Nunca supe muy bien qué era lo que sentía con Valentín cerca y si de verdad me enamoré de él, tampoco si él se enamoró de mí. Lo que sí sabía era que cada vez que tocaba alguna parte de su cuerpo mi corazón latía tan fuerte que hacía doler mi pecho al punto de no poder respirar.
Y su tacto suave... Me hacía aferrarme tanto a él que un mínimo centímetro de distancia podía astillarme el corazón cual cristal. Estaba perdida nadando a un lado de él contra una marea fuerte, tan fuerte que no fui capaz de dejarlo para resguardarme a mí en la orilla.
Mis dedos acariciaban su torso desnudo tallando todo su abdomen, mientras que una de sus manos dibujaba caricias en mi espalda y la otra rascaba ligeramente mi pelo causando que mi piel se erizara por debajo de las sábanas. Sus ojos azules se fundían con los míos y brillaban junto al aro de su ceja con la poca luz que entraba por la ventana del cuarto, generándome una sensación de seguridad absoluta. Todo estaba en calma, los dos estábamos en calma.
"Que preciosa sos..." Susurró formando una leve sonrisa en sus labios, a donde llevé mis dedos para acariciarlos despacio y él dejó algunos besos en la yema de estos.
"¿Y todas las demás?" Bromeé sonriendo a la par de sus besos.
"Vos sos única para mí." Sus dos brazos me rodearon con fuerza pegando mi cuerpo al suyo, finas caricias abrazaban mi piel desnuda ocasionando que un calor me envolviera entera a la vez que depositaba pequeños besos en su pecho. "Ya deberías haberte dado cuenta que sos la mina más hermosa que vi en toda mi vida."
"Callate." Estaba segura de que mis mejillas se tiñeron de rojo al instante, por lo que escondí mi cara en su pecho sintiendo como este vibraba a causa de su risa tan peculiar.
"¿No me creés?" Dijo tomando mi mentón para que lo mirase.
Para su suerte, siempre le creí.
"No creo ser la más linda, hay millones mucho más lindas que yo.."
"No concuerdo, para mí sos solo vos."
Mordí mi labio acariciando su mejilla y sonreí inconscientemente. Estaba distinto, más tranquilo y menos pendiente de lo que yo hacía o dejaba de hacer. Creía que a lo mejor nuestra situación anterior le había hecho ver mi sensibilidad ante ciertos asuntos, y que si continuaba metiendo esa presión constantemente no podía seguir nada bien entre nosotros dos.
"Me gustás mucho." Admití para él por primera vez desde que nos habíamos conocido.
Clavó sus ojos en los míos por un rato largo, como si estuviese analizando lo que había salido de mi boca. Y en el segundo en el que pensé que no iba a obtener respuesta alguna, rodeó mis hombros con uno de sus brazos y me acercó a él para chocar nuestros labios, acariciando todo mi cuerpo con su brazo libre. Su lengua tibia rozaba con la mía mientras subía mi cuerpo al suyo, y mis manos apretaban su cara sin querer dejarlo ir.
Me sentía protegida, porque así eran las caricias de Valentín al principio, protectoras y de seguridad. Era como estar en la punta de una montaña con el viento fuerte pegándome en la cara y no me preocupara la altura porque sabía que un beso suyo podía ser capaz de mantenerme de pie.
Sin mucho esfuerzo, unió nuestros cuerpos agarrándose de mis caderas, soltando un suspiro cuando mis manos acariciaron todo su torso sin despegar nuestros labios. Acariciaba mi espalda y mi pelo con necesidad, apretándome contra él a la vez que yo me movía encima suyo tratando de no temblar. Sus ojos estaban puestos en mi cuerpo desnudo y su mandíbula estaba tensa, dejando salir algunos ruidos desde su garganta y apretando mis muslos con fuerza.
"Julia... y-yo estoy loco por vos." Gimoteó subiendo sus manos por todo mi abdomen y pecho hasta llegar a mi nuca y tironear de mi pelo hacia abajo para besarme de nuevo con más dureza que antes. "Me volvés loco."
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Cartón • 𝒘𝒐𝒔
Teen FictionUna noche lo vi. Estaba ahí parado, tranquilo, con un porro entre los labios como acostumbraba. Y me miró. Esa mirada fría que no sabés lo que quiere decirte pero de todas formas te hace estremecer igual. Eso es lo que él me hacía sentir cada segun...