Diario de un chico perdido (Kookmin, jikook)

Capítulo 23

Junio 30

Llevamos casi una semana desde que comenzamos a ir a la clase de danza. Sigo trabajando en los movimientos pero al menos ya me muevo con más fluidez. Mi flexibilidad es terrible, en cambio Jimin puede dar un salto y hacer un split perfecto en el aire.

Me emociona verlo cada vez que baila. Él definitivamente nació para hacer esto. La danza está tan conectada a su cuerpo que pareciera que la ha hecho por mucho, mucho tiempo. Sé que la danza no es lo mío y tal vez nunca lo será, pero me gusta disfrutar de los momentos cuando practicamos juntos. Por más trabajo que me cueste y aunque me agoto como nunca antes me había sucedido (al grado que podría escuchar a mi cuerpo sollozar del dolor), por alguna extraña razón disfruto mucho de esto. Quizá es que me gusta la atención  excesiva que recibo de parte de Jimin cuando practicamos solos, aunque sea sólo para regañarme, me gusta que mire mis movimientos y que se acerque a mí cada tanto para mostrarme cómo mejorarlos.

– Mantén firme el abdomen, Jungkook. También los glúteos. Todo en ti debe estar firme para que así tu cuerpo tenga equilibrio... Levanta más esa pierna. Vamos, en la mañana te vi levantarla más que eso.

– Pero es que me duele.

– Lo sé, pero el dolor es parte de ésto, así que resiste... Resiste... No. Vamos, Jungkook, puedes hacerlo mejor que eso - se acerca a mí y levanta mi pierna a la altura deseada. - Es ahí, ¿ok? - me suelta - Ahora no se te ocurra bajarla... No. No, Jungkook. Que no la bajes.

– Es que es muy difícil luego de ocho horas de práctica. Por favor, dejémoslo aquí, ¿si?

– Aún faltan 15 minutos para que sean las ocho horas.

– ¿Lo dices enserio? Estoy que muero.

– Ok, ok. Al menos déjame mostrarte cómo hacerlo. A ver, hazlo tú conmigo. Ven.

– ¿Qué hago?

– Sostén mi pierna como yo lo hice contigo - sostuve su pierna tal y como él me dijo - Levanta más.

– ¿Estás presumiendo que tienes mucha más flexibilidad? - Se rió.

– No, tonto. Sólo hazlo, si no no siento que estoy haciendo ningún esfuerzo.

– Presumido - continuó riéndose.

Ni siquiera se estaba sosteniendo de la barra como yo lo hacía, simplemente colocaba sus brazos en primera posición y así se mantenía por más que yo elevara su pierna más y más. Quise molestarlo un poco levantando su pierna tan rápido que casi perdió el equilibrio y tuvo que sostenerse de mí.

– Tonto, casi caigo - comencé a reír y luego él se rió conmigo.

Se apoyó con sus manos en mi hombro. Su pierna se apoyaba en mi otro hombro (así de flexible es). De pronto nos quedamos viéndonos a los ojos mientras reíamos hasta que poco a poco las risas cesaron.

Nuestros rostros se encontraban a centímetros de distancia y yo no pude evitar mirar sus labios. Quería besarlo. Como si me leyera la mente se lamió su labio inferior como invitándome a tomarlo.

Comencé a acariciar la pierna sobre mi hombro, bajando poco a poco hasta casi tocar su intimidad. Soltó un pequeño gemido y decidí acariciar esa zona por encima del leotardo. Detestaba esas prendas como nada en el mundo pero desde que pude ver su cuerpo y tocar su piel como si estuviera casi desnudo creo que se volvió mi prenda favorita. Mi dedo rozó su entrada y Jimin cerró sus ojos disfrutándolo. Comencé a adentrar mi dedo lo más que la prenda me lo permitía, haciendo que Jimin soltara más y más gemidos. Su erección rozaba ahora mi pierna mientras la mía rozaba su abdomen. Lo levanté un poco más colocando mi otra mano bajo sus glúteos hasta que ambas erecciones pudieron tocarse y entonces él gimió más alto. La punta de su pie apenas tocaba el suelo. Comencé a simular embestidas pero no parecía suficiente para ninguno. Necesitábamos quitarnos las prendas o ya no resistiríamos más.

Algo en aquel lugar lo volvía todo más caliente. Quería tomarlo, aquí y ahora. Ya ni mi mente lograría impedírmelo. Incluso el dolor de las interminables prácticas se había desvanecido en el momento en que mi mente reconoció lo mucho que lo deseaba.

– Jungkook, por favor...

– ¿Quieres que pare?

– No, no. Por favor, hazme tuyo.

Y aquella voz tan llena de lujuria fue todo lo que necesité para continuar.