Capítulo 24

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Durante los primeros años de preparatoria, mi sueño fue ir a Juegos Olímpicos, no era una meta real, pues de alguna forma siento que la mayoría de los atletas piensa en ir a ese evento, pero una parte de ellos sabe si es posible o no. Lo veía como una meta a largo plazo, tal vez se diera una vez que estuviera en universidad, pero definitivamente no para este ciclo.

Y después ocurrió lo de la leucemia, no hubo mejor manera para darme a entender que jamás podría cumplir ese sueño.

Así que al ver que alguien a quien conocí, de quien me enamoré y a quien me causa un revoltijo de sentimientos en este momento, estar cerca de cumplir el mismo sueño, pero esta vez de él, siento que merece que me alegre por él. Y lo hago, no hay envidia, no hay recelo, ni siquiera puedo estar molesta por el hecho de que su ex novia tóxica viralizó mi video solo porque él nunca logró quererla. Claro que eso no es su culpa, de él no dependió.

—Es que... —su voz titubea, sus ojos dejan los míos por un par de segundos—. Lamento no haber actuado diferente la noche que me llamaste —cuando su mirada encuentra la mía, un hormigueo nace en mi interior—. Puedo poner mil excusas, pero no quita el hecho de que me confundí mucho —se acerca a mí, pero no se atreve a estar tan cerca, me quedo estática—. No se me ocurrió que pudieras tener sentimientos hacia mí, eras distante y parecía que te caí un poco mal —sí, buen punto, ni como refutar—. Y se me hizo muy extraño que me hablaras ebria, me hizo recordar las veces que mi ex me llamó ebria y no sé, simplemente escapé.

Y no dejemos de lado el hecho de que le marqué más de cinco veces, una tras otra, de no ser por Demi quien me quitó el teléfono móvil, seguramente me habría escuchado balbucear y no sé ni qué habría dicho. Pero seguramente sería lamentable.

—Pero yo también me enamoré, fue algo rápido que en realidad no pude procesarlo, además no quería tener responsabilidades —omitiré el hecho de que leí su ensayo—. Mi última relación duró tres años, no quería comenzar algo tan pronto. Aunque la mayoría de las que me buscaban eran intensas, mucho. Pero fue mi culpa.

Sinceramente no sé qué me quiere decir con eso. Está radiante, acaba de dar la marca olímpica y aunque tiene mucho entrenamiento por delante, veo probable que pueda ir, si no es este año, será en el siguiente ciclo. Pero no solo eso, me está diciendo algo, sonríe y ni siquiera sé qué responder.

—Entiendo, no te guardo rencor —me sané, me curé y eso fue incluso antes de conocer a André—. Creo que no era nuestro momento. A veces todo pasa por algo.

Nos quedamos viendo, él me mira entre apenado y emocionado. No voy a negar que es atractivo, pero logro no irme hacia otros lados de su cuerpo y simplemente verlo a la cara. Ninguno dice palabra alguna, pero comienzo a asustarme porque lejos de ser incómodo, es agradable.

—Espero que te vaya muy bien en natación ―aparto la mirada y hago ademán de moverme―. Adiós.

Apenas doy dos pasos, cuando David me toma gentilmente del brazo para detener mi huida. Hace un año, seguramente estaría feliz, mi yo interior estaría saltando de alegría y gritando como una loca. Tal vez él era compatible conmigo, pero no se dio en el momento indicado, lo único seguro es que ya no es tiempo.

―Lo sé, Brisa, sé lo de la leuce...

―¡No lo digas!

El aire abandona mis pulmones, una sensación de pesadumbre nace en mi pecho y ejerce opresión. David me mira conmocionado por mi arrebato de aversión, no quise sonar tan ruda, pero que sepa lo de mi enfermedad es agobiante. Volteo a todos lados en busca de algún ser humano que pudiese escuchar por accidente, hay unos cuantos nadadores cerca, pero están ocupados en sus asuntos, el entrenador Nava está hablando con una mujer más allá.

Cómo declararte a tu crush...sin morir en el intentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora