30. 𝐹𝑎𝑛𝑡𝑎𝑠𝑚𝑎𝑠

2.2K 145 60
                                    

Los ratos más tranquilos de mi vida en ese año fueron cuando Valentín dormía sin despegar un ojo en toda la noche. Y lo envidiaba, porque a mí me hubiese gustado poder dormir igual de parsimoniosa que él.

Me la pasaba a cada rato dándome vuelta para mirarlo, esperando que no despertara de golpe para quejarse sobre mí o golpear cualquier objeto que se le interponga. Era muy lindo dormido en realidad, no lucía como alguien malo, ni siquiera parecía que iba a ser el causante de todas mis pesadillas algún tiempo después.

Y tal vez me llamen loca pero, incluso conociendo el otro lado de su rostro, incluso con ese merecidisímo golpe en el ojo que Tadeo le había dejado, incluso sabiendo el dolor que causaban sus palabras y sus manos en mí, yo de verdad lo amaba con todo eso. No creía que iba a cambiar, estaba segura de que no iba a suceder, solo quería convencerme a mí misma de que si yo era buena con él, entonces él sería bueno conmigo porque también me amaba. Sin embargo, todo lo que me hizo nunca podría ser amor, y eso es algo muy importante de remarcar.

Salí de la cama cautelosamente para evitar despertarlo, intentando moverme lo más lento posible y así lograr ponerme de pie sin que se irritara. Pero al parecer no dormía tan profundo como yo creía, ya que al instante que mi pie tocó el suelo, su mano se enredó a mi antebrazo con rapidez para detenerme.

"¿A dónde vas?" Interrogó somnoliento. La voz le tiritaba un poco como consecuencia de lo que había estado consumiendo un par de horas antes.

"Tengo sed."

"Tenés la botella ahí al lado."

"¿A dónde te pensás que me puedo ir, Valentín?" Objeté, agotada de su constante necesidad de querer saber cada movimiento. "Quiero tomar aire." Suspiré rendida.

Dudaba de mí, eso yo lo sabía, y de hecho hacía muy bien en dudar. Era inteligente, podía percatarse de cuando las cosas no estaban yendo por la dirección que él quería, algo que podía ser un poco peligroso en realidad.

Me soltó sin decir nada, dándome paso libre para saltar de la cama y caminar fuera del balcón. No me preocupé en cerrar el ventanal, tampoco creí que hiciera mucho la diferencia, porque abierto o cerrado yo aún estaba siendo una prisionera si continuaba al lado suyo.

Inhalé profundo en el momento que el aire fresco de la noche chocó en mi cara, tomando asiento en la reposera que descansaba a un lado. Subí mis piernas y las pegué contra mi pecho, abrazándolas con fuerza como si eso pudiera protegerme. Y siendo sincera, a pesar de que mi última consulta médica había salido bien, yo seguía sin sentirme físicamente bien. Me desgastaba de a poco, el miedo y la incertidumbre de querer saber cuál era mi futuro si no encontraba una salida estaban desgastándome, y no tenía ni idea de cuál podía llegar a ser mi límite.

Sus pasos fuertes no tardaron en hacerse escuchar detrás, y no pude hacer más que apretar los ojos con cansancio ante su insoportable persecución.

"Volvé a la cama, Julia." Habló desde la habitación. Pero yo no podía obedecer, porque no encontraba la fuerza suficiente para enfrentarlo. "Te estoy hablando." Elevó el tono de voz de modo que sonara más firme.

"Dejame en paz, Valentín..." Todavía se lo repito.

Al parecer no estaba de un humor tan agradable, ya que ni siquiera dudó en acercarse a mí y tironear de mi brazo para ponerme de pie frente a él.

"Estás empezando a romperme las pelotas de nuevo." Escupió rozando su nariz con la mía. "Veníamos bien, Julia. ¿Tengo que volver a cojerte y embarazarte para que te portes bien y no me jodas?"

Y ahí estaba él de nuevo, su prepotencia, su malhumor, su maltrato, sus ganas de querer hacerme sentir menos, era Valentín tomando su propio papel. A veces pensaba que me lo merecía, porque fui una tonta demasiadas veces, tan ciega, tan consciente. Tal vez era mi merecido por no haberlo alejado la primera vez.

Cartón • 𝒘𝒐𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora