Capítulo 9

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Junio 7

6:30
Me dijo que me daría un par de días para responderle pero no sé si pueda decirle la verdad.

Me encontraba mirando al techo cuando de pronto se abrió la puerta y la mamá de Jimin se asomó por ahí.

– Ya estás despierto, qué bueno.

Jimin seguía descansado así que continuó, pero ésta vez susurrando.

– Melisa y yo ya nos vamos. Gracias por quedarte con él, la verdad no me esperaba que vinieras tan pronto. Eres un buen chico, Jungkook – me acarició el pelo. – Dejé el desayuno preparado en la estufa para que coman. Jimin debe descansar así que no importa la hora a la que se despierten. Cualquier cosa me marcas, ¿si?

A éste punto de la conversación yo ya me había sentado y sólo asentía a lo que ella me decía. Luego se acercó a mí y me abrazó para después retirarse.

Esa mujer sí que es luchona. Madre soltera y una persona modelo.

Minutos después Jimin se despertó.

– ¿Qué hora es?

Vi mi celular.

– Son las 7 am. Duerme más.

– No, ya no tengo sueño. Salgamos a caminar.

– Está bien.

Me cubri con un suéter y le dije a Jimin que usara uno también. Me dijo que no era necesario pero se lo llevé de todas maneras y salimos a dar una vuelta.

En cuanto salimos me di cuenta de por qué no era necesario cubrirse. Igual que en la noche el clima allí es sumamente caluroso. En el verano suele ser así, aunque no dura mucho. Pero cuando hace calor, ¡vaya que en serio se pone caliente! Incluso a esa hora de la mañana puedes andar sin cubrirte tanto, como si trajeras una cobija a todas partes.

Lo seguí hasta llegar a la orilla. El mar estaba muy cerca de su casa. ¡Qué suerte! Éste tipo de escenarios sólo se ven en las películas. No había playa sino un malecón que bordeaba todo el océano. Es lo más hermoso que he visto en mi vida. Así que miré a Jimin y él en seguida leyó mi mente:

– Frente a nuestros ojos, el mar y el cielo se extienden hacia el infinito. ¿Quién sabe hasta donde lleguen? Lo hemos de sentir en nuestros corazones. El cielo y el mar se unen en uno solo, cual almas gemelas, y así nos enseñan y nos demuestran lo que el amor es. Pues al igual que el amor es infinito ellos también lo son. El cielo mira al mar y el mar mira al cielo. Como dos espejos, entre ellos se entienden el uno al otro y se regalan a cada instante todo lo que cada uno tiene. El cielo le da al mar el reflejo de su luz que proviene del sol y el cobijo de las nubes... la libertad de las aves y las caricias del viento. Mientras que el mar le demuestra al cielo cuánto lo ama pintándose cada vez del color que el cielo sea: azul claro, amarillo, rosa, morado, negro, blanco. Y el cielo al mirarlo, también se llena y aprende de la vida que halla dentro de su amado. Un amor infinito, un amor profundo. Juntos en la noche, juntos en el día. Uno con uno durante toda su vida.

"¿Cómo hace eso?" Jamás habría imaginado algo tan bello como lo que él ha dicho. Nos quedamos en silencio mirando esa hermosa imagen. Y entonces me atreví a preguntar al cielo algo que antes no quise preguntar. "¿Cómo es que un ser tan hermoso como él tiene que pasar por algo tan trágico?"

La pregunta se quedó en mi mente como un reproche y luego me dije que seguramente no encontraría respuestas, así que sólo me queda compensarlo por todo lo que es y darle todo el amor que se merece.

Y entonces lo miré. Sus ojos brillaban mientras miraban aquella hermosa vista, su cabello se movía con el viento y sus mejillas se hallaban enrojecidas por el clima... No lo pude evitar. Me acerqué a él y lo rodeé con mis brazos desde su espalda.

– ¿Qué haces, Jungkook?

– La escena del Titanic. Tenía curiosidad por saber lo que sintieron.

Fue lo único que se me ocurrió decir. Y por suerte lo tomó bien pues sonrió.

– ¿Quieres que extienda mis brazos?

– No. No hace falta. Sólo quedémonos así un rato.

– Está bien.

Más obvio no pude haber sido, pero no me arrepiento... valió la pena cada segundo.

Cuando llegamos a casa desayunamos lo que la mamá de Jimin nos había dejado en el refri.

Jimin no estaba yendo a clases por ahora, pero quería regresar y llevarme con él también, así que en la noche hablamos con su mamá y ella accedió sólo a un par de clases a la semana con la tranquilidad de que yo estaría con él.

Jimin estudiaba danza contemporánea y aunque yo no sabía mucho al respecto le seguía el juego. Entraríamos la siguiente semana a una compañía donde él ya había estado antes y donde la buscaban mucho por el talento que tenía. Y que justo estaba comenzando a montar una nueva coreografía para el invierno. No fue sencillo que aceptaran que yo entrara también pero Jimin es bastante convincente y además le gustaba a la que dirigía la compañía. Así que cuando Jimin le aclaró que sin mi no entraría, ella tuvo que aceptar.

– Será divertido. Ya verás – me dijo. Yo sólo sonreí.

Diario de un chico perdido (Kookmin, jikook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora