26. OBSTÁCULOS

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Una ráfaga de aire llenó los pulmones de Raizel en segundos, reaccionó emitiendo un sonido entrecortado al toser. sus ojos se acoplaron al cielo rojizo al tiempo que se levantaba del suelo. Percibió una sensación diferente, su energía se había renovado. No sabía a qué se debía esa evocación de sentirse mejor que nunca. No tenía idea de cómo había llegado de otro lado... pero agradeció a los dioses por haber obrado en haberle permitido llegar de alguna manera. Raizel vio del otro lado a Belankrab, se horrorizó por lo que divisaba. Tairy, Nait, Luka y Zed se veían agotados y heridos. Dimitri seguía tan persistente que aquello le lleno de valor. Belankrab se acercó a ellos, pensó que iban a morir. Lo único que hizo fue gritar con todas sus fuerzas.

—¡Oye! ¡Estoy aquí! —antes de que el los aplastará Belankrab se detuvo. ¡Lo había logrado!

Dimitri; quien aún estaba de pie quedó inmóvil.

—¡Ven por mí! —Gritó nuevamente.

—¿Cómo has llegado allí? —La voz telepática de Belankrab penetró la mente de Raizel.

—Los milagros ocurren. —respondió ella con una seguridad que ocultaba su miedo.

A pesar de que le dificultaba pensar en las cosas que había pasado sobre su repentina aparición del otro lado del acantilado, sabía cuál era su misión; ir por el Delta Luminoso, era ahora o nunca. La voz del centinela advirtió:

—No sé cómo pudiste hacerlo, encontrar la puerta cuando esta no existía como tal en esta dimensión. Debes estar consciente que al no obtenerlo tus amigos quedarán encerrados en la prisión maldita por siempre.

Ellos fueron atraídos por una fuerza dentro de aquella jaula que Belankrab llevaba, pronto comprendió porque era maldita. Los cuerpos de ellos se convirtieron en capas arenosas que se iban diluyendo entre sus cuerpos como un reloj de arena.

Aun sabiendo el peligro, dio la vuelta para ir hacía la entrada del Abaddon. A unos cuantos metros de donde se encontraba había una inmensa roca arenisca, las demás rocas parecían oscuras a diferencia de ella. Se dirigió a la piedra, al acercarse notó una forma ovalada en su centro, al hacer contacto; el suelo tambaleó ligeramente, pronto se evaporó todo a su alrededor, bajo sus pies las vibraciones como agua fueron siguiéndola a cada paso que daba, trataba de encontrar la salida o a donde debiese de ir, no existía mas nada, solo el agua transparente debajo de ella, como si aquel mar cristalino no tuviese siquiera fondo.

Algo le llamó la atención, el sonido de una corriente de agua podía percibirse a la distancia. Siguió caminando hacia adelante poco a poco, el sonido se hizo más fuerte; atravesó de la nada una barrera invisible, al hacerlo vio finalmente la corriente. Raizel tragó saliva. Un árbol seco y encorvado que formaba un arco gigante dejaba caer entre sus ramas agua traslucida, lo desconcertante era que en el arco varias flamas de fuego goteaban sin cesar. Un poco tensa decidió avanzar e intentar cruzar el agua, aquello podía ser una puerta a otra dimensión. Tomó aire y corrió rápido, un pequeño quejido se escuchó de sus labios al caerle varias flamas.

Al atravesar el arco de agua llameante; algo se activó. Una abertura fue abriéndose, el sonido de una piedra se escuchó entre la poca claridad de donde se encontraba, pareció pesado. Un aire polvoriento empapó el rostro de ella antes de que una luz tenue alumbrara por completo como un el cielo nocturno iluminado por la luna en la crisálida tierra de Clarus.

Raizel siguió la abertura de luz. Tomó una postura firme y siguió con rapidez cuando de pronto el albor se vio devorado por la oscilante oscuridad. Un silencio solapado por la nada gobernó el lugar, ella en aquel instante pudo escuchar su propia respiración. Quiso buscar algo en su mochila, hasta ese momento sintió la falta de peso en su espalda. No había notado que ya no estaba. Trató de encontrar la pared de rocas para sostenerse y poder caminar. La había encontrado. Caminó dando unos pasos con recelo hasta que su pie se tropezó con una roca, luego continúo. La luz surgió de nuevo cegándola por completo, al dar otro paso cayó a unos centímetros del suelo. Había logrado salir. Se levantó y sacudió su ropa húmeda.

ADMONICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora