Capítulo 16. Entre la espada y los pañales.

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El pequeño James ya tenía un año de edad, se mostraba inteligente y habilidoso, ya daba sus primeros pasos, aunque torpemente, gateaba con soltura, demostraba pequeños rastros de bruma verde saliendo de sus manos, con lo cual daba a conocer que era igual que su madre, un hechicero, al ser idéntico a Loki poseía los ojos verdes, solo un tono más oscuros que los de su madre, ese día Thor iría a entrenar a la gran arena de los guerreros, más James se aferró a su pierna y no le dejaba avanzar, Loki cruzado de brazos mostraba su cara de autoridad, pues James había roto uno de los jarrones de Frigga, debían darle una lección y un castigo, más Thor reía tomando a su pequeño retoño entre sus brazos.

-Vamos mamá no seas tan severo, solo fue un accidente, no es para tanto.

- ¿No es para tanto? Thor era un jarrón de mil quinientos años... lo que salió volando de su interior no era polvo cariño, eran parte de las cenizas de la abuela... madre las guardo para tener un recuerdo pequeño de su madre.

-Luces más molesto que madre... cariño, enserio, no seas tan severo con el pequeño.

-Madre no estaba molesta cariño, estaba triste y decepcionada, lo vi en su mirada, con eso me dijo que estoy haciendo un pésimo trabajo en educar a nuestro hijo...

-Vamos amor... también hicimos travesuras... y más tú, ese es tu don, deja de molestar al pequeño con tanta rectitud, me lo llevaré a la arena, hasta que se calmen tus nervios de tanto estrés.

-Huuyyyyy lo consientes demasiado Thor Odinson... Fuera de mi vista, no los quiero ver por el resto de la tarde a ninguno de los dos... tengo que arreglar el problema en que tu hijo acaba de meterme... y tú te lo tomas tan a la ligera, siempre soy yo quien tiene que remediar sus destrozos y tú solamente lo consientes... fuera...

Loki les dio la espalda con los ojos nublados de lágrimas, pues sentía que su esposo no lo apoyaba en cuanto a la educación del pequeño se refería, camino al interior del palacio dejándolos solos y abandonados en el jardín, Thor tenía la boca abierta y el ceño fruncido, sin duda estaba molesto por los comentarios arrebatados de su esposo, se lo haría saber cuándo volviera de la arena, James por su parte hacía pucheros y sus hermosos ojitos verdes comenzaban a llenarse de lágrimas, aferrándose a la camisa de su padre, Thor lo abrazo con fuerza y beso sus mejillas.

-Tranquilo mi amor, mamá solo está bajo mucho estrés, no habló enserio, vallamos a jugar un rato a la arena ¿de acuerdo?

El pequeño sorbió la nariz mientras asentía con la cabeza y así envuelto en los brazos de su padre se fueron hasta la arena de entrenamiento, al llegar allí el pequeño príncipe se robó la atención de todo mundo, siendo Sif la primera en llegar hasta Thor y tomarlo en sus brazos y alzarlo en el aire, el pequeño comenzó a reír a carcajadas, Sif volteo a ver a Thor y le giñó el ojo.

-Anda grandote, ve a entrenar, yo lo cuido mientras llega mi turno con la espada.

-Gracias mi amiga.

-No es nada nene, anda que Fandy te espera ansioso de mostrarle a su amor que si sabe usar la espada...

Ambos rieron por el comentario de doble filo que lanzo la guerrera, claro que Baldr observaba desde las gradas, esperando también su turno de entrar en combate, Sif se acercó hasta él y le dio a su sobrino en sus brazos, el rubio sonrío ampliamente mientras lo abrazaba con ternura.

-Eres un pequeño caramelo ¿Lo sabias?

El día de entrenamiento resulto tal y como Thor había planeado, James callo rendido ante tanto ajetreo, besos y mimos de parte de todos sus amigos, cuando regreso al palacio con su hijo en brazos, este último estaba completamente dormido, lo acomodo en su cuna en la habitación contigua a la suya, ambas habitaciones estaban conectadas por una puerta blanca que siempre estaba abierta para un acceso más rápido en caso de que el niño lo necesitase, hacia un par de meses que el niño había dejado de alimentarse del pecho de Loki, ya se alimentaba de papillas y comidas blandas y tomaba agua y té, Loki a veces extrañaba esa unión que tenía con su hijo, el pequeño ahora pasaba más tiempo del brazo de su padre y aún que le llenaba de ternura verlos juntos, sentía que lo hacían a un lado y que él solo fungía como el papel de la mamá exigente y regañona que solo hacía llorar al pequeño.

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