Pasó un tiempo antes de que me atreviera a pisar la casa de Samuel otra vez.
Él estuvo una semana entera sin ir a clases así que tampoco nos cruzábamos en el instituto. Todos nuestros compañeros me preguntaban por él casi a diario, yo no sabía qué decirles.
Cuando llegué a casa la noche de la fiesta, mis padres me dieron la reprimenda de mi vida. Ni siquiera pude explicarles nada, ni a ellos ni a la señora Colman.
Probablemente los padres de Samuel también estaban decepcionados de mí. Lo dejaron ir porque iba conmigo, supongo que pensaron que yo iba a cuidar bien de él, y casi acaba ahogándose en una piscina. Lo peor del caso es que ni siquiera fui capaz de reaccionar a tiempo para sacarlo. ¿Qué hubiese pasado si nuestros compañeros no hubiesen estado allí? Sí, Samuel estaría muerto ahora mismo.
Todos los días pensaba en eso y la culpa apenas me dejaba dormir. Criticaba tanto a los adolescentes estúpidos y yo había actuado como uno. No cuidé de mi mejor amigo, no fui responsable en absoluto, y ni siquiera tenía la cara de plantarme en su casa para preguntarle cómo estaba.
Ese día, mis padres subieron a mi habitación. Imaginé que se habían preocupado cuando notaron que iba de la escuela al cuarto y del cuarto a la escuela. O tal vez solo venían a darme otro sermón. Ya tenía suficiente con mi propia mente machacándome una y otra vez; definitivamente esperaba que no fuera otro sermón.—Queremos hablar contigo.
La voz de mi padre retumbó en mis oídos como si estuviese metido dentro de mi cabeza.
Me senté en la cama y me pasé la mano por la cara.
—No has salido de tu cuarto más que para ir a estudiar. Queremos saber qué fue lo que pasó exactamente.
—"Lo que pasó", fue que casi dejo morir ahogado a mi mejor amigo por una estupidez, y no conforme con eso también los decepcioné a ustedes.
Ellos se miraron unos instantes antes de volver a hablarme.
—Elías, cálmate un momento y cuéntanos cómo fue que Samuel acabo cayéndose a la piscina.
Suspiré.
De verdad apreciaba que mis padres se preocuparan tanto por mí, pero no tenía ganas de volver a recordar nada de aquella noche.—Discutí con Samuel porque empezó a tomar más de la cuenta. Supongo que estaba emocionado porque por fin estaba haciendo cosas de adolescentes. Obviamente nunca había tomado cerveza en su vida, así que le sentó fatal. Intenté frenarlo, me mandó al diablo y yo me fui. Solo me distraje un momento... —Me pasé la mano por la cara y tragué saliva, intentando no llorar—. Necesitaba respirar un poco, ya saben... Calmarme. Volvería por él en cuanto se tranquilizara un poco. Y entonces escuché los gritos de todo el mundo. Mis compañeros me dijeron que él caminó al patio. No llevó su bastón porque iba conmigo, pero yo no estaba con él, maldita sea, debí haber estado ahí.
Mi madre abrió la boca para regañarme por maldecir, pero mi padre la detuvo. supongo que ambos entendieron lo angustiado que estaba, y a decir verdad, si recibía otro regaño por parte de ellos, acabaría largándome a llorar allí mismo.
ESTÁS LEYENDO
La subjetividad de la belleza
Novela JuvenilElías es tímido y solitario. Samuel es espontáneo, risueño y brutalmente honesto. Por azares del destino, estos dos chicos de quince años cruzan sus caminos cuando Samuel se convierte en el vecino de Elías. Juntos descubrirán la magia de la amistad...