Capítulo 16

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―Me voy a morir de calor ―pero más que de calor, es de comezón―. Ya vuelvo.

Corro hacia el baño y me encierro. Maldito suéter con la etiqueta mal cortada, tenía tanto tiempo que no usaba este que olvidé lo molesto que es. Me lo quito y trato de rascarme la zona en donde tengo comezón, pero no alcanzo, así que me recargo en la pared y me rasco como oso. No sé si sea por la vergüenza o se trata de la temperatura ambiental, pero también tengo calor. Abro el grifo y me lavo la cara con agua fría, mi rostro está sonrosado cosa que no debería notarse tanto dado mi tez morena, pero al verme en el espejo; es evidente ¿Así me vio André? Santa papaya, estoy horrible.

Intercalo el abanicarme el rostro y echarme agua fría para deshacerme del calor. Una vez que el color rosado escapa de mi rostro me siento más tranquila.

Gerardo me dijo que André tuvo una novia que sufrió una sobredosis. No debería sentirme impactada ante la revelación, excepto que fue hecha por la persona que me interesa. Y la forma en la que lo dijo hizo parecer que fu él el culpable de lo que le ocurrió a su ex ¿será cierto? He oído hablar sobre la culpa del sobreviviente; tal vez eso es lo que André siente. Espero no haberme visto como una loca que sale despavorida ante una confesión de tal magnitud, tampoco es como que me asustara y pensara que él es un asesino. Solo necesitaba escapar por un par de minutos que ya se convirtieron en cuatro minutos.

Es momento de salir.

André mira fijamente la pared, en su rostro se dibuja una expresión de desconsuelo, rasca sus dedos nerviosamente y puedo notar que está preocupado. No sé si se deba a mi reacción o al recuerdo, podría ser que se deba a ambas. Me acerco lentamente, tengo que pensar muy bien lo que diré y lo que haré.

Me detengo frente a él y lo miro. Muerdo mi labio inferior en un intento de apaciguar los nervios. Los ojos oscuros de André conservan un rastro de melancolía, se clavan en mis ojos y tengo que apartar la mirada; no sé la razón por la cual me siento tan apenada. Tomo un mechón de cabello y lo acomodo detrás de mi oreja antes de tomar una profunda respiración.

―Gerardo me dijo sin querer lo de tu novia ―hablar se siente tan ajeno―. Pero no fue por eso qué me alejé de ti ―me armo de valor y lo miro de nuevo―. No te voy a juzgar por tu pasado, no voy a...

Es que no sabes la historia ―se levanta de un salto mientras me interrumpe, se acerca tanto que debo mirarlo hacia arriba―. Dame la oportunidad de contarte y luego decide si aún quieres verme.

Asiento con la cabeza porque es más fácil que seguir hablando, pues cada palabra me iba a llevar a la confesión a la que no quiero llegar. Me abrazo a mí misma y tomo asiento en el sillón, el pobre André está tan nervioso que no puede quedarse quieto.

Mi ex novia no era adicta, más bien consumía de forma recreativa ―va de un lado a otro―. Me gustaba mucho ¿sabes? Desde el día en que la vi me agradó. Por su bien, traté de alejarme, pero ella insistía en volver. Le advertí que no era buena idea que estuviéramos juntos, pero quiso correr el riesgo y fui lo suficientemente débil como para no apartarme ―toma una profunda respiración y mira hacia la ventana―. Al principio no fue tan malo, pero llegó un momento en que me di cuenta de que ella estaba tan mal como yo. El día en que falleció, sus padres descubrieron que era adicta, me culparon a mí obviamente y le prohibieron seguir viéndome. Además, la meterían a rehabilitación ―rasca su nuca―. Era su pase de salida, yo prometí apartarme, pero ella no quiso alejarse de mí. Nunca pude negarme a sus peticiones y cuando empezó a llorar porque pensó que no la quería...lo arruiné todo. Accedí a drogarnos una vez más y entonces empezaríamos bien, ambos. Ella siempre tuvo miedo de inyectarse, siempre era yo quien lo hacía, pero ese día estaba más drogado que de costumbre, creo que no calculé la dosis y tal vez fui yo quien le puso de más.

Cómo declararte a tu crush...sin morir en el intentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora