32. TRAVESÍA

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Varios jóvenes ingresaron con jarras de limonada, por un momento el silencio impasible fue derrotado por el ruido de los cristales y el hielo; Zed le entregó un vaso lleno a Raizel luego se sentó a su lado.

—¡Estupendo! —Soltó con tranquilidad—. ¿Cómo lograron construir todo esto? Tiene un toque medieval y a la vez moderno.

—Nuestros líderes se han esmerado en cambiar ciertas cosas, aunque no todos están de acuerdo. Ellos iban con frecuencia a la tierra y estudiaban a los humanos, y su forma de vida. —Raizel tomó varios sorbos de limonada luego continúo hablando—, nuestra forma de vida no es tan diferente a la de ustedes. Estar a la vanguardia con la infraestructura de los reinos es indispensable para mantener el orden y los estándares de vida propios para cada Clariano.

—Todos ustedes parecen muy llamativos, son seres diferentes, muchos tienen ese aspecto como el de los vampiros.

—¿Vampiros? ¿Quiénes son? Me estás diciendo que en las ciudades existen seres diferentes a los humanos. ¿Cómo es que nosotros no los hemos detectado?

Raizel estaba sorprendida e incauta, era inusual para ella escuchar eso. Primero salía con alienígenas, ahora vampiros.

—Hay muchos libros que hablan sobre ellos, algunos son hermosos y otros muy feos y pálidos. La descripción concuerda con muchos de ustedes. La única diferencia es que ellos viven de la sangre humana.

—¿Sangre humana? —Dijo bebiendo el último sorbo de limonada—, creo que los humanos tienen muchos enemigos.

—No creas todo lo que escuchas —indicó con tono inseguro—, somos seres peligrosos. Si queremos sobrevivir solemos mostrar nuestra verdadera naturaleza.

—¡Todos lo hacemos! —Afirmó ella.

—¿Puedo pedirte algo? —Le lanzó una mirada picara—, Quiero conocer este lugar, es demasiado intrigante para mí. Será un sí y solo sí. —articuló cambiando de tema.

—Estaba esperando que lo pidieras. ¡Será un placer! —Afirmó Raizel devolviéndole una sonrisa de complicidad.

—¡Eres la mejor! —admitió dándole un codazo.

Raizel no pudo evitar estar emocionada. Tenía mucho que mostrarle a Zed. Lo que el observaría sería encantador, y lo sabía de antemano. Ya quería que la luz del sol iluminará el cielo añil para mostrarle el asombroso mundo de Clarus.

—El concejo los espera. —Surgió la voz de Eudett entre la puerta semiabierta—. ¡Síganme!

Eudett los observó luego desvió la mirada hacía el corredor derecho. Se apresuraron para seguirle el paso. Ella caminaba firmemente con una destreza admirable, ese día vestía sin su armadura lo que parecía un poco extraño, pero Raizel se aseguró de estudiarla de arriba hacia abajo, llevaba puesto un pantalón de color beige y una blusa blanca manga larga en conjunto con un chaleco negro combinados por sus botas del mismo color. Su cuerpo atlético era perceptible con la ropa que la cubría.

Pronto se fueron acercando a la cámara de reunión usada para actividades muy relevantes. Al ingresar, Padme era la única que estaba sentada mientras que el resto de miembros del concejo se encontraban de pie. Nouri estaba cerca de Ametz el líder del Clan Terre. Era la primera vez que lo veía. En la reunión anterior él no se había presentado. Llevaban las túnicas negras. A excepción de Dimitri.

—Tomen asiento —invitó Ametz con tono calmo.

Ametz no era tan alto, su cabello largo, liso y gris aparentaba un mejor cuidado que la cabellera larga de Raizel. Sus ojos negros conjugaban con las facciones de su rostro terso y ovalado, el lunar cerca de su boca fina y delgada le daban un toque atractivo que en sus años de juventud habría derretido a más de una damisela. Le calculaba unos mil años Clarianos. Por fin los miembros del concejo se sentaron al unisonó del resto, mientras que Eudett se quedó custodiando la puerta al tiempo que otro muchacho le llevaba una silla para que tomara asiento.

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