Vi el sol ocultándose entre las nubes grises a través de mi ventana. Probablemente iría a llover otra vez.
Cerré las cortinas y me tumbé sobre mi cama, con el antebrazo cubriéndome los ojos. El mal tiempo acompañaba a la perfección mi estado de ánimo.
Samuel. Todo lo que ocupaba mis pensamientos era Samuel.El fin de semana me dio una excusa perfecta para no ir a verlo. No teníamos clases, así que no tenía que pasar a recogerlo. Normalmente solíamos juntarnos, pero yo simplemente no tenía el valor de enfrentarme a él después de lo que sucedió entre nosotros. Y no era que no supiera exactamente lo que estaba pasando conmigo; lo comprendía perfectamente, pero no quería asumirlo, porque eso significaría asumir un montón de cosas más, y no me sentía listo para hacerlo.
Supongo que él habrá pensado que hizo algo malo. Samuel siempre se echaba la culpa aunque no la tuviera. Aunque pensándolo bien, yo también pensaría lo mismo si él hubiese salido corriendo despavorido de la habitación como yo lo hice. En realidad, ni siquiera sé por qué demonios tuve esa reacción. Creo que lo que en realidad quería era escapar de mí mismo. No se trataba simplemente de admitir que me gustaba mi mejor amigo. El problema era que me había negado a darle rienda suelta a ese sentimiento porque no sentía que fuera correcto. Samuel era mi amigo, y era un chico. Y yo solo fui un tonto que se dejó llevar y acabó dejándose en evidencia y poniendo las cosas más difíciles. Podría haber estado bien solo con mantener mis sentimientos en secreto. Tal vez con el tiempo lograba conocer a alguien más y lo que me pasaba con Samuel acabaría esfumándose. Probablemente, cuando fuéramos adultos, recordaríamos este momento como una tontería de adolescentes.
Sonaba sencillo, pero no lo era en absoluto. La idea de renunciar a Samuel me hacía sentir vacío, pero mi propio masoquismo me llevó a convencerme de que esto era lo mejor; así deberían ser las cosas.
Necesitaba frenar todo esto antes de que siguiera creciendo y acabara siendo imposible de controlar.. . .
El lunes fui a buscarlo a su casa, como todas las mañanas. Tardó más de lo habitual en bajar, y cuando salimos de la casa, no tomó mi brazo como solía hacer, solo se valió de su bastón.
—¿Estás enojado conmigo? —Pregunté.
—No, ¿por qué?
—No tomaste mi brazo como sueles hacer.
—Tú me dijiste que no querías que te tocara.
Suspiré. Tal vez era lo mejor, aunque echaba mucho de menos sentir el calor de su cuerpo junto al mío.
—No me refería a esto.
—¿El otro día te fuiste porque no te gustó el beso?
Definitivamente no estaba listo para que la palabra "beso" apareciera en la conversación, pero conociendo a Samuel, sabía que en algún momento iba a tocar el tema. Él nunca dejaba nada en el tintero.
—No fue por eso. Pero no quiero hablar del tema.
—¿Por qué?
—Porque no. Escucha, Sam, tú eres mi mejor amigo y eso nunca va a cambiar, ¿está bien? Así que creo que lo mejor va a ser que olvidemos lo que pasó.
—Yo no puedo olvidarlo —contestó en voz baja.
—¿Por qué no? —insistí, un tanto inquieto.
No estaba seguro de querer escuchar sus motivos, porque sabía que sería mucho más difícil para mí, pero era un masoquista.
—Dijiste que no querías que habláramos del tema.
—Pero esto es diferente.
—¿Por qué lo es? Solo porque tú quieres saberlo, pero no estás pensando en lo que yo siento, Eli, solo decidiste que sería mejor olvidarnos. Está bien, olvidémoslo. Solo fue una tontería, ¿no? Eso es lo que dices.
Lucía molesto. No lo había visto así desde que discutió con nuestros compañeros de clase.
—Oye, espera un momento. —Lo tomé del brazo para detenerlo cuando noté que se había adelantado—. No quise hacerte sentir mal, lo que pasa es que...
—¿Es que qué? ¿Tienes miedo de afrontar lo que sientes?, ¿o es porque soy un chico?
—Es porque eres mi amigo, Sam...
—¿Y eso qué? Hay amigos que se besan.
Solté una risa incrédula.
—¿En serio los hay?
—Supongo que sí. No lo sé. Lo importante aquí es que tú no puedes decirme lo que debo hacer, porque no es algo que yo controle, Eli. Yo no puedo simplemente ocultar lo que siento, no está en mi naturaleza.
—Ya lo sé, créeme que lo sé. Pero no quiero que esto se vuelva un muro entre nosotros. No quiero que las cosas sean diferentes.
—Ya lo son, porque a ti te molesta que te toque, y siento como intentas huir de mí. Así que he tomado la decisión de respetar tu espacio, y tú deberás respetar mi decisión de no olvidar.
Se zafó de mi agarre y continuó caminando.
Preferí no seguir con la conversación después de aquella tajante respuesta.
Le había dicho todo lo que según yo tenía que decirle, sin embargo, no me sentía bien conmigo mismo en absoluto. Más bien sentía que me faltaba algo, y esa sensación era de lo más desagradable."Esto es lo mejor" me dije a mí mismo varias veces para intentar alejar esa mala sensación que me hizo un nudo en el pecho. Pero en el fondo, sabía que estaba mintiendo.
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La subjetividad de la belleza
Teen FictionElías es tímido y solitario. Samuel es espontáneo, risueño y brutalmente honesto. Por azares del destino, estos dos chicos de quince años cruzan sus caminos cuando Samuel se convierte en el vecino de Elías. Juntos descubrirán la magia de la amistad...