6. 𝐿𝑎 𝑝𝑙𝑎𝑧𝑎 𝑦 𝑒𝑙 𝑙𝑜𝑐𝑎𝑙

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El viaje lo habíamos hecho en silencio, pero era un silencio cómodo para los dos, y además yo lo prefería así porque íbamos a tener que hablar de todo después. Esa noche le había dicho a Valentín que podíamos ir a comer a una parrilla de un amigo de mis papás, pero dijo que conocía otro lugar y que me quería llevar a conocerlo, así que accedí.

Después de un poco más de media hora de viaje, estacionó el auto en un parking y se bajó, yo bajé atrás de él y caminamos hasta la entrada, donde me di cuenta de a donde me había llevado en realidad.

"No soy de salir a comer..." Habló después de un rato que nos habíamos sentado. "Si querés comer podemos ir a comprar algo pero me parece más tranquilo que comamos acá que no se amontona la gente, esta es mi plaza."

Su plaza. Ahí quedó todo.

"¿Tuya?"

"No, bueno, mía mía no es..." Dijo formando una sonrisita chiquita, esa sonrisa que solía dibujar siempre. "La plaza de mi barrio."

Me dediqué a observarlo unos segundos tratando descifrar sus expresiones, estábamos en pleno invierno sentados en el banco congelado de un plaza, él tenía las manos metidas en los bolsillos del camperón y movía las piernas con exasperación para perder el frío. Me parecía lindo hasta temblando de la hipotermia.

"Me gusta." Admití. "Es raro que a esta hora no haya tanta gente un fin de semana, se nota que es tranquilo."

"Sí, es re tranquilo, igual está lleno de viejas chusmas." Largó una risita que me hizo sonreír, él también parecía ser bastante tranquilo, y se lo veía relajado. Supongo que era el lugar. "¿Tenés hambre?"

"Un poco..." Murmuré, haciendo que él me sonría de lado y se levante del banco estirandome su mano.

"Yo también, vamos a comprar algo y volvemos."

Agarré su mano -que estaba exageradamente fría- y tiró haciendo fuerza para levantarme, y me levanté, pero no me moví. En cambio volví a mirarlo, así como me miraba él cuando no decía nada. Nunca me había pasado de tener tantas ganas de conocer a alguien, y que incluso me provocara cosas desde la primera vez que lo ví, y lo que más me preocupaba en ese momento es que nuestro primer encuentro había sido hace muy poco, era muy temprano para sentir algo, demasiado, y ni siquiera lo conocía.

Nunca lo conocí.

"Que lindos que son tus ojos..." Balbuceé muy despacio, aunque sabía que de todas formas me había escuchado porque estábamos casi pegados.

Valentín soltó una risa ronca y, por segunda vez en esa noche, pegó sus labios a los míos, dándome el calor que sentí que me estaba faltando. Y esta vez pude ser capaz de seguirlo, agarrando la parte descubierta de su cuello y siendo yo la que ahora lo pegaba a mí.

En haber dicho que esa noche no iba a pasar nada entre los dos, los besos no contaban.


{-}


"Cuando era chico jugaba mucho acá, me gustaba más que nada jugar a la pelota con mis amiguitos."

Habíamos vuelto después de un largo rato de espera en la fila de McDonalds's para poder comprar algo para llevar. Se notaba que Valentín tenía bastante hambre porque no le daba mucha vergüenza hablar mientras masticaba. Y así de desastroso seguía siendo lindo, que injusticia.

"¿Y ahora?" Él me miró levantando una ceja tratando de decirme que no sabía a dónde iba mi pregunta, o al menos eso le entendí. "Digo, ¿Ahora no venís más?"

Cartón • 𝒘𝒐𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora