Capítulo 12

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Gerardo se encierra en la habitación de la derecha para darnos un poco de privacidad. No debería estar pensando en esto, pero necesito buscar una forma de convencerlo para que me ayude con el tema del video.

―¿Te gusta la lasaña? ―pregunta André quien se dirige a la cocina y abre el refrigerador―. Lo arruiné otra vez ―se ve tan afligido que me da ternura―. Debí preguntarte, ¿verdad? En serio, perdón, soy nuevo en esto, si no te gusta podemos pedir otra cosa.

Durante un segundo, las palabras no se forman en mi boca porque mi mente está demasiado ocupada en admirarlo. A simple vista, parece un hombre feroz, pero al verlo tan apenado, lo único en lo que puedo pensar es que es perfecto. Cuándo dijo que es nuevo en "esto", ¿a qué se refería? Podría tratarse de una cita, de un sentimiento, de cocinar. Me pregunto si habrá tenido alguna relación sentimental, es un hombre atractivo, seguro varias chicas estaban tras él. Luego recuerdo su pasado que incluye drogas y pienso que tal vez sus relaciones interpersonales no eran lo más sano posible.

Las dudas me comienzan a embargar, pero no me atrevo a preguntar. André dijo que nos haríamos solo cinco preguntas, lo suficiente para conocernos y no quiero presionarlo. Porque si lo presionas, te presionas también a ti.

―¡Me encanta la lasaña! ―sonrío para tranquilizarlo―. Lo estás haciendo perfecto, es de lo más lindo que alguien ha hecho por mí.

Y es verdad. Mi madre ha cocinado para mí en mi cumpleaños, mi padre ha horneado pastel, mi hermano (cuando era pequeño) me hizo cartas para felicitarme, Demi incluso ha tomado mi mano cuando estoy pasando malos ratos, pero ellos son como familia. Fuera de ese círculo, nadie me hizo algo especial. Ninguno de los cuatro a los que les dediqué un video de mierda.

Ver que André suspira aliviado y mete un recipiente de vidrio al horno, hace que quiera ir a abrazarlo en este momento, quisiera acariciar su mejilla, perderme en su mirada...besarlo. Venga, Brisa, contrólate. Me excuso para ir al baño.

Me echo un poco de agua en la cara, de pronto he sentido muchísimo calor, miro mi reflejo y me encuentro con una gota de sangre saliendo del orificio derecho. ¿Otra vez? Ay, no. Rápidamente tomo un poco de papel y me sueno, la buena noticia es que no hay tanta sangre y cero coágulos. La mala noticia es que necesito un poco de rubor. Siempre he amado mi piel morena, me gusta el color, pero ahora estoy ligeramente pálida.

Acomodo mi cabello y salgo para encontrarme con que la mesa está puesta elegantemente. El mantel a cuadros color rojo y blanco es fenomenal. Tomo una fotografía mental, quiero guardar este recuerdo para siempre.

Comemos en mientras charlamos. Nunca me han gustado las verduras, las como porque me hacen bien, pero si pudiera prescindir de ellas, sería feliz; sin embargo, la vinagreta de frutos rojos que hizo André está deliciosa y es la primera vez que disfruto con toda el alma una ensalada. La lasaña es buena, la capa gruesa de queso de la superficie es suficiente para enamorarme de este platillo. Me gusta mucho más que la de Delicia y aunado a ello la buena compañía, es increíble.

Río como hace mucho no lo hacía hace mucho, disfruto cada milésima de segundo mientras me olvido de todos mis problemas. En esta pequeña parte del mundo, me siento segura y ajena a mis preocupaciones.

En un momento dado, Gerardo sale de la habitación para decirle a André que el casero lo busca por el teléfono. André se disculpa para ir a atender el problema mientras Gerardo se escabulle a la cocina para tomar un trozo de lasaña. Él pasa de la ensalada.

―Esto está buenísimo ―dice mientras saborea la salsa de tomate―. De no ser por André, comería comida china a diario.

Sonrío mientras le paso una servilleta para que se limpie la barbilla.

Cómo declararte a tu crush...sin morir en el intentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora