14. 𝐺𝑙𝑎𝑐𝑖𝑎𝑟𝑒𝑠

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El cuerpo de Valentín descansaba al lado mío en su cama. La luz tenue de la noche que entraba por la ventana alumbraba su torso desnudo, dejándome ver cómo su pecho subía y bajaba despacio con cada respiración que daba. Un aire de parsimonia me recorrió entera mientras lo observaba dormido, con sus ojos cerrados y sus labios ligeramente entreabiertos, a la vez que largaba algún que otro ronquido bajito.

No me había podido dormir, estaba segura de que eran cerca de las cinco de la madrugada y mi cabeza solo quería guardarselo a él luciendo tan tranquilo. Pensaba en lo mucho que me gustaba que me diera un lugar al lado suyo, que me insistiera con quedarme y termináramos haciendo un desorden con las sábanas donde sea que estuviéramos. Él tenía mucha rapidez para dormirse, era como si acabara totalmente consumido y agotado, y apenas se apoyaba contra la almohada cerraba los ojos.

Mordí mi labio ligeramente cuando soltó un suspiro y su cabeza se movió despacio hasta que su cara quedó casi pegada a la mía. No tenía forma de negarme que me gustaba mucho, muchísimo, y de que me estaba consumiendo viva el saber si a él le pasaba lo mismo que a mí. Pero no podía preguntárselo. No quería que me mirase raro y empezara a creer que yo era un error y que caí demasiado rápido ante él.

Decidí levantarme de la cama cuando me di cuenta de que no me iba a poder dormir. Levanté mi ropa interior del piso y me la puse seguida de su remera, deteniéndome unos segundos a sentir su aroma a cigarrillo mezclado con su perfume. Me estaba volviendo loca. Suspiré saliendo de la habitación y prendí la linterna del celular para poder llegar hasta la cocina sin chocarme con nada. Para mi suerte, la luz estaba prendida, y Tadeo estaba parado mirándome con una cara somnolienta mientras tomaba agua de un vaso.

"Hola." Murmuré sentándome en la mesada.

"¿Cómo va?" Preguntó haciendo el vaso a un lado y apoyándose sobre el mármol igual que yo.

" Bien, no podía dormir."

Él asintió y se cruzó de brazos desviando su mirada de mí. Nunca habíamos cruzado muchas palabras, hablábamos siempre que nos veíamos pero era algo del momento. Y las veces que yo estaba en la casa de Valentín, él no estaba casi nunca.

"Difícil dormir con este frío."

Difícil dormir con Valentín existiendo al lado mío.

"Sí..." Me reí despacio observándolo un rato. Nunca le había prestado atención tan detenidamente, y en realidad era bastante lindo. "¿Vos tampoco podías dormir?"

"Mirá no te quiero decir nada que te incomode, pero no es fácil pegar un ojo teniendo que escuchar las cochinadas de otros."

Mi cara se puso roja y lo único que pude hacer fue sonreír un poco apenada.

"Perdón, yo sabía que estabas pero él es bastante insistente."

Tadeo imitó mi acción anterior y acarició despacio mi hombro de forma reconfortante.

"No pasa nada. El Valen es así igual, no le guarda mucho pudor a eso de ser discreto."

"¿Trae gente seguido?" Pregunté con un cosquilleo raro en el estómago. Por supuesto era la sensación egoísta y tonta de que tocara a alguien más que no fuera yo.

"A veces..." Contestó mirando al suelo, supongo que estaba en una posición en la que no sabía si era correcto hablar de eso conmigo o no, pero yo no quería ponerme en la posición de los celos sin causa. No éramos nada. Yo no podía reclamar nada. "Igual últimamente la única cara linda que veo rondando por acá es la tuya."

Mordí mi labio inconscientemente formando una sonrisa chiquita. Si no hubiera estado tan perdida con Valentín probablemente me lo habría agarrado hace rato.

Cartón • 𝒘𝒐𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora