Sus brazos rodeaban mi cuerpo con fuerza pegando mi espalda a su torso desnudo, su nariz acariciaba el hueco de mi cuello dándome calor en esa zona cada vez que respiraba.
Casi tres horas habían pasado desde que los dos nos dejamos caer en su cama, y yo no había podido cerrar ni un ojo porque sentirlo roncar ligeramente detrás de mí solo me daba escalofríos, algo que antes solía tranquilizarme en las noches ahora solo me daba ganas de esperar a verlo despierto para estar atenta a sus movimientos.
Desde esa discusión en mi departamento todo empezó a tomar demasiada tensión entre los dos, una tensión demasiado notable para mí. No volvió a hacer nada que me lastimara físicamente, sin embargo cada vez que se acercaba yo recordaba una y otra vez mi golpe seco contra el suelo y su fuerza para empujarme como lo hizo, y cuando me abrazaba ese 'No empieces a dibujarte cosas otra vez' solo hacía un efecto totalmente contrario en mi cabeza.
Toda esa seguridad que tenía con él cerca estaba disminuyendo, y por alguna razón yo me sentía como la única culpable.
Suspiré intentando deshacerme de su agarre, causando que él se removiera un poco con un quejido antes de soltarme. Me levanté de su cama haciendo una mueca cuando un dolor se hizo presente en mis piernas, otra cosa que había cambiado era su fuerza sexualmente, frecuentaba mucho a apretar o aplicar algún tipo de fuerza que antes no me molestaba en absoluto e incluso disfrutaba, pero ese último tiempo parecía estar enojado la mayor parte del día y todo lo que hacía cuando estábamos juntos era descargarse.
Y estaba mal, sabía por completo que estaba mal, pero el nudo de mi venda era tan duro que no podía negarme a nada de lo que me pidiera.
"¿A dónde vas?" Su voz ronca me hizo sobresaltar, girándome a verlo justo cuando me agaché para calzarme los pies.
"Al baño."
"Fuiste hace un rato."
"Quiero ir de nuevo."
"¿Qué te pasa?" Ahora parecía más atento, se había reclinado sobre la cama posando sus ojos adormilados en mí con el ceño fruncido.
"Nada, dormite." Insistí, sin borrar mi tono seco hacia su presencia.
"¿Por qué me hablás así?"
"No me pasa nada, Valentín, quiero ir al baño y listo."
Salí de la habitación sin querer escuchar alguna respuesta suya, probablemente victimizándose por mi reciente comportamiento con él. Estaba demasiado cansada como para ponerme a discutir a esa hora de la madrugada, y no iba a seguirle su juego de querer solucionar todo con un par de besos.
En realidad ni siquiera tenía ganas de ir al baño, era más bien una excusa para dejar de sentirme ahogada por sus brazos y su firmeza para mantenerme cerca suyo.
Las cosas no iban bien entre nosotros, y él intentaba hacer parecer todo el tiempo como si lo estuvieran, abrazándome, besándome, tocándome, pero desde que conocí su fuerza, frialdad e indiferencia cuando algo le molestaba enserio, todo lo que hacía era mantenerme al margen de no hacerlo enojar.
Y era porque le tenía miedo.
Prendí la luz de la cocina pegando un salto del susto cuando la figura de Tadeo apareció apoyada en la mesada achicando sus ojos por la intensidad de la iluminación.
"Dios..." Llevé mi mano a mi pecho de forma dramática chequeando que mi corazón estuviera bien. "N-no sabía que ya habías llegado."
"Y yo no sabía que estabas acá." Sonrió ligeramente observándome un poco y después llevando su vista al suelo. "Igual no me sorprende, si no estás en tu casa estás acá."
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Cartón • 𝒘𝒐𝒔
Roman pour AdolescentsUna noche lo vi. Estaba ahí parado, tranquilo, con un porro entre los labios como acostumbraba. Y me miró. Esa mirada fría que no sabés lo que quiere decirte pero de todas formas te hace estremecer igual. Eso es lo que él me hacía sentir cada segun...