido solo por él evocaban magia antigua y maldita.

—Ahora Lain.

Lain extendió las manos sobre Eileen y las niñas respondieron liberando un rombo donde ella fue encerrada, unas cadenas emergieron del cuerpo de las menores recorriendo el cuerpo de Eileen. La energía comenzó a fluir de su cuerpo. Una sacudida fue sintiéndose a su entorno, pronto la espalda de Lluvia denotó la figura de un árbol rodeado de diamantes.

Eileen despertó gritando por el dolor de las cadenas malditas. Aquello provocó que Lain e Izan usaran más energía, no pudieron hasta que las niñas se transformaron en pequeños lagartos con colas espinosas, tomaron el cuerpo de ella para luego quemarlo con llamas oscuras, aulló de dolor. Izan no quiso imaginar vivir algo así, sabía que las niñas destrozaban la cordura y el alma de ellos. Al quedarse inconsciente drenaron la energía hacia el cuerpo de Lluvia, cuando lo recibió comenzó a jadear. Su espalda comenzó a arder, sus quejidos aumentaron hasta que la llama oscura calcinó parte de su espalda, cayo de rodillas al tiempo que escupía sangre de la boca.

—¡Esta hecho! Hora de irnos —ordenó Izan, apoyando a Lain en su hombro.

Las niñas terminaron el conjuro, luego invocaron un portal. Llevaron a Eileen con la roca.

—Gracias Izan. —No hubo respuesta de su parte, se despidió en silencio.

Lluviatenía un don peculiar como pocos, digna de una descendencia familiar continua. Izan ahora debía esperar a los otros ycontinuar con su nuevo designio

ADMONICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora