24. CONFRONTACION

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Después de un largo recorrido, llegaron ante una enorme piedra cubierta por musgos secos, media alrededor de treinta metros de altura o más; aunque de ancho parecía interminable, era enorme. A partir de ahí no había más nada. A la derecha e izquierda solo un inmenso muro sin fin. Todo parecía adusto a comparación de la sección anterior. Raizel no pudo descifrar como iban a salir de ahí. En el suelo había una pequeña roca que Nait estaba sacudiendo, era obvio que sabía cómo entrar.

La roca levitó delante de él dejando ver Ella la imagen de una flama ardiente y la silueta de una estrella atravesados por una espada. Nait colocó la mano encima, la piedra comenzó a emanar una vibración audible al tiempo que se teñía de un color plateado. Un sonido retumbó desde la colosal piedra, se sintieron unos temblores notorios bajo sus pies que daban lugar a un pasaje angosto que se abría entre la enorme roca, como si alguien la hubiese cortado abruptamente.

—¡Vamos! —Exclamó Nait—, no tenemos mucho tiempo antes de que se cierre.

Fue el primero en entrar acelerando sus pasos, luego comenzó a correr. Los demás lo siguieron a la misma velocidad, fue extenuante. Igual que una maratón en una olimpiada. De cierto modo le dio algo de risa, era como si competiesen para ver quién era el más rápido, un instinto de competividad apremiante.

Raizel se sintió animada al ir detrás de ellos. Pero algo arruinó aquella competencia, la roca comenzaba a volverse más angosta, aceleraron el paso, afortunadamente ella había notado la claridad hacerse grande a media que se iba acercando. Su aliento jadeante y acalorado por la adrenalina aumentó cuando corrió tanto como sus piernas le permitían. Lanzó un grito en sus adentros al ver la piedra cerrarse, no supo si en aquel instante sería aplastada. Hasta que alguien le sujetó los brazos. Cayó al suelo con el corazón galopando a todo pulso contra sus huesos. Al levantar la vista, los ojos azules de Luka la miraron con aplomó.

—Gracias.... —Raizel aún seguía con la respiración frenética.

—¡Un poco más y quedas aplastada!

—No lo hubiese contado de no ser por ti. —Él la levantó con cuidado.

—¡No es nada! No eres muy atlética, aunque podrías mejorar tu resistencia con la práctica. —Dijo Luka Apartando la vista a ningún lugar en particular.

—Creo que debo tomar en serio tus palabras, mi resistencia es deplorable así que... tendré que trabajar duro.

Luka rio. Luego se incorporó delante de ella limpiándose la ropa polvorienta. Raizel por su parte sintió el frio suelo rocoso en la que sus manos posaban al levantar la vista no supo que pensar.

—¡Qué diablos! —expresó Raizel titubeando—. Unos cientos de metros delante de ella había una monumental brecha.

La enorme grieta produjo un eco sonoro que se elevó gradualmente en algunas pendientes rocosas y se desvaneció en el aire impávido apenas existente. Tanta quietud parecía abrumadora. La llanura rocosa de tonalidad grisácea y casi quemadas no había revelado nada de esa nueva sección que se sentía sin vida, su cielo amarillento y el movimiento arremolinado de las nubes predijeron el pasar del tiempo con una fluidez jamás vista por ella. El horizonte pétreo le hizo preguntarse quién era el centinela que resguardaba aquel lugar desolado. Observó brevemente unas rocas filosas que podían herirles si llegasen a caer sobre una de ellas.

—Avanzaré. —Dijo Tairy dando pasos lentos y prevenidos.

—No seas imprudente—Advirtió Dimitri, pero Tairy solo hizo un movimiento de afirmación que negaba el posible peligro que se ocultaba en alguna parte del lugar.

Raizel comenzó a caminar, al preguntarse como harían para llegar al otro lado, supo que no tenía la respuesta. S u temor era saber quién resguardaba la sección. Al dar otro paso hacia adelante algo se movió bajo sus pies. Sus ojos parpadearon para asegurarse que no había alucinado. Vio varias líneas doradas moverse una contra la otra en sentido contrario, luego otras franjas violáceas surcaron en suelo con movimientos contraídos entre cuadros líneas y rombos. Segundos después se desvanecieron sin dejar rastro alguno de su hipnotismo celestial.

ADMONICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora