ADMONICIÓN

EPÍLOGO

Lara

La tierra comenzó a sacudirse bajo sus pies, los autos activaron su alarma provocando el sonido que Lara temió más que nada. Un terremoto... Sus pies temblorosos tardaron en reaccionar antes de echarse a correr, los gritos de las personas tratando de huir fue sosegada por los escombros que cayeron encima de ellos. Su mirada horrorizada la arrastró hacía unos autos, al caer al suelo uno de los escombros alcanzó su pierna dejándola atrapada. La muerte danzó por todos lados, los sollozos de súplica, de miedo y de dolor acometieron sin clemencia alguna. Varios estruendos recorrieron el cielo oscurecido por las nubes. Lara parpadeó tratando de discernir si aquello que veía era real o no... Como si una película fantástica tomará forma mostrando un mundo apócrifo e irreal. Un castillo descomunal apareció entre las nubes como el reflejo de un espejo, la densidad del bosque que amurallaba su entorno proporcionaba una vasta vegetación.

Envidió aquella naturaleza verdosa. Pues donde se encontraba los grandes edificios se habían encargado de reducir cada centímetro de vida vegetativa. Ahora el humo era el que dominaba el cielo que alguna vez relució tan azul como el mar. En su sufrimiento creyó que los humanos merecían un castigo por su indiferencia. Puesto que alguna vez el cataclismo llegaría por fin a mostrarles a ellos lo pequeños y vulnerables que eran ante la furia de la tierra.

Pensó en sus hermanos pequeños siendo aplastados por la infalible realidad. Inocentes, se tapó la boca mientras sus lágrimas recorrieron sus mejillas sucias. La discusión con su madre la llenó de culpa, solo suplicó que ella estuviese con ellos, y que su padre fuera sepultado por los escombros, tal vez era imperdonable pero no les volvería a pegar nunca más...

Se preguntó si aquel desastre era solo en su ciudad o a nivel mundial, ¿era el preludio del apocalipsis mismo? ¿o solo una advertencia de algo que nadie esperaría? ¿Habría alguien grabando el suceso? Cuantos miles de muertos en un solo terremoto... y los que seguirían por el tsunami, estar cerca del mar era otro problema. Cuestionó si al final lograría sobrevivir. Cuando se libró del escombro no pudo caminar, la sangre bombeó con fuerza haciendo que jadeara por el dolor. Entonces;

Ella volvió a mirar al cielo, luego una luz azulada recorrió el perímetro del castillo como una línea gruesa llena de rayos dorados en su contorno. Cuando desapareció las luces se apagaron por completo dejando un silencio profundo en medio del terror desatado por el terremoto. De pronto un agujero se abrió de nuevo en el cielo dejando caer un rayo de luz envuelto en llamas a varios metros de ella, causando un espasmo como la alteración de la gravedad.

Un bebé estaba desnudo en medio de unos escombros, que pronto se apartaron del infante, ella no pudo creer lo que veía, fueron desplazados por una fuerza desconocida como hojas volando entre el viento. Al verlo ahí, sintió temor. Pronto el cuerpo del niño emitió una luz dorada, al tiempo que su cabello se tornó blanco al igual que su piel, casi reluciente. El niño desvió la mirada hacia ella penetrando su piel con aquellos ojos dorados como el oro. Luego un agujero se abrió debajo de ella.

Sus ojos se congelaron cuando otro estruendo cayó en el mismo lugar, esta vez, era un hombre que llevaba consigo una túnica negra, sacó entre su ropa una espada reluciente como el arcoíris, el tiempo se detuvo... El niño fue envuelto dentro de una burbuja dorada, las llamas fueron esparciéndose por todos lados, las personas a su alrededor se volvieron cenizas, Lara forcejeo tratando de liberarse de la tracción del agujero, fue imposible. Entonces; la espada fue implantada hacía el pequeño.

Unos estallidos de relámpagos pequeños se distribuyeron a varios metros de ellos, la espada logró atravesar la burbuja desatando un torrente de sangre dorada en todo el lugar, el niño fue rompiéndose como un cristal hasta volverse polvo. La espada del hombre se volvió oscura, movió las manos creando una abertura verdosa donde desapareció...

Lara gritó pidiendo auxilio, sintió ahogarse al tiempo que experimentaba su piel ser consumida por el fuego. El agujero se cerró desbordando una oscuridad inquietante que dejó su cuerpo con una sensación de pesor insufrible; tanto que no pudo mover ni un dedo, poco a poco fue consumida por un cansancio desproporcional que la desconectó de todo...