26. 𝑆𝑖𝑛 𝑟𝑒𝑓𝑢𝑔𝑖𝑜

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Muy pocas veces experimenté la libertad de no tenerle miedo a Valentín.

Podías notar en sus expresiones cuando estaba tranquilo o relajado, cuando estaba de buen humor y no parecía querer discutir nada con nadie. Eran oportunidades en las que podía hablarle de buena manera, donde sabía que no iba a recibir ninguna respuesta violenta de su parte.

Esta vez no fue una de esas.

Después de escucharme decir aquello, sus ojos azules dejaron de tener ese color para convertirse en un negro profundo. No puedo negar que daba medio llegar a decir algo más y tenerlo con sus manos apretando mi cuello como se le había hecho costumbre ese tiempo. Se había quedado completamente tieso, parecía como si nada de aire entrara a sus pulmones porque su pecho ni siquiera subía. Era una estatua dura, inexpresiva, y también un poco enojada.

"¿Eh?" Temblé apenas lo oí, porque sabía que su reacción no estaba ni cerca de ser alegre. Aunque no estábamos pensando muy distinto.

"Tengo un atraso." Repetí un tanto más fuerte, aún sin moverme de mi lugar.

"¿Te volviste loca?, ¿Que mierda estás diciendo?" Rió como si le hubiese contado alguna especie de chiste de mal gusto. "No me jodas ahora, Julia."

Me giré hacia él con una expresión de completa incredulidad en mi rostro. Quise revolearle instantaneamente con lo primero que se cruzara por mi vista, pero me contuve, porque sabía que su respuesta a eso podía llegar el triple de peligrosa.

"¿Me estás cargando?" Reprimí las ganas de tener que gritarle en la cara, no era un buen momento para generar más tensión entre los dos. "¿Enserio te sorprende?"

Su cara estaba muchísimo más pálida de lo normal, se encontraba tenso, podía jurar que si me movía un centímetro cerca suyo podría ser capaz de darme un buen golpe.

Lo vi envolver los dedos en un puño, tal y como si se estuviera aguantando descargarse contra algo. Respiró repetidas veces intentando mantener su cordura, volviendo a poner sus ojos serios y oscuros sobre mí.

"¿Cómo estás segura?" Murmuró en un tono demasiado bajo, de modo que nadie más que yo llegara a escucharlo. Incluso aunque solo eramos nosotros dos.

"Decime cuándo fue la última vez que te pusiste un preservativo antes de tocarme."

No necesité decir nada más para que su semblante cambiase. De un momento a otro estaba furioso, completamente irritado y desorientado, parecía que su cabeza estaría a punto de estallar al darse cuenta de lo que estaba sucediendo. Él lo sabía muy bien, sabía muy bien que sus descuidos fueron a propósito, y he aquí su maldita consecuencia.

Se retiró del baño a toda velocidad, mas yo no me moví. Lo escuché mover cosas de forma demasiado brusca, sillas, platos, cosas de metal, abría y cerraba cajones y muebles, algo que lo hiciera pensar en otra cosa. Y yo lo conocía a la perfección, así que cuando escuché el golpe de su puño contra alguna superficie sólida no me sorprendí, pero de todas formas me mantuve en mi lugar para que la próxima en recibirlo no fuera alguna parte de mi cuerpo.

Esperé un par de largos minutos hasta no escuchar nada para salir, dirigiéndome hacia la cocina donde suponía que se encontraba, y así era. No estaba moviéndose, solo tenía la frente apoyada contra el aparador y agarraba su cabeza entre sus manos, su pecho subía y bajaba con las respiraciones acentuadas que daba. Podía darse vuelta en cualquier momento y, con la forma en la que estaba, actuar violento de sorpresa, así que mantuve la distancia necesaria para evitarme cualquier tipo de desgracia dolorosa de su parte.

"Yo no pienso tener un hijo, Julia." Masculló desde su lugar. "¿Pensás que yo puedo o tengo ganas criar un pendejo?" Recriminó dándose la vuelta, volviendo a posar su mirada encima de la mía.

Cartón • 𝒘𝒐𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora