Algunas semanas hicieron pesado el tiempo hasta que me dieron el alta en el hospital.
Me dejaron un tiempo en revisión en el que me dediqué a darle explicaciones a mi familia sobre todo lo que había sucedido. Lo más difícil fue tener que ver las caras de mamá y papá al enterarse de que mi situación con Valentín venía desde hace meses, hasta cuando había reuniones familiares.
Les rogué que no preguntaran nada más, y que una vez que yo estuviera fuera del hospital, jamás volveríamos a hablar sobre eso.
Lo difícil para ellos fue dejarme volver sola al departamento, no querían que estuviera sola ni siquiera un segundo, mucho menos sabiendo que Valentín podría estar en cualquier lado. Damián y Julieta se ofrecieron a dejarme lugar en su casa, pero su embarazo estaba casi llegando al final y yo no quería ser un estorbo ni tampoco quería que se ocuparan de mí.
Y a pesar de que me demostré fuerte y valiente al decirles a todos que estaría bien estando sola y que lo necesitaba, la verdad era que me moría de miedo.
Apenas volví a casa acompañada de mamá, lo primero que le pedí que hiciera fue cerrar los ventanales. Era casi imposible que alguien pudiera entrar por ahí, pero si escapó tirándose sin recibir daño alguno, significaba que podría salirse con la suya de nuevo si quería hacerlo. Necesitaba prevenirme de aquello.
Mamá se negaba a dejarme sola, venía todos los días en la mañana para ver que yo estuviera bien y que me estaba curando las heridas correctamente. Preparaba el desayuno, preparaba el almuerzo, limpiaba lo que veía sucio, hacía las compras. Era como tener quince años de nuevo, solo que en un presente totalmente distinto y más trágico.
Cuando al fin pude convencer a mi mamá de que necesitaba mi espacio sola por un tiempo, mi deber ahora era deshacerme de todo lo que había quedado de él ahí. Ropa, fotos, objetos. Lo había dejado todo, incluso hasta su billetera con su documento. Así que dondequiera que estaba, lo estaba solo y sin ningún tipo de identificación que lo ayudara a moverse legalmente.
No es como si su vida se hubiese basado en la legalidad de todo tampoco...
Embolsé todo lo que tuve a mi alcance, no quería dejar nada que le perteneciera dando vueltas por ahí. Cualquier prenda de ropa que estuviese hasta escondida debajo de la cama se fue con todo lo que tiré.
No obstante, incluso después de todo, lo más difícil de sacarme de encima fueron las fotos. Fotos de antes de que todo se volviera tan oscuro entre los dos, con sonrisas enormes y besos que todavía tenían un significado para mí. No sé si lo tuvieron para él.
La sensación en mi estómago era rara. Había pasado tanto tiempo con él que ahora encontrarme sola se sentía vacío. Y no quiero que se malinterprete, yo ya no amaba a Valentín, no sentía ningún tipo de amor por él, pero una parte de mí sentía extrañarlo mucho. No extrañaba a ese que insultaba sin razón, sino al que era compañero conmigo.
Pero ya no se podía volver atrás, porque aunque lo hiciera todo habría sido igual. Él siempre había tenido ese lado amargo y áspero, solo que esperó a que yo me sintiera debilitada a su lado para sacarlo a la luz.
El viento golpeó el ventanal cuando me agaché a agarrar una de sus remeras que yacía tirada en el suelo de mi cuarto. Su olor estaba ahí, ese aroma a perfume masculino que solía pegarme a él todavía estaba ahí. No lo amaba, tampoco lo odiaba, aún aunque tenía que hacerlo, no podía sentir odio por él. Sentía pena, muchísima pena de la persona que eligió ser.
¿Sería muy retorcido querer quedarme con algo suyo? Al menos con algo que me hiciera recordar que en algún momento fue bueno conmigo.
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Cartón • 𝒘𝒐𝒔
Fiksi RemajaUna noche lo vi. Estaba ahí parado, tranquilo, con un porro entre los labios como acostumbraba. Y me miró. Esa mirada fría que no sabés lo que quiere decirte pero de todas formas te hace estremecer igual. Eso es lo que él me hacía sentir cada segun...