La oscuridad oscilante a la nueva dimensión era tan silenciosa que no pudo percibir nada. Sus sentidos parecían no comprender esa nueva dimensión. A la distancia percibió el destello de una pequeña estrella, le alegro, pues la oscuridad era deprimente y abominable. la gravedad la hizo flotar, el cuerpo comenzó a pesarle cuando se impulsaba su cuerpo hacía la estrella. De un momento a otro, cayó a una nueva dimensión como si la hubiese succionado un remolino, fue demasiado rápido que apenas tuvo tiempo de llevar aire a sus pulmones, pronto le ardió la cabeza al quedarse sin oxígeno, abrió los ojos después de no percibir la ráfaga de aire vibrante y fuerte entre las dimensiones, se había detenido.
Sus ojos llorosos le hicieron ver una silueta borrosa, al adaptarlos lo vio fijamente. Era un niño; estaba llorando. Su ropa desgastada y su cara sucia le hacía verse triste y abandonado. Se encontraba echado al suelo sujetando fuertemente sus rodillas, la gente al pasar susurraba al verlo, pero nadie hacía nada. Raizel no pudo reconocer el lugar donde estaba. Al inspeccionar detalladamente la zona se quedó asombrada. Los edificios imponentes, calles amplias y lustrosas acicaladas por árboles en todo su trayecto le parecieron magníficos. No los había visto en ningún lado de Clarus, al menos no de esa forma. Al meditarlo por un tiempo estuvo segura de creer estar en una ciudad habitada por los mortales, aunque desconocía el nombre de la ciudad.
Al prestar atención el cielo azul con rasgos de humo contaminante percibió que el día con una fluidez diferente. Aquel aspecto fue cubierto repentinamente por nubes tomando un tinte entre una tarde nublada a una madrugada, era insípido observar todo ese lugar, los objetos en cuatro ruedas perecían no acabar nunca. Raizel se preguntó si se encontraba en los sueños o recuerdos de alguien. ¿Y de quién? Raizel volvió su vista al pequeño cuando se levantaba del bordillo en el que se encontraba, miró hacia la izquierda y luego hacia la derecha. Su mirada desconcertante dejó un aire misterioso en ella. ¿y su madre, donde estaría? ¿Lo había abandonado?
Que los mortales fueran capaces de traicionar a su propia sangre ante la hostilidad de la vida le provocó rabia. Raizel cuestionó si, ¿todos los seres humanos eran así? De pronto el pequeño dio la vuelta, dirigiéndose hacia la derecha de donde se encontraba ella, optó por seguirlo. Sus pasos eran cortos y derrotados por la tristeza en sus ojos la desconcertaron. Estaba por doblar una esquina cuando alguien lo sujeto del hombro. La mirada del pequeño se volvió gélida, el aquel hombre vestía un traje gris, muy elegante, pero su semblante advertía ser una persona déspota. Se acercó susurrándole algo al niño, a lo que asintió casi estático ante el miedo que externaba.
Él niño subió a uno de los objetos rodantes que estaba esperándolos. Raizel se vio sentada junto a ello de manera espectral, aun no estaba segura de creer en un sueño o quizá el recuerdo de otra vida... O si se había perdido entre las dimensiones que parecían inacabables. Al fijar los ojos en el hombre, denotó un aire molesto, el chofer que conducía le pregunto:
—Señor Ridder ¿Dónde desea que lo lleve?
—A casa, date prisa si quieres mantener tu empleo. — respondió con prepotencia.
El chofer pareció desconcertado y pálido por aquellas palabras. Por otro lado, el niño no había articulado ni una palabra. El silencio volvió a ser el anfitrión mientras se conducían por las calles que poco a poco se volvían vacías cuando niño levantó la mirada perdiéndose en el panorama que se pintaba en el vidrio del objeto de cuatro ruedas. Al detenerse una persona uniformada fue acercándose al chofer para pedirle algo, él le entregó una tarjeta blanca y dijo:
—¡Tenga! —se la entregó rápidamente.
—Pase. —Respondió mientras abría un portón enorme.
Aquel hombre no era muy alto, era gordo y muy lento. Todo lo contrario, al chofer del automóvil que los llevaba. Este era alto, delgado con rasgos fuertes, ojos relucientes como marfil y labios pronunciados, muy presentable. Raizel se quedó pensado en las exigencias que el señor Ridder le exigía.
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ADMONICIÓN
FantasyPortada elaborada por @Meganhezert LIBRO -I- TRILOGÍA "GLORIA Y DESTRUCCIÓN" Un mundo atado a una maldición empieza a desmoronarse por los actos humanos en contra de la Tierra. Para mantener el balance en Clarus y evitar su extinción emerge la po...