9. 𝐴𝑚𝑖𝑔𝑜𝑠...?

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Como habíamos acordado antes, Valentín fue a buscarme cuando terminé mi horario. Parecía más relajado, incluso me había dado una sonrisa chiquita cuando subí al auto. El problema era que seguía sin hablar.

Agarraba el volante con una mano, el otro brazo descansaba en la ventanilla mientras se acariciaba ligeramente los labios o se rascaba la cara, sus ojos estaban puestos de frente en la avenida y su pelo corto se despeinaba con el poquito de brisa que entraba del viento. De hecho esa era una linda imagen de él, creo haber aclarado bastantes veces lo lindo y atrapante que era. Era lindo estando serio y pensativo, la forma en la que apretaba los labios de forma suave y fruncía el ceño lo hacían parecer tranquilo, como si fuese otra persona.

Mi vista fue de él hacia mi ventanilla, mirando el paisaje de esa tarde y queriendo grabarme lo lindo que se veía el color naranja del cielo. Y entonces empecé a pensar lo absurda que estaba siendo esa situación entre nosotros. No éramos amigos, nunca llegamos a ser amigos. Sin embargo, tampoco éramos más que amigos. Era ridículo ofenderse por algo que todavía podía hablarse.

Valentín estacionó el auto en la puerta del edificio, estaba en la misma posición de antes, hasta que se giró a mirarme porque tardaba mucho en bajar. Estaba muy tenso, mi mente revoltosa había entendido eso como una señal. Si le había molestado mi comentario, entonces significaba que le pasaba algo conmigo. Surcó una ceja cuando se dio cuenta de que mi mirada era fría como la suya, y que yo no estaba dispuesta a bajar hasta que dijera algo.

"Siempre terminamos en la misma situación." Murmuró tirando su cabeza para atrás y apoyándola en la cabecera del asiento. "Ninguno de los dos dice nada hasta que bajas."

"No soy yo la ofendida."

Él se rió sin gracia y movió la cabeza mientras una sonrisa irónica se dibujaba en sus labios.

"No estoy ofendido, me molesta que seas tan negadora."

La que soltó una risa irónica ahora fui yo, que abrí exageradamente mi boca en forma de total estupefacción ante su señalamiento.

"Disculpame pero no soy ninguna negadora, no dije nada que no sea cierto entre vos y yo, Valentín. Lo que creo que te pasa es que te molesta mucho pensar que a mi no me pasa nada con vos."

"¿Y no te pasa?" Cuestionó clavando profundamente sus ojos azules en los míos.

Mi respiración se dificultó cuando su pregunta explotó como una bomba en mi cabeza. Porque pasar pasaba, estaba atraída a él y eso era totalmente innegable. Me encogí de hombros no queriendo darle una respuesta y cambié mi vista al frente. Por supuesto que me pasaba. Me pasaba que era la primera vez que me confundía tanto con alguien. Me pasaba que jamás había dudado tanto de si estaba bien sentirme de esa forma. Me pasaba que quería verlo todo el tiempo, incluso cuando estaba con él. Me pasaba que me estaba gustando más de lo que pensé. Me pasaba que desde el primer momento en que te miré a los ojos supe leerte, y de todas formas me aferré a vos.

"Creo que es muy rápido." Le respondí sinceramente.

"Pero no te estoy diciendo si querés formar una familia conmigo, Julia." Su tono era molesto y firme, exigiéndome que le diera una respuesta concreta sobre nuestra situación. "Te estoy preguntando si mis ganas de desgastarte contra el auto son las mismas o no."

Si mis ojos hubiesen podido salir saltando, lo habrían hecho. Mi cara hirvió completamente con cada palabra que soltó, y en ese momento supe que a lo mejor el vestido que me había comprado esa mañana iba a valer la pena el sábado.

Me desabroché el cinturón de seguridad, y sin pensarlo si quiera una vez, estampé mis labios con los suyos tomándolo de total sorpresa. Sus labios se agarraron a los míos como si hubiesen pasado años desde la última vez que nos besamos, y su mano fue del volante del auto hasta mi pierna, ajustando su agarre y levantándome un poco para sentarme encima suyo. Metió sus manos por abajo de mi ropa acariciando mi espalda y haciendo presión para pegarme contra él, mientras yo acariciaba su nuca y su cuello. El único ruido que se escuchaba entre nosotros era la música baja de la radio y nuestras respiraciones desiguales, que subían y bajaban con cada roce de su cuerpo contra el mío.

Cartón • 𝒘𝒐𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora