Christian y yo intercambiamos miradas, él es cero discreto y casi me persigna enfrente de mi compañera. Le sonrío a Joelle y le digo que puede hablar conmigo cuando lo deseé, pero que estoy comiendo y no interrumpiré mi comida solo porque ella quiere ir a otro lado. Además le explico que mi hermano es de mi total confianza y que cualquier cosa que quiera decirme, la puede decir frente a él.
La capitana del equipo de matemáticas arruga la nariz y hace una mueca con los labios que me parece denota asco. No se imaginan la satisfacción que me da verla titubear, ya no se ve tan segura ni cómoda. A mí me la pela, no tengo nada que decir, soy una víctima también, aparte, ella ni corre riesgos, o sea, su nombre no lo dije.
Para darle más peso al hecho de que no pienso hablar con ella, pruebo un trozo de lasagna. Oh, está deliciosa, tiene una capa gruesa de queso y el sabor de la salsa de tomate es deliciosa. Si algún día vuelvo a toparme con André le diré que pruebe este platillo porque está...¿espera qué? Joder, no acabo de pensar eso.
—Ni se te ocurra hacer otra idiotez —sisea, sus ojos claros casi centellean—. Tal vez a ti no te importa echar tu vida por la borda, pero yo estoy buscando entrar a una de las mejores universidades, no quiero que mi reputación se manche con tu video tonto.
Da la media vuelta y se va dando pisotones.
¿Su reputación? No entiendo a qué va eso. Es la chica ejemplar, la estudiante modelo. Tiene mil créditos de más y ni un solo reporte. Un video estúpido no cambiará nada. Aunque, siendo sincera, creí que Joelle ya tendría un lugar asegurado en cualquier universidad. Eso sólo significa que aún no es aceptada. Casi podría reír, la capitana del equipo de matemáticas aun no entra a una escuela y yo ya fui aceptada. Sólo por eso me dan ganas de seguirla y restregárselo en la cara.
Mi hermano me lanza una mirada interrogante, no sé si por lo que acaba de pasar o por la notica de Mazca. No quiero hablar de Joelle, así que hablo de Mazca.
—Leí la carta de aceptación la semana pasada —le da un mordisco de oso a su hamburguesa—. No me lo esperaba, seguro la puntuación del examen me sirvió.
Mastica varias veces, traga y le da un sorbo a su bebida.
—Diles a mamá y papá —dice mientras le quita el jitomate a la comida—. Se pondrán contentos.
Sí, bueno, obviamente se pondrán contentos. Si mi hermano lo sabe, mis padres no tardarán en enterarse, más vale que se enteren por mí que por él. Terminamos la comida, pago y salimos del local. Esta vez no disfruté tanto de la malteada, tenía buen sabor, buena consistencia; no sé qué pasó. Tal vez Joelle me lo arruinó. Más bien dejé que la presencia de Joelle me lo arruinara.
Llegamos a casa y mis padres llegan casi al mismo tiempo que nosotros. Mamá nos sonríe y pregunta que en dónde estuvimos, papá comenta que el trabajo estuvo pesado durante el día, pero que le ofrecieron dar una plática en la Universidad de Mazca a todos los alumnos de licenciaturas familiarizadas con la filosofía. Se nota tan emocionado que hasta me emociono con él. Creo que es una señal divina, tengo que decirles ya.
Antes que nada, vuelvo a revisar mis redes sociales. Facebook no está tan intenso como Instagram, ya llegué a cuatro mil seguidores. ¿Qué carajo? No entiendo como suben tan rápido. De acuerdo, hace tiempo me di cuenta que la vida virtual no te deja nada. Una persona no secaracteriza por el número de seguidores, de reacciones o de me gusta. Lo que importa es la calidad de persona que eres, los momentos vividos, los recuerdos que te llevarás a la tumba. Lo interesante es qué va a recordar la gente de ti cuando ya no estés en este mundo. Y no pienso dejarme influenciar por el hecho de que mi video salió a luz y se está haciendo viral, no puedo hacer nada. Hay que dejarlo fluir, si nadie corre peligro, no tengo que preocuparme, esperemos que nadie se vea tan afectado, al menos no gravemente. Y si mi rostro lo van a conocer en los pueblos vecinos, que lo hagan. Ni conozco a esa gente, ¿qué me importa lo que piensen? Es más, no importa lo que esos cuatro idiotas piensen. Sí, lo arruiné, todos lo hacemos. Mejor hay que dejar de lado y disfrutar de...
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Cómo declararte a tu crush...sin morir en el intento
Teen FictionBrisa Galetto junto con sus compañeros de la preparatoria deciden, en su último año, hacer una cápsula del tiempo en la que guardarán algún objeto personal con el fin de que veinte años después, los alumnos de último año encuentren la cápsula y pued...