―En una semana es la graduación ―comento mientras me ponen la intravenosa―. De todas formas, de aquí al viernes en la mañana debemos ver avance o algo.
Hay gente a la que, desde la primera quimioterapia intensa, le baja el recuento de células. Conocí a un hombre que llegó con plaquetas muy bajas, tanto, que se estaba desangrando. Le hicieron transfusiones plaquetarias y también quimioterapia. Le fue bien, pues dos semanas después, su recuento de plaquetas incrementó considerablemente y los linfocitos bajaron.
No era mi plan someterme a un tratamiento intensivo, acordamos que sería paliativo porque mi leucemia es resistente. Pero cuando lloré con André, cuando me di cuenta de que no estaba preparada para dejarlo y que en realidad quería seguir viviendo, tomé la decisión de hacer otro intento. Si debo someterme a otro trasplante de médula ósea está bien, si debo soportar efectos adversos de la quimioterapia, pues tendré que hacerlo.
Es verdad que me da pavor terminar postrada en una cama, tan débil que necesitaré ayuda para caminar. Pero es mi oportunidad de exigirle a la vida, ya que cuando era pequeña ni siquiera sabía lo que estaba pasando.
―Mi niña, tomaste una buena decisión ―mi madre acaricia mi mejilla―. Lograremos sobrepasar esto, lo hicimos antes.
Lo bueno de todo, es que en una semana salgo de vacaciones, tendré varios meses para someterme a todo tipo de tratamiento y ver una respuesta, de esa manera, cuando sea momento de ir a Mazca, lo haré como una chica en remisión, no moribunda o peor. Lo único que me preocupa, es la ilusión que me hago, ¿qué tal si no funciona? ¿Y si resulta todo en algo peor?
Va, preocuparme por eso ahora no me sirve de nada. Cuando me hagan los análisis podré hacerme una idea.
Christian llega al final de la terapia, no asistí a la escuela con tal de empezar lo más rápido posible, Demi me bombardeó con mensajes que tuve que responder lo más pronto posible antes de que entrara en pánico.
Abel me marca cuando dan las cuatro de la tarde, para entonces ya estoy a punto de salir del hospital. Una parte de mí sigue esperando a sentir el mareo intenso, náuseas o incluso inapetencia, pero por el momento me siento bien. Hay un moretón en donde la aguja se introdujo, pero fuera de eso, no hay signos alarmantes. El no sufrir los efectos adversos es una bendición, algunos tardan en aparecer más que otros, no son inmediatos, pero le agradecería al cielo si me diera de hoy hasta la graduación de días tranquilos. Poco más de una semana es lo que pido.
―Hoy no podré ―aviso con voz ronca―. Tendrá que ser mañana.
―Pero urge ―insiste, si tanto le urgía, pudo haber cancelado su compromiso de ayer―. Vamos, Bris, si no, iré yo.
Y a falta de alguna otra opción, acepto que se aventure a la casa. Abel no mataría a alguien, golpear e intimidar son parte fundamental de su técnica para arreglar problemas cuando su encanto no es suficiente (y sí tiene), pero jamás podría hacerle algo a nadie. Y aunque hoy haga algo ilegal, al menos no me involucrará.
El doctor indica que puedo ir a la escuela siempre y cuando me sienta lo suficientemente bien para ir. Tampoco es que necesite incapacidad, no tengo algo contagioso y no quisiera que mi secreto de la leucemia salga a la luz. No después de todo lo que ha salido a la luz. Ya he acaparado la suficiente atención, más de la que me gustaría, en realidad.
Más tarde, André me va a visitar, él sabe que hoy inicié el tratamiento, pero no supo que decidí seguir adelante con la terapia intensiva. Una parte de mí no quiere decirle, si por momentos lo siento como una falsa esperanza para mí, creo que sería cruel darle una falsa esperanza a él. Hasta que vea los resultados de mis análisis tomaré una decisión con respecto a eso.
ESTÁS LEYENDO
Cómo declararte a tu crush...sin morir en el intento
Teen FictionBrisa Galetto junto con sus compañeros de la preparatoria deciden, en su último año, hacer una cápsula del tiempo en la que guardarán algún objeto personal con el fin de que veinte años después, los alumnos de último año encuentren la cápsula y pued...