14. PERSEVERANCIA

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Caleb

Las cicatrices marcadas en su corazón estremecieron cada rincón de su cuerpo al reconocer aquella criatura que mostraba una fiereza frente a él. Y ahí estaba él observando al Hyadum. No se equivocaba. Aun lo recordaba, la cicatriz en su espalda jamás lo olvidaría. Era el mismo que había asesinado a sus padres, ahora que se encontraba frente a él; quería matarlo. vengar a sus padres era una promesa, ganaría poder volver a estar con Eileen. Nada deseaba más que eso. Esa era la mejor oportunidad para ajustar las cuentas con el monstruo que le había robado la felicidad.

—¡Enséñame lo que tienes escoria!

—La única escoria aquí ¡eres tú! Me quitaste a mi familia. Ahora es mi turno acabar contigo. No soy ese niño de antes. —Matizó Caleb con furia.

Caleb se preparó para atacar.

Hizo un salto dinámico hacia el Hyadum desatando en su cuerpo la intensidad de su ira, pero la criatura lo evadió con rapidez, como si le perteneciese cada gota de esa velocidad. Caleb dio un giro para abalanzarse encima del centinela otra vez, el resultado fue un puñetazo letal que lo envió directo hacia un cúmulo de pilares desechos y entrecruzados que intensificaron el golpe haciendo que su espalda crujiera hasta expulsar aire de sus pulmones.

Escupió Sangre por la boca.

—¡Parece que el juego terminó! —El Hyadum sentenció aquellas palabras llenas de malicia y plantándose delante de él sin un rasguño con lo que afirmaba su gran fuerza.

—Apenas comienza. —Rebatió Caleb levantándose del suelo cubierto de polvo.

Aquel golpe le había dolido. Por un momento su cuerpo estremeció ante su adversario, recordó que Padme le había enseñado golpes cercanos. El combate cuerpo a cuerpo era su fortaleza. Pensó que debía de debilitarlo de esa manera. Tomó postura para atacar nuevamente. Esta vez fue el Hyadum quien se aproximaba él con una violencia brutal. Rápidamente Caleb alistó una flecha en dirección a él, intencionalmente fallaría debido a que contenía gas venenoso.

El ángulo de la flecha enmarcó varios milímetros para que el efecto causara mayor resultado, aquel monstruo creyó que Caleb había fallado. Sin embargo, el gas explotó al hacer contacto con la tierra liberando una bruma blanquecina que envolvió al centinela. Duraría poco, aun así, era una oportunidad que no podía desperdiciar. Caleb fue directo al Hyadum mientras trababa de salir del gas venoso. Dio un salto preparando su puño con una fuerza abrumadora y letal que obligó al centinela a chocar contra el suelo.

El Hyadum externó el dolor en su rostro frívolo, tan pronto como respiró con hosquedad se levantó, la finura de sus labios negros marcó una sonrisa mordaz; y solo era una señal de que se había recuperado sin dificultad. A Caleb se le acababa el tiempo. Debía crear una abertura o moriría. El centinela puso rígido su cuerpo como una roca, y al tomar una bocanada de aire liberó una presión en ebullición al tiempo que sus cuernos se tornaban de color rojo, segundos después escupió fuego de su boca. Caleb al verlo reaccionó de golpe haciendo que su cuerpo se moviera rápidamente, respiró aliviado al haber esquivado esa flama, un poco más y le habría quemado gravemente.

—No eres el único con esa clase de poderes.

Caleb sacó otra de sus flechas explosivas apuntando en dirección al monstruo mientras sus piernas se encargaban de moverse con soltura para evadir el fuego que lanzaba la criatura, dejando, además que sus manos perfilaran la flecha hacia el cuerpo del Hyadum con una puntería certera y mortífera. El impacto fue directo a su corazón estallando con una potencia increíble, Caleb se alejó hacía unos escombros y poniendo en guardia, al quedarse quieto liberó una respiración profunda que dejó saber lo exhausto que se sentía, con la respiración agitada, trató de ver entre los restos de los pilares a su contrincante, al verlo en el suelo, percibió un alivio reconfortante.

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