29. 𝑉𝑒𝑠𝑡𝑖𝑔𝑙𝑜

2.1K 162 64
                                    

[...] Valentín estaba fuera de si, su cara estaba completamente roja de la furia y la vena de su cuello resaltaba de una forma demasiado notable. Daba miedo, era como si tuviera al mismísimo Belcebú parado justo en frente de mí, esperando por su próximo golpe contra todo mi ser.

"Sos una puta..." Masculló entre dientes. "Tendría que sacar la pija y mearte, porque es lo único que tengo ganas de hacer ahora. Nunca te mereciste nada de mi parte."

Ahí estaba yo, tirada en el suelo y con mis brazos cubriendo mi cuerpo en modo de defensa. Las patadas y quemaduras que había recibido ya eran suficientes, y para ser sincera, preferiría que de verdad me hubiese meado encima en lugar de dejarme cicatrices dolorosas de por vida.

"Levantate." Sentenció, y sus ojos oscuros me daban tanto temor que me negaba a hacerle caso. "Levantate si no querés que te levante yo, Julia." No le hagas caso, no le hagas caso, no le hagas caso, no le hagas caso...

Entonces cumplió su palabra, su mano se empuñó en mi pelo con una fuerza increíble y me puso de pie, me arrastró hasta el rincón más cercano de la cocina y empujó mi cuerpo contra la pared, y ya había tenido tanto esa noche que ni siquiera me quejé por el dolor. Solo lloré, como lo había estado haciendo desde hacía rato, y lloré más cuando sus dedos se envolvieron en mi gargante, llevándose con ellos cualquier partícula de oxígeno que me rodeara. [...]


La sala de espera estaba llena, lo cual me hacía sentir un poco impaciente porque tenía que volver a casa antes que Valentín.

Sí, quizás solo tendría que haberle dicho la verdad y avisarle que probablemente estaría estancada en la clínica alrededor de una hora, pero no quería que se apareciera por ahí de repente a llenarme de preguntas sobre por qué no le había comentado sobre mi estado de salud tan sensible. Tal vez no lo había hecho porque no era eso lo que a él le importaba.

Desbloqueé mi celular y contesté algunos mensajes que tenía en la casilla. Julieta era el contacto que más se comunicaba conmigo, y de vez en cuando aceptaba salir con ella o visitarla solo para dejarla tranquila. Por supuesto que Valentín no se quejaba de eso, ¿Cómo podría negarse a limpiar su persona? No era él si no se lavaba las manos.

Tenía mensajes sin leer, la mayoría tenían casi dos meses de antigüedad, desde navidad hasta de año nuevo. Bianca, Pablo y Abril resaltaban cada uno por su cuenta, pidiendo disculpas por haberse quedado callados ante la lamentable situación de aquella decepcionante festividad. Para ser sincera, comprendía por un lado que no fueron capaces de decir nada, porque yo había quedado igual de impactada por el arrebato de Valentín al soltar todas esas cosas. Por el otro, no merecían ni siquiera que estuviera leyendo sus mensajes.

Quiero decir, estuvieron dos meses enteros sin comunicarse ni preguntarme si me encontraba bien. Cualquier tipo de acercamiento afectivo me hubiese servido para no sentirme tan sola durante ese tiempo, y sé que fui yo la que dijo repetidas veces que no quería que nadie interfiriera, pero un tiempo después supe que eso era precisamente a lo que nadie debía obedecer de mi parte. O al menos yo no lo hubiera hecho si habría estado parada del otro lado.

Guardé el teléfono en mi bolso en cuanto oí mi nombre salir desde el consultorio, acomodé los papeles que necesitaba y me puse de pie para adentrarme a este.

"¿Cómo estás, Julia?" Federico sonrió amablemente y se hizo a un lado para dejarme pasar. Cerró la puerta y se dirigió a su tan familiar asiento del otro lado de su escritorio.

"Mejor, creo que estos te pueden gustar un poco más que los primeros." Le extendí los archivos que llevaban mi pronóstico, y él los agarró con una curiosidad enorme. "La enfermera que me atendió la última vez me dijo que tenía linda sangre, no sé si interpretarlo como un signo de mejoría o si lo dijo porque tiene algún fetiche, pero me puso un poco contenta."

Cartón • 𝒘𝒐𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora