Rava
-Más adelante hay una posada – señaló Korjun con su habitual posición regia y altiva de Espada Blanca.
-Está anocheciendo. Podemos comer y dormir ahí – sugirió Geruk, mirando a Rava con cortesía -. Si usted está de acuerdo, mi señora.
Rava vio el letrero de madera de la posada "El Pastelero", escrito en letra irregular y algo despintada.
A Rava se le antojó estúpido aquel nombre para una posada, pero su estómago gruñó en desacuerdo. No había comido nada desde que escapó del Reino de Edron casi al amanecer. Sólo llevaba su flauta, Victoria atada en el cinto y la bolsa con el oro que su padre le había dado antes de morir.
-Recuerden que no pueden hablarme como si fuera la hija del señor de Naresya – conminó, mirando a los dos Espadas Blancas con gravedad - ¿Cuál es mi nombre?
-Varanya Polken – contestó Korjun.
-Y eres nuestra prima – agregó Geruk con entusiasmo, como si fuera un pupilo respondiendo a un maestro.
-Muy bien, vamos entonces.
Rava estaba segura de que a su madre no le interesaba en absoluto si ella estaba bien, pero era bastante probable que decidiera enviar caballeros tras ella. Después de ver lo que Zaterya era capaz de hacer, Rava no quería estar al lado de ella nunca más y sabía la clase de suerte que le esperaría ahora que su padre no estaba para protegerla.
Luego de salir de la cámara de su padre, Rava planeó su huida para el amanecer. Cuando fue llamada a cenar con su madre, con el Rey Krovalon y el príncipe Danerko, se excusó diciendo que estaba cansada y que prefería dormir. No creía ser lo bastante fuerte para ver el rostro de Zaterya y fingir que no había pasado nada.
Sin embargo, los Dos Capas Blancas que le eran leales a Arlo y no a la casa Darsenkus en general, acudieron a la cámara de Rava para saber por qué su señor tardaba tanto si debían haber partido en la tarde.
Ella se debatió durante un instante sobre decirles la verdad a los caballeros. No ignoraba que los caminos podían llegar a ser muy peligrosos para ella si viajaba sola y aunque su entrenamiento con el sable era bueno, sabía que esa no era una buena arma para defenderse.
Optó por contarles todo. Invitó a los dos Capas Blancas a entrar en su cámara y les explicó lo que había pasado sin omitir detalles. Korjun Halak y Geruk Terven escucharon a Rava sin interrumpirla y sus expresiones permanecieron inmutables, incluso cuando describió el modo en que su padre había muerto.
-Le creemos, princesa – había dicho Geruk, un caballero joven y apuesto que tenía un poco de estrabismo en el ojo izquierdo -. Nuestro señor Arlo nos pidió que, en caso de que a él llegara a sucederle algo, debíamos llevarla al Norte con la familia Asmekuros.
-¿Mi padre sabía que iba a morir?
Korjun habló. Era un hombretón de espalda ancha y cuyo cabello castaño comenzaba a escasearle, a pesar de que todavía era joven. Se veía más como su tío que como su primo, pensó Rava.
-Nadie sabe cuándo va a morir, mi señora. Pero su padre era muy precavido y no quiso dejarla a merced de sus enemigos si a él llegaba ocurrirle algo.
-¿Están al tanto de que si me ayudan a huir y llegamos a ser capturados, mi madre los acusará de traición? Serán condenados a muerte.
Geruk se enderezó y se esforzó por enfocar ambos ojos en Rava.
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Ascenso a la oscuridad, Libro II Reinos Oscuros
FantasyKalyana Leskuren ha ascendido y ha descubierto cuán poderosa es. Sus dones provienen de la magia más oscura y terrible y la unen, desde su nacimiento, al Rey Krovalon Saravenkot, quien desea el poder más que cualquier otra cosa. Movidos por sus sent...