Capítulo 17 ⚔ Rava

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Rava


Rava no recordaba haber estado tan cansada y hambrienta en toda su vida.

Le dolían los pies terriblemente, sentía las extremidades entumecidas y tenía el vestido sucio y húmedo luego de que una lluvia torrencial cayera sobre ellos cuando atravesaban Bosqueoscuro. Lo único que ansiaba era un lecho cálido en el que tenderse.

Pero eso tendría que esperar por el momento.

-Mi señora – dijo Korjun -, ¿está segura de que no quiere ir a Naresya o a Eduryon?

No había más que arkones alrededor, pero a través del espacio entre las ramas, Rava vio las murallas negras del Castillo Oscuro cuyos torreones parecían agujas muy altas.

Ella nunca había estado ahí porque su madre nunca pudo simpatizar con el Rey Elysendro, y luego de que él murió, tampoco simpatizó con su hijo. Arlo sí había estado en el corazón del reino no una sino muchas veces. En una ocasión, quiso llevar a Rava y ella no pudo estar más contenta, pero Zaterya no se lo permitió y no hubo nada que la hiciera cambiar de parecer.

Zaterya Darsenkus le repetía a su esposo constantemente que ella era le heredera de Naresya y que si él se atrevía a contradecirla, debía recordar que vivían en el castillo de los Darsenkus y no de los Asmekuros, casa de la que provenía Arlo.

Tampoco cesaba de insistir en que fue culpa de Elysendro Iskaleon que su padre y su prometido en ese entonces, hubieran muerto en la Batalla de Los Pantanos Negros. Zaterya adoraba a su padre, Adanyo Darsenkus pero su tono era vehemente y melancólico las pocas veces que Rava la escuchó discutir con Arlo sobre ese prometido al que tanto amó y con el que nunca pudo casarse.

Todo lo que Rava sabía era que Elysendro había instado a todos los señores del Norte, tanto de casas grandes como menores, a que pelearan junto a él en la batalla para quitarse de encima el yugo opresor del Sur. Netandel Sailekon era el mayor de los dos hijos de Berkyo Sailekon, y debido a que él ya era algo mayor y su salud no era muy buena, Netandel asumió el mando de los ejércitos de su padre y acudió al llamado de Elysendro.

Zaterya le había pedido que no peleara en esa batalla. Como él no accedió, ella amenazó con romper el compromiso si él se marchaba. Netandel adoraba a su prometida, pero el honor de su familia pesó más en la balanza. Le manifestó a su suegro, Adanyo que ya encontraría la manera de lograr que Zaterya lo perdonara una vez regresara de Los Pantanos Negros. Adanyo se lo dijo a su hija antes de partir, para que ella no creyera que Netandel no la amaba.

Pero ninguno de los dos regresó y Zaterya jamás tuvo la oportunidad de perdonar a Netandel.

Luego de eso, Derya, la señora de Naresya, comprometió a su hija con el hermano menor de Netandel, Sarenko Sailekon. No hubo ilusión o deseo de parte de ninguno de los dos, pero el compromiso avanzó hasta que Sarenko lo rompió sin cortesía alguna.

Poco después de eso se supo que Sarenko se había unido ante Los Dioses con la última descendiente de una casa menor. Berkyo Sailekon le envió una elocuente disculpa a Derya Darsenkus por la desobediencia y la falta de honor de su hijo.

Zaterya nunca albergó el más mínimo afecto por el hermano de Netandel, pero el hecho de que Sarenko hubiera preferido a una doncella, heredera de una casa menor por encima de ella, fue una humillación devastadora de la que jamás pudo recuperarse.

Ningún señor digno de ella se atrevió a solicitarla como esposa después de eso. Ni siquiera cuando su madre murió y Zaterya se convirtió en la señora de Naresya.

Ascenso a la oscuridad, Libro II Reinos OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora