Raizel y Zed estaban por adentrarse entre los árboles que cubrían gran parte del hogar de los Clarianos. Había varios árboles de bellasombra y otras clases de plantas altas y frondosos, siguieron a toda prisa, lo único que pensaba Raizel era encontrar una puerta dimensional para llegar a Witchlight. Entre la prisa y sus nervios perdió interés del panorama que la rodeaba hasta que una voz hizo que se detuviera.
—¿Raizel cómo les ha ido? —Preguntó la señora Eire. Tan distinta a todos los Clarianos. La única de cabello blanco como la nieve y ojos blanquecinos y piel morena, como si el sol se hubiese empeñado en colorear su piel. Su baja estatura de algún modo no pasaba por desapercibido. Sin embargo, era hábil. Pues era una general retirada que aun custodiaba las afueras del reino por placer.
—¡Lo hemos logrado! —sonrió—. Debemos irnos, nos están esperando, pero me tranquiliza verte.
—No los detengo más tiempo. ¡Váyanse!
—Todos son muy llamativos, este parece ser un lugar bastante peculiar. —Expuso Zed observando a los Clarianos pasar.
—Puede ser —respondió ella sin voltearlo a ver—; aunque estos años muchos han nacido diferentes, lo cual ha preocupado a nuestros líderes, supone un problema grande. Lo mío no es tan grave solo nací sin desarrollar bien mis dones, esto no me permite brindar mi energía como los demás.
—La parte de la dar tu energía... no lo comprendo, pero creo que debería alejarme de ti o podrías contagiarme con tu mala suerte. —recitó Zed comenzó a correr.
Raizel se rio a secas. Podía ser cierto. Dejó de pensar en ello cuando vio la puerta cerca de una tienda de alimentos, corrió hacía ella abriendo la puerta para cruzarla enseguida. Ahí estaba Witchlight. Entre los árboles se notaban sus dos torres en forma de conos.
—¿Ahí vamos verdad? —Advirtió Zed—. Pero hace unos mementos estábamos en la ciudad. Quiero una de esas puertas en mi apartamento.
—Podrías, pero no creo que funcione en tu mundo.
—Solo tenías que decir que sí. Eres tan buena matando mis ganas de soñar.
Ella se volvió a reír. Parte de eso era verdad, Raizel no tenía un sentido de humor aceptable, su boca solía acabar con la fluidez de una conversación.
Llegaron a la entrada principal donde el túnel de árboles de jacaranda los recibía junto con el céfiro matinal que hacía danzar a las flores de los arboles floreados y que cayesen al suelo y otras se dejaban llevar por el aire hacia los lados quedando posadas en el herbaje verde. Raizel sintió alivio al observar todo sin alteración alguna, los estudiantes de nuevo ingreso lucían muy animados.
Varios chicos hablaban sobre sus asignaturas mientras ingresaban al edificio, ellos estaban cerca de entrar también, antes de eso volteó la mirada hacia otros jóvenes nuevos que combatían contra veteranos. Aunque ella había presenciado el más importante. Zed pareció interesado, pero Raizel no lo llevaría, los retrasaría más. Y al girar al lado izquierdo, un grupo de chicas iba acercándose. Al ver la cabellera rojiza supo quién era.
—¡Hay no! justo ahora ¿Por qué? —Declaró incomoda.
—¿De qué hablas? —Zed la observó en espera de una respuesta que le diera a entender la situación.
—No es nada. Solo démonos prisa.
Aime estaba lejos de la llegar a la entrada junto a las demás que la acompañaban. Raizel creyó que ella y Zed no se cruzarían con ellas.
—Miren quien está de vuelta. —Aime habló en voz alta y burlona—, no te esperábamos tan pronto querida.
—¿Cómo vas con tu entrenamiento? —Raizel levantó la mano para saludarla.
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ADMONICIÓN
FantasyPortada elaborada por @Meganhezert LIBRO -I- TRILOGÍA "GLORIA Y DESTRUCCIÓN" Un mundo atado a una maldición empieza a desmoronarse por los actos humanos en contra de la Tierra. Para mantener el balance en Clarus y evitar su extinción emerge la po...