Capítulo 24 ⚔ Rava

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Rava


Eduryon sobrevoló Naresya en busca de algún mirador sobre el cual descender, pero todos estaban vigilados por guardias con lanzas y ballestas enormes que los apuntaban.

Por un momento, Rava estuvo pensando en decirle a Eduryon que regresaran al Castillo Oscuro. Pero no lo hizo.

Naresya era su hogar y ella no iba a dejarlo en manos de Zaterya o de Xilenya.

Aunque el Rey Bastenon le había dicho que su hermana estaba prisionera en las mazmorras y que podía visitarla si así lo deseaba, Rava no tenía nada que hablar con ella. Luego de toda una vida de burlas y humillaciones de su parte, ella ya no esperaba nada bueno que proviniera de Xilenya.

Eduryon volvió su cabeza de ave hacia ella en un gesto interrogante.

-¡Al torreón! – gritó Rava señalando con una mano.

Naresya era una fortaleza de altas y gruesas murallas en cuyo centro había un frondoso bosque repleto de arkones y jardines bien cuidados. Había dos puentes largos y altos, elevados muy por encima de los jardines gracias a las bases de piedra que los sostenían. Su función era la de conectar las alas del castillo entre sí. Los puentes convergían en el torreón más encumbrado de Naresya.

Su padre la había llevado allí una vez y ella se agarró a él debido al vértigo tan intenso que había sentido.

Los guardias más veteranos aseguraban que el padre y el abuelo de Zaterya solían lanzar a los traidores desde aquel torreón.

Fue precisamente en las almenas de ese torreón en donde Eduryon aterrizó.

Korjun y Geruk rodaron por el costado de Eduryon y cayeron con poca gracia sobre la piedra lisa. Los caballeros se negaron a dejar que Rava partiera sola y Eduryon afirmó que era lo suficientemente fuerte como para cargar con el peso de los tres.

Aunque Eduryon no le parecía tan severo y hosco ahora que había intercambiado algunas palabras con él, Rava agradeció en silencio que los caballeros pudieran viajar también porque sólo en ellos confiaba plenamente.

Rava se deslizó grácilmente por una de las alas de Eduryon, como hacía cuando su padre la llevaba. El recuerdo de Arlo volvió a golpearla con fuerza.

Eduryon replegó las alas, ella sacó un jubón y un pantalón de su macuto, al igual que las gruesas correas con las dagas de Eduryon enfundadas, y lo lanzó todo cerca de él justo antes de que volviera a su forma humana.

Ella y los caballeros comenzaron a descender del torreón para darle espacio mientras se vestía.

Sin embargo, apenas iban recorriendo la mitad de la escalera cuando una legión de caballeros los detuvo. Rava reconoció a muchos de ellos y los saludó por sus nombres.

Kerso Jargok, Nerwel Tasurjo, Perguk Manos de Piedra, Vortos El Salvaje y Horuko Puño de Hierro. Los tres últimos tenían apellidos propios, pero los demás hombres les habían asignado ese segundo nombre por la habilidad en la que destacaban durante las batallas.

El mote era un rasgo de distinción entre los guerreros y enviaba un mensaje muy claro. Había que pensárselo muy bien antes de enfrentarse a alguno de ellos. Rava supo a través de su padre que luego de perder su espada durante una batalla, Vortos le arrancó con sus dientes, ambas orejas a su oponente.

Todos ellos conformaban la orden de los Capas Blancas junto con Korjun y Geruk.

-Princesa Rava – dijo Bersyo Toskel, el comandante de la guardia de Naresya. Seguía órdenes con presteza, sin hacer preguntas y mataba hombres de manera impecable, sin pestañear siquiera. Poseía además una astucia afilada como la hoja de una espada -. Esperábamos su regreso.

Ascenso a la oscuridad, Libro II Reinos OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora