Capítulo 21

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Hace 5 años

Narra Jimin

Me encontraba caminando por los pasillos de esa escuela de música sin ser un alumno de esta. Como siempre, luego de mis clases de danza, corría hacia allá para esperarlo. Las clases de él terminaban a la misma hora que las mías pero en lo que me duchaba y comía algo él practicaba por su cuenta otro poco más. 

Sí, tal vez debía hacer lo que él creía que hacía pero la verdad prefería terminar de bañarme en menos de cinco minutos y comprar una barra de la máquina para estar ahí lo más pronto posible y poder escucharlo practicar.

Me sabía el camino de memoria, hasta con los ojos cerrados, bastaba con escuchar el eco de aquella melodía por los pasillos para saber hacia dónde dirigirme. A esa hora usualmente la escuela se encontraba casi vacía, sólo unos pocos se quedaban más tiempo para practicar y la verdad me hacía sentir orgulloso el que Jungkook fuera uno de esos pocos alumnos. 

Estos meses estaban dedicados a "el cisne" de Saint Saëns, "la pieza prohibida", no porque la llamaran así, aquel nombre era algo sólo entre nosotros. Yo sabía cuánto le fascinaba aquella pieza a Jungkook pero él nunca podría tocarla frente a su profesora de violín ya que era una pieza para chelo, eso me había dicho, así que la practicaba a escondidas cuando estaba completamente seguro de que su maestra se había ido. Lo que él tocaba era una adaptación para violín, adaptación que en realidad nunca le había gustado. Y aquí estaba de nuevo, intentando con todo su ser disfrutar de tocar aquella pieza.

Por cierto, Jungkook no sabía que yo lo escuchaba a escondidas. Seguramente se habría inhibido si se enteraba, además de que yo no habría podido mirarlo a mis anchas mientras practicaba. No es que lo mirara de una forma extraña o algo así, realmente sólo me hacía sentir especial el hecho de verlo en secreto... ¿Qué les digo? Me gusta crear historias en mi cabeza, hacen que la vida no sea tan monótona.

- No. Así no, Jungkook - se repetía a sí mismo, por centésima vez en todo este tiempo desde que empezó a aprenderla.

Se le veía molesto, frustrado, sin comprender por qué le disgustaba tanto. Era una pieza hermosa y él la interpretaba como nadie, yo era testigo de ello, pero el hecho de que no la disfrutara, aún si le gustaba tanto aquella pieza, hacía añicos su interpretación, por más limpia que pudiera ser su técnica. Nunca intervine para apoyarlo, no quería que supiera que lo espiaba, se supone que yo llegaba cinco minutos después de que él terminaba de practicar, pero después de verlo poner ese rostro de confusión tantas veces, estaba preocupado de que aquel entrecejo terminara uniendo ambas cejas suyas en una rara versión de Khalo. Así que se me ocurrió una idea para hacerlo descubrir de una vez por todas por qué no se sentía satisfecho con lo que tocaba.

Puse esa melodía en mi celular en la versión que él tanto disfrutaba y entonces miró con sorpresa por la ventana de la puerta (me gustaba que las puertas de esa escuela tuvieran esa pequeña ventana... no habría sido tan deleitable espiarlo estos meses si sólo hubiera podido escucharlo tocar el violín, me gustaba verlo hacerlo también). No pudo ver nada así que abrió la puerta, yo no estaba ahí, me encontraba oculto dentro del salón de enfrente, que por suerte estaba vacío. Siguió la música, justo como yo esperaba que hiciera, y en cuanto notó que provenía de aquel salón no dudó en acercarse. Entró y se quedó quieto y confundido al verlo totalmente vacío, pero eso era porque yo me encontraba dentro del armario donde guardaban los materiales para esa clase (el armario tenía unas pequeñas rendijas así que yo podía ver todo lo que hacía). Se fue acercando poco a poco, lo sabía por el sonido de sus pasos, oyendose más firmes a cada momento pero antes de que abriera la puerta se me ocurrió decir.

- ¿Por qué te gusta esa canción?

Pegó un grito.

- ¡Por Dios, Jimin! ¿Qué haces ahí? ¿Eres Jimin, cierto? - intentó abrir la puerta del armario pero no se lo permití.

Diario de un chico perdido (Kookmin, jikook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora