Capítulo 22

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Junio 26

Hoy entramos a la escuela de danza. Su maestra es muy buena enseñando, además de bailando, aunque se notaba enseguida lo exigente que era y aquello me daba algo de miedo, la verdad.

- No te preocupes, es mejor persona de lo que aparenta - me susurró Jimin al oído.

Me presentó enseguida con ella y el recibimiento fue más grato de lo que esperaba. Luego de eso nos dirigimos a los vestidores para ponernos esos vergonzosos leotardos.

En cuanto me cambié me sentí muy incómodo. Todo, absolutamente todo se me notaba, así que no podía evitar cubrirme con mis brazos. Aunque al final lo valió un poco, cuando Jimin se acercó a mí desde atrás vestido en esa prenda azul turquesa tan ceñida a su cuerpo, me fue imposible no notarlo. Su cuerpo era algo hermoso.

- Mi ojos están aquí - dijo burlándose.

- Lo... lo siento. Es sólo que te ves... muy, muy bien. Te queda muy bien.

- Gracias, haré de cuenta que te refieres al color - me comió con la mirada de forma descarada - Tú no te ves nada mal tampoco, qué bueno que te presté el negro, si no habría sido un poco complicado ocultar tus... atributos - se mordió el labio y eso sólo me hizo querer morderlo también - aunque bueno... sigue siendo bastante notorio.

Aún me sentía algo incómodo de que actuara así conmigo, lo había hecho el último par de días desde aquella mañana cuando casi lo hacíamos pero aún no lograba acostumbrarme. Tal vez era porque no estaba seguro de si sólo estaba actuando o si en verdad se sentía así. Supongo que al menos le parezco atractivo y eso me tranquiliza un poco.

Nos dirigimos al salón y en cuanto entramos todos se nos quedaron viendo.

- Bienvenido Park... Hey, Jimin, ¿cómo has estado? - De pronto todos comenzaron a rodearlo y luego la atención se dirigió a mí también.

- Hola, Jimin, ¿quién es tu amigo? - dijo una chica algo bajita, bastante linda y de pelo rojo.

- Él es Jungkook, Jeon Jungkook. Va a tomar las clases con nosotros durante un tiempo.

- ¿Qué tanto tiempo? - preguntó alguien más.

- La verdad no estoy seguro aún - respondí por fin.

- Espero que sea por un largo tiempo, tienes buena forma, creo que te adaptarás muy rápido - agregó la profesora.

Calentamos y luego de eso nos dirigimos a las barras para hacer estiramientos. Fuimos desde lo básico, al parecer, para que yo pudiera irme acoplando. Aunque si soy sincero, creo que necesitaré mucho más de una clase para acoplarme a ellos. Ni siquiera un mes sería suficiente.

Debo decir que todos esos ejercicios parecen muy sencillos a la vista pero en cuanto comienzas a hacerlos y a repetirlos una y otra y otra vez logran ser bastante cansados, y más cuando la profesora de Jimin (aún no me aprendo su nombre) es fanática de repetir los movimientos muchas, muchas veces. Ahora entiendo por qué Jimin tiene tan buena forma. Yo tengo musculo y eso, pero es porque procuro hacer mucho ejercicio, aunque admito que jamás me había cansado como en aquella clase. No sé si podré levantarme mañana.

Todos fueron directo a las duchas luego de la práctica y tan sólo media hora después ya todos se habían retirado del lugar. Jimin y yo nos habíamos quedado otro poco para seguir practicando. La verdad es que no tengo mucha gracia bailando. Me falta esa elegancia y delicadeza que tienen los bailarines, aunque especialmente Jimin, quien es la personificación perfecta de la gracia y la elegancia, como si fuera un cisne. Sus movimientos son tan fluidos y firmes que no podrías siquiera imaginar que ambos adjetivos pudieran combinarse, pero él lo hacía. Tal vez por eso me encantan tanto esos animales. Incluso una de mis obras favoritas lleva su nombre. Y debo aclarar que en cuanto supe el nombre de aquella pieza no pude evitar relacionarlo enseguida con Jimin y su danza. Esa pieza es su viva imagen.

- No, Jungkook, así no. Debes sentir la música y fluir con ella. No se trata de sólo seguir el tiempo, ¿entiendes? Se trata de sentirlo.

- Lo sé, me lo llevas repitiendo desde que comenzamos a practicar pero es que no logro entenderlo. Tenme algo de paciencia, ¿quieres? Después de todo es la primera vez que lo intento pero tú me hablas como si llevara años en esto.

- No es que no tenga paciencia, Jungkook. La tengo. Es sólo que no creo que no lo logres porque te falte práctica, sino porque no entiendes lo que quiero decirte, así que escucha con atención otra vez. Trataré de relacionarlo con algo con lo que te sientas más familiarizado - me quedé quieto, mirándolo - A ver... imagina que estás tocando la viola. Inténtalo... Cierra tus ojos e intenta imaginar que tienes el instrumento en tus manos. Ahora quiero que toques la primera pieza que venga a tu cabeza - yo sólo hice lo que me dijo - siéntelo Jungkook, siente el instrumento en tus manos y toca con la pasión con la que siempre lo haces. Desliza el arco sobre las cuerdas e imagina el sonido que quieres transmitir... Muy bien - pasaron algunos minutos mientras yo trataba de sumergirme en aquel pensamiento - ahora abre los ojos y no dejes de tocar.

Me sorprendí tocando frente al espejo, de verdad parecía que tenía el instrumento entre mis manos, incluso el sudor brillaba en mi frente por el esfuerzo que había hecho. Lo notaba. Mis movimientos eran similares a los de Jimin cuando bailaba. Creo que nunca había sido tan consciente de cómo me movía cuando tocaba la viola. Era como si todo mi cuerpo bailara. Y no eran movimientos torpes ni rígidos, eran suaves y fluidos. Era uno con la música.

- Creo que lo entendiste perfecto, Jungkook. Es justo eso lo que requieres sentir cuando bailes. Imagina que tu cuerpo entero es tu instrumento, y que al igual que con la viola, debes ser uno con la música.

No hicieron falta más palabras. Creo que lo entendía lo suficiente para poder comenzar a llevarlo al salón de prácticas.

De pronto Jimin se colocó frente a mí.

- Ahora imagina que yo soy tu instrumento, ¿puedes? - lo rodeé instantáneamente con mis brazos y él me miró a través del espejo. - Haz música conmigo Jungkook. Seamos uno sólo.

Comenzamos a movernos simultáneamente, como si ambos tuviéramos la misma pieza musical en la cabeza. Comencé a recorrer su cuerpo con mis manos al tiempo que él nos movía a través del espacio. Se giró frente a mí de un momento a otro y entonces nuestras miradas se encontraron. Seguimos bailando sin detener aquella conexión. Mis pasos seguían a los suyos y sus manos seguían a las mías. De un momento a otro era tan evidente la sinergia que se sentía entre nosotros que no pudimos evitar acercar nuestros rostros para fundirnos en un beso.

Fue un beso tan distinto a todo lo que habíamos hecho antes. Quizá es que sólo fue un beso sin segundas intenciones; uno largo y necesitado, aunque al mismo tiempo lento y exploratorio. Como si fuera la primera vez que hubiéramos sentido nuestras bocas. Como si nunca nos hubiéramos besado.

Yo sólo deseaba que aquel momento nunca terminara. Y en momentos parecía que así sería pues fue como si el tiempo se congelara de repente y cuando menos sentimos ya había anochecido y tuvimos que irnos de ahí, a tiempo, antes que de que cerraran la escuela. 

En el camino no hablamos de ello, pero creo que no hizo falta. Estaba seguro de que ambos habíamos sentido lo mismo. 







Diario de un chico perdido (Kookmin, jikook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora