Capítulo 8

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Hace 8 años

Yo ya tenía catorce entonces, estábamos cursando segundo por lo que nadie esperaba que llegara un alumno nuevo este año.

Todavía recuerdo la primera vez que lo vi. Usaba una gorra roja, aunque no estuvieran permitidas pero igual lo hacía, "le dan permiso por ser los primeros días, supongo", pensaba. Tenía sus mejillas regordetas y llenas de barro. Eran las 8 de la mañana, "¿quién tiene barro en las mejillas a esta hora? Mejor dicho, ¿quien se ensucia con barro a esta edad? Punto". El maestro lo trajo consigo desde la dirección y lo presentó a todo el grupo: Él chico solo sonreía.

Al principio me pareció algo descuidado y torpe. Luego lo sentaron junto a mí y entendí que éste sería un mal año para ambos pues estaba seguro de que a él lo molestarían tanto como a mi.

– ¡Hola! Me llamo Jimin – dijo, con aquel extraño acento provinciano.

– Jungkook.

– ¡Wow! – Abrió sus ojitos para luego sonreírme de oreja a oreja – ¡Qué nombre tan genial! Me gustaría tener un amigo con un nombre tan genial como el tuyo – yo sólo asentí a sus palabras sintiéndome algo mareado de ver aquella imagen: Todo en él parecía sonreír, ojos, nariz, cejas, boca, mejillas... jamás vi nada igual.

El profe interrumpió aquella imagen.

– Vamos a comenzar en la página tres de su libro – Ni siquiera tenía que indicar que abriéramos nuestro libro, ya todos lo habíamos hecho.

Así continuó la clase y aquel primer momento entre Jimin y yo se esfumó de mi mente por un rato hasta la hora del almuerzo.

– ¡Jungkook! – alguien me llamó desde atrás y yo sabía quién era, pero no planeaba voltear. Si ese niño y yo nos juntábamos seriamos un blanco demasiado fácil y atractivo para los bullyies, así que decidí ignorarlo y alejarme con mi bandeja de comida lo más rápido posible. – ¡Ey, Jungkook... Kook, te hablo! – "Dijo, ¿Kook?". Me giré para decirle que no me gustaban los apodos pero no pude decir ni "pío" cuando este me sonrió... de nuevo... esa sonrisa... me descolocaba un poco. – Sentémonos juntos – dijo con seguridad.

Un "este..." salió de mi boca, demostrando que dudaba pero al final mis pies simplemente lo siguieron.

Cuando nos sentamos no pude evitar mirar sus labios. "¿Qué chico tiene los labios tan abultados?" Me pregunté.

– Elegimos lo mismo, ¿no es genial? – dijo, emocionado.

– Bueno, no es que haya algo más interesante en el menú.

Se rió.

– Lo sé, sólo quería romper el hielo – lo miré de nuevo (espero no por mucho tiempo).

– Tu risa... – se me salió decir en un susurro.

– Es un poco escandalosa, lo sé. Mi mamá me lo dice todo el tiempo – suspiró.

– Sí, supongo – aunque eso no era lo que quería decir, pero por suerte me interrumpió antes de decirle que me parecía muy melodiosa... como música.

– ¡Ey, blandito! – gritaron tras de mí y yo comencé a temblar. – Con que tienes un amigo... ¿No te dije que no podías tener amigos? ¿Eh? – Me tomó del hombro y me giró con brusquedad. – Mírame cuando te hablo.

De pronto quitó su mano, pero no fue porque quisiera. Jimin lo había alejado.

– Oye, deja de molestarnos – se atrevió a decirle.

El chico se burló. – ¿Quién es éste? ¿Tan desesperado estas que mejor te conseguiste una novia para que te defienda, Kook? – Yo solo miraba al suelo.

Diario de un chico perdido (Kookmin, jikook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora