—Necesitamos hablar.
Ensayé mi discurso un millón de veces, pero nunca terminaba convencido, así que decidí depositar toda mi confianza en mi capacidad de improvisar. Esperaba que esta vez funcionara mejor que las anteriores.
—¿Sobre qué?
—Sobre lo que pasó.
—Eres el chico más contraproducente que he conocido en mi vida. Primero me dices que no hablemos más del tema, luego no paras de tocarlo. Déjame adivinar: ¿Vas a intentar hacerme entender otra vez que lo que pasó no debió haber pasado y que tenemos que olvidarlo? Sí, sí, ya lo sé, vamos a fingir que nunca pasó nada y ya está, ¿qué te parece?
—Estás demasiado enojado conmigo, ¿verdad?
—Sí, lo estoy.
—¿Por qué?
No estaba seguro de querer escuchar esa respuesta. Samuel enojado daba miedo. Nunca levantaba la voz, pero yo sentía sus palabras como un puñetazo en el medio de la cara.
—¿Quieres que te diga por qué? Porque no te estás dando cuenta del comportamiento egoísta que estás teniendo. Nunca te detuviste a pensar en lo que yo sentía, solo diste por sentado que las cosas debían ser de cierta manera porque a ti te convenía, y luego vienes y me dices que no quieres que las cosas sean diferentes entre nosotros, y te comportas de esa manera especial conmigo, y luego me rechazas una y otra vez. ¿Qué es lo que pretendes, Eli?
—Quiero saber exactamente lo que sientes. Escucha, Sam... Pasó todo demasiado rápido y yo simplemente no estaba listo para asumirlo, ¿está bien? Eres mi mejor amigo y de pronto las cosas empezaron a ser diferentes entre nosotros, pasaron demasiadas cosas y yo simplemente...
—Me gustas, Elías. —Su repentina confesión me tomó por sorpresa. Incluso olvidé por completo lo que le estaba diciendo—. Me gustas muchísimo. Eso es lo que siento. No sé cuándo sucedió, supongo que fue después de la fiesta que terminé de asumirlo. Nunca me le declaré a nadie así que es difícil para mí hablar sobre estas cosas, por eso intenté hacértelo saber por medio de indirectas, pero tú siempre me esquivas, así que no sé qué es lo que pretendes. Ahora que ya lo sabes, si vas a rechazarme hazlo sin poner ninguna excusa tonta, por favor.
Tragué saliva. Los latidos de mi propio corazón me retumbaban en los oídos. Estaba tan tenso que me dolía el cuello.
—Yo no vine a ponerte ninguna excusa, no esta vez. Por favor, deja de estar tan enojado conmigo, me pones más nervioso de lo que ya estoy.
Él chistó, luego cruzó los brazos sobre el pecho.
—¿Tú crees que es así de sencillo controlar lo que uno siente, Eli? No puedo simplemente dejar de estar enojado solo porque me lo pides. Así como tampoco puedo olvidarme de lo que pasó, ni puedo dejar de sentir lo que siento por ti.
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La subjetividad de la belleza
Teen FictionElías es tímido y solitario. Samuel es espontáneo, risueño y brutalmente honesto. Por azares del destino, estos dos chicos de quince años cruzan sus caminos cuando Samuel se convierte en el vecino de Elías. Juntos descubrirán la magia de la amistad...